sábado, 30 de abril de 2016

Cuando florecen las glicinas


"Si el cuquillo no ha venido el 25 de abril, o se ha muerto, o lo han matado, o es que no quiere venir".
Pero no sólo han llegado los cuquillos y los vencejos cruzando el aire, también golondrinas y aviones están aquí ya muy cerca de nosotros. Es el sonido de la vida
La tierra suspira alegre en  Abril que huele a jazmín y a azahar.

Las glicinas se han ido enrollado en la estructura de la pérgola a lo largo del tiempo, abrazándose a ella, diría yo, que con ansia de florecer. Su aroma atrae inevitablemente los recuerdos; esas conversaciones que uno mantiene consigo mismo. Y es que con bastante frecuencia, últimamente, me hablan desde el otro lado del espejo, aparecen de golpe rescatando una niñez rodeada de aromas y olores tan persistentes, que atraviesan la nostalgia de otra edad y se sientan conmigo a oír el silencio.
La tierra en abril suspira y entre suspiros se llena el aire de aromas del jazmín, el azahar y las glicinas. Hay una preciosa luz que inunda la tierra. No cabe duda que, en otoño, los colores hacen soñar; sobre todo, a aquél que lleva en el corazón a un artista; son como el buen vino añejo, sin embargo los colores en abril, embriagan como un vino joven trayendo alegría y bienestar.
La naturaleza despierta y las gotas de lluvia que el cielo hace caer,  besan el sol haciéndolo multicolor asomándose en él el arco iris.






En la lentísima belleza de la noche, a altas horas, cuando la luna se hace de plata en el cielo, el corazón decide, cambiar de soledad y de sendero.

Esta tierra es verde porque el verde aparece sobre otro verde a medida que cambiamos el escenario de nuestros sueños.



Los prados se visten de verde y cantan:

Son de abril las aguas mil. 

Sopla el viento achubascado, 

y entre nublado y nublado 

hay trozos de cielo añil.
 Antonio Machado





En primavera  late aún más fuerte el corazón verde de Galicia. El canto del cuco en los bosques y la vuelta de las golondrinas, certifican su llegada. Este mes, es un terrible loco y como tal inestable, juega a sorprendernos con días de azul intenso a otros encapotados de gris y lluvia fría.





Y todo esto ocurre cuando florecen las glicinas















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