viernes, 24 de julio de 2015

El final del Camino

"Solo aquel que conserve el poder de asombrarse entre en Compostela"
Torrente Ballester

El Camino de Santiago se inicia con una oración que es, en realidad, un deseo y así reza :

"Que la tierra se vaya haciendo camino ante tus pasos 
que el viento sople siempre a tus espaldas,
que el sol brille cálido sobre tu cara;
que la lluvia caiga suavemente sobre tus campos y;
hasta tanto volvamos a encontrarnos,
que Dios te guarde en la palma de sus manos".

Podemos decir que el camino de Santiago es un símbolo. Es una ruta de fe, de arte y cultura, un encuentro con la trascendencia de la vida; la búsqueda de uno mismo, una peregrinación al fin de la tierra, al misterioso morir y renacer. Es una aventura física y espiritual.
Una vez acabados los ritos después de la llegada a Santiago, hay que salir por la puerta sur de la catedral, la puerta de las Platerías. En la fachada, en el parteluz, entre los arcos de las dos puertas, hay un Crismón, símbolo de Cristo pero las letras están al revés: la letra Alfa se ha vuelto Omega y viceversa.
El fin se hace principio. La meta del camino es ahora el comienzo de otro camino, de la nueva vida que se empieza.

El final del camino es, desde luego, Santiago de Compostela. Sin embargo, para muchos la ruta continúa hasta Finisterre.
Finisterre, "El fin de la tierra", completaba la Peregrinación a Santiago. La leyenda, sobre la existencia de un Paraíso generó peregrinaciones en otros tiempos que no son los nuestros..

 Cuentan que una vez visitada la tumba del Apóstol, los peregrinos se encaminaban a Finisterre y quemaban sus ropas en señal de purificación arrojando las cenizas al mar.
Finisterre ejercía un enorme poder por ser el "Fin de la Tierra" conocida y, era asociado a las connotaciones religiosas del Fin del Mundo.
Esta ruta está considerada como la etapa final del Camino. Se remonta a una antiquísima tradición en que los peregrinos, después de recorrer cientos o miles de kilómetros y después de abrazar al Apóstol seguían unos kilométros más y llegaban a Finisterre; se bañaban en la playa de Langosteira, quemaban sus ropas y asistían a la puesta de sol. De esta manera, purificados y con nuevas ropas, emprendían el camino de regreso.
El sol se está poniendo y ese, es el momento especial que cualquier peregrino espera. Se quema la pila de ropa amontonada que ha sido usada durante el camino. El fuego se inicia con fuerza. Se siente su crepitar quemando el pasado. Un fuego que quema dolores y miedos. Un fuego curativo y sanador del que emerger renacido. Puede decirse que el "Yo" de cada peregrino, es un nuevo "Yo" que reconoce al antiguo pero, sin embargo trata de conectar con lo mejor de aquel para proyectarse hacia el futuro y entonces, se toma conciencia de que el camino se ha acabado para dar paso a un nuevo camino hacia la vida.














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