sábado, 4 de junio de 2016

VOLVER

Fue tan grandiosa  la emigración  gallega a Argentina, que el calificativo "gallegos" se sigue dando allí a cualquier español, sea cual sea su procedencia regional.
" Face-las Américas", - Hacer las Américas- así era conocido el movimiento migratorio transoceánico que desde finales del siglo XIX condujo a miles de personas cara a un futuro aparentemente más próspero. Cuba, Argentina o Venezuela fueron los países que principalmente acogieron a emigrantes de toda Galicia.
La suerte fue diferente para para unos y otros. Algunos volvieron sin más y otros consiguieron "hacer fortuna", pero todos ellos tuvieron algo en común y eso fue el trabajo duro.
Pero la marcha física no implica necesariamente una marcha emocional. Y así, todos los recuerdos, todos los sentimientos, tanto tiempo escondidos, tanto tiempo guardados, un día, en cualquier lugar el sonido de una gaita se eleva en el aire. Un sonido que acompañó la infancia y la juventud que se quedó atrás, un sonido que habla de amores, de penas, de secretos escondidos y  al oírla, aparecen los aromas del mar, la brisa en la montaña, el aire y el viento. Y es que la gaita es un instrumento de la emoción que canta sin palabras.  


"Cuando la gaita gallega
el pobre gaitero toca,
no se lo que me sucede
 que el llanto a mis ojos brota.
Y aunque alegre danza entone
y dance la turba loca,
la voz del grave instrumento
suéname tan melancólica;
a mi alma revela tantas
desdichas, penas tan hondas
 que no sé deciros
si canta o si llora."

1860 Ventura Ruíz Aguilera


 De golpe y sin quererlo, aquel mar que se encontraba aprisionado en tu recuerdo aparece tras las montañas de Galicia. Sus valles, la añoranza, la morriña, la saudade, la melancolía, las gentes, su hablar dulce, tu ciudad o tu aldea. Todo lo qué tú eres, todo lo que sueñas, todo lo que añoras, Todo eso dice la gaita cuando su sonido escapa de las manos del gaitero y prendido en las ráfagas del viento cruza mares y océanos. Entonces es difícil de saber si canta o si llora pues es la alegría, y la añoranza, la saudade y la pena, la melancolía y el deseo, la alegría y el amor.
Si en ese momento estás fuera de Galicia, un deseo enorme aparece en tu corazón. Es un fuerte un imán que te atrae y... tienes que volver, volver a tu tierra para bañarte en sus brumas, en sus nieblas, en su olor a mar, en sus vientos. El sonido de la gaita que ha unido a este pueblo durante siglos, es como el anclaje de una hipnosis que se trasmite de padres a hijos en las olas del viento y cuando oyes su llamada tienes un fuerte deseo de volver. VOLVER Y NADA MÁS.
Galicia ha sido siempre especial y mágica. La fuerte influencia celta en el país gallego dejó una impresión permanente en su cultura. En la Galicia actual aún se ven los monumentos megalíticos. las ruinas de castros, restos de arte celta, y otras pruebas de una cultura celta del pasado. 
Durante las peregrinaciones a Santiago ( siglos XIII al XV  ), la gaita gallega se difundió por toda Europa. La llevaban los peregrinos de regreso a sus países, los gaiteros gallegos que salían al extranjero a probar suerte y más tarde los soldados españoles de los tercios de España y Flandes.

E cando a gaita gallega                   Y cuando la gaita gallega
aló nas Castillas oias,                      allá en las Castillas oigas
ó teu corazón pregunta,                 a  tú corazón pregunta
e verás que che dí en resposta        y verás que te dice en respuesta
que a gaita gallega                          que la gaita gallega
non canta, que chora                      no canta, que llora.

Rosalía de Castro


sábado, 28 de mayo de 2016

LA NOCHE DE LOS PORTALES


Es Primavera, aunque aquí en Galicia esto no es sinónimo de tiempo estable, sin embargo eso no impide que los vecinos de algunos de estos pueblos de las Rías Bajas recorran praderas y casas vecinales recolectando flores y hojas que serán los elementos principales en la confección de alfombras florales.

El pueblo entero se echa a la calle en la víspera de la festividad del Corpus Cristi. En cada portal están reunidos los vecinos deshojando las flores frescas que han recogido en las últimas horas. Es ya una tradición la elaboración de  alfombras florales para la procesión que al día siguiente pasará por las calles escogidas, engalanándolas.
De  abuelos a padres y de hijos a nietos esta tradición se mantiene desde hace 150 años. Largas horas de trabajo de hombres y mujeres, que año tras año, entregan sus ratos de ocio en recoger y deshojar las flores. 
Sólo la admiración que despiertan compensa el grandísimo trabajo que requieren y el escaso tiempo que lucen impecables.
Un mes antes, los vecinos comienzan el minucioso proceso de recolectar plantas y flores.
Las abuelas son las encargadas de revelar los secretos de este arte para que no se pierda en el olvido.
 Mirto, tuya, mimosa, son algunas de las plantas más empleadas para marcar los contornos y realzar los fondos de los diseños, mientras que los pétalos más vistosos de - rosas, claveles, tulipanes, hortensias...- se destinan para los motivos centrales de las alfombras.
El momento más importante es el trazado y la ornamentación de las alfombras en el suelo, que ocupan todo el ancho de la calle y suelen tener una dimensión mínima de 10 metros y se realiza la noche anterior al día de la procesión hasta altas horas de la madrugada, cuando las calles quedan cerradas al tráfico.
Aparece aquí la creatividad de los alfombristas con composiciones únicamente florales y composiciones en donde combinan arenas y otros elementos vegetales. El resultado es un precioso tapiz que tiene pocas horas de vida.
Aquí, lo más importante es conservar una tradición que  Galicia comparte con otros lugares del mundo.

Para cada composición hace falta por lo menos el trabajo de un centenar de personas. Los que las confeccionan tienen que esperar al último momento para recolectar flores frescas y adornar con ellas los motivos florales y que según, los alfombristas, lo más complicado de esta tarea es el deshoje de la flor.

Son más de un kilómetro de mantos vegetales.
No sólo Ponteareas se viste de color en estas fechas también los pueblos de Baiona y Redondela cubren sus calles de aromas y colores. Huelen los pueblos a rosa, clavel, hortensia, acedera, tuya y pino, entre otros aromas vegetales.

Hacia la noche las calles comienzan a transformarse. La piedra y el asfalto quedan cubiertos por un inmenso mar de flores, que después, la procesión borrará  pero sus gentes no olvidarán esta jornadas de convivencia..

lunes, 23 de mayo de 2016

A TERRA GALEGA


¡Teño medo d´unha cousa que vive e que non se ve!. 

Decía Rosalia de Castro:  - tengo miedo de una cosa que vive y que no se ve- , esta aprensión por la muerte, ese siniestro presentir la tragedia, ese misterio de la niebla envolviéndolo todo, sumergiendonos en duras soledades.

Así, en Galicia, no hace demasiado tiempo

en las frías noches de invierno, al calor de la lumbre se contaban historias y leyendas llenas de un misterio candoroso y trágico. Eran, estas historias, de santos, de almas en pena, de duendes y de ladrones.
 Afuera, la galerna soplaba y parecía que en cualquier momento el tejado de la casa iba a desaparecer entre las fuertes ráfagas de un viento huracanado y, cuanto más silbaba él, más temor producían las historias.

Muchas de las aldeas se perdían entre las montañas y entonces, la única distracción que había se reducía a las visitas a la iglesia y al cementerio.

Bajo estas condiciones muchas de las realidades pasadas  fueron transformándose con el tiempo en historias dantescas sobre brujas, hadas, duendes y muerte.
Existen muchísimas leyendas, sin embargo las más conocida, la más popular y a la que más se le teme es la de La Santa Compaña.

Al anochecer, especialmente en Víspera de Todos los Santos, la frontera entre el mundo de los vivos y de los muertos se vuelve tan tenue, tanto, que es posible que un humano quede  atrapado en este peregrinaje de las almas de los difuntos.

Se dice, que en determinados días y en determinadas circunstancias, la noche se convierte en una procesión de almas en pena, vestidas con túnicas y capuchas presagiando la muerte de algún vecino del lugar. Caminan descalzas formando dos hileras; a la cabeza de las cuales un ser vivo lleva una cruz y un cubo con agua bendita. No descansa nunca, cada noche entra en trance, abandona su hogar y encabeza la procesión, guiando a las almas  a través de caminos y veredas. Despierto no recuerda nada aunque sus piernas muestran los arañazos de las zarzas de los caminos y su rostro va adquiriendo una palidez cadavérica para morir al fin si un sacerdote no lo rescata de su desdichado final. Si fallece, la muerte lo mecerá en el descanso eterno por haber purgado sus pecados en vida.
Una forma de liberarse de esta carga es encontrarse con otro humano mientras se acompaña la peregrinación. La cruz ejerce una atracción sobrenatural sobre la mente  del recién hallado, por lo que se hará cargo sin resistencia alguna a coger la cruz y sustituir al anterior .
Las almas en pena llevan una vela, pero su luz es invisible a los ojos de los vivos, sin embargo su presencia se delata por un fuerte olor a cera y un ligero viento, que no todos los humanos pueden ver. La peregrinación de "A Santa Compaña",es tan sólo visible para algunos seres especialmente dotados.
Se puede intuir su paso por un fuerte olor a cirio y en ocasiones se oyen los aullidos lastimeros de los perros.
Si se viene a Galicia, es importante conocer las diversas manera de ponerse a salvo en el caso de encontrarse con tal lúgubre procesión; pero cuando el miedo es más fuerte que la razón, lo mejor es apartarse del camino e ignorarla, aunque se dice que la forma más segura es dibujar un círculo e introducirse en él y tomar una cruz y rezar. Rezar.


"En la noche fría dejan sus moradas
viniendo a este mundo a expiar sus culpas
más después de las nueve, y en lontananza
multitud de luces caminan sin rumbo.

Sigo la procesión con un hacha de cera
soy una parte de ellos que aterrorizan la aldea
entablo amistad con fantasmas y visiones
bañando en terror a los pobres de espíritu.

           ¡ A Santa Compaña!
Cierra esa ventana y atranca esa puerta
encomiéndate al santo. ¡ A Santa Compaña!
son almas en pena que salen de la iglesia 
con la cruz y vagan por los contornos.

Por la cerradura sacan a los dormidos
para que se unan a ellas y a su tan lúgubre marcha
más pobre aquel que no pase por muerto 
porque le entregan un cirio y ese no vuelve a su lecho"








domingo, 15 de mayo de 2016

LLueve en Santiago.


No se yo que buscaba en las callejuelas que tanto me gustaba perderme en ellas. Oír el latido de la vida, adentrarme en las mismísimas entrañas de la ciudad vieja y antigua, en donde las farolas hablan con su eterno parpadeo en la oscuridad de la noche  mientras el silencio viaja entre luces y sombras.
Es al caer la noche cuando esa luz amarillenta baña las piedras de Compostela y la atmósfera cobra un aire de solemnidad y  misterio.

Si la niebla se apodera de la ciudad, ante nuestros ojos pueden aparecer arquitecturas fantásticas, torres iluminadas y sombras misteriosas. Después, cuando escampa, los charcos del pavimento, reflejan torres, balconadas, volutas, como un mundo arquitectónico invertido. Es entonces inevitable no recordar a Torrente Ballester diciendo: " Que la niebla es el caos de donde la campana va sacando las cosas."

Como yo,  la lluvia y los caminantes han buscado el silencio recogido entre los rincones de las callejuelas gastando las piedras mojadas. Casi se puede retratar el silencio cuando las campanas de la catedral apagan su tañido.                                                                                                         Canción  del Madrigal de Federico García Lorca a Santiago de Compostela 

                                                                                             
El paraguas me resguarda y me cobija.

Me hace creer que viajo dentro de una burbuja del tiempo.
 He vuelto allí donde soñaba con los sueños, de la mano del silencio. Tengo una cita conmigo; voy a mi encuentro y no quisiera llegar tarde. Subo por la Rúa del Villar, paso Fonseca y al cabo doy ya casi el último paso antes de que la Plaza del Obradoiro se abra ante mi.

La veo atravesar la plaza, corriendo bajo otro paraguas y detenerse bajo los soportales.
La observo con curiosidad y me reconozco, feliz, llena de vida y al mismo tiempo ajena a la misma vida; a la senda larga y profunda que traigo yo, mi yo de ahora pegada a las huellas de mis zapatos.

La observo, sin que perciba que la estoy mirando. Me gusta observarme y se que adora ese lugar y por lo tanto la he citado allí con la esperanza de que nuestro encuentro en el tiempo se produzca en una atmósfera de mágico misterio como a ella le gusta. De repente se gira, su mirada recorre cada rincón de su plaza, como a ella le gusta llamarla y... sin querer, se encuentra con la mía. Es joven y por tanto confiada. Me dedica una sonrisa al verme llegar que yo acompaño con otra de igual acogimiento.Nos abrazamos, ella pregunta; yo respondo. Y...
                       Después decidimos seguir buscando el silencio













viernes, 6 de mayo de 2016

FAROS: Los guardianes del mar


Donde terminaba el malecón y empezaba el muelle estaba el viejo faro, blanco y redondo, con una pequeña puerta, una ventana circular hasta arriba y una inmensa linterna.

Si la mar está en calma:
"Desde el balcón más alto de mi faro
pesco con caña
veinte metros de hilo
y un anzuelo de plata"
Emilio Prados
Los faros, esas construcciones altas, recias, orgullosas, que no temen vientos ni tempestades. Siempre alertas, oteando el horizonte con su gran ojo lleno de luz, como un hermoso dragón que vigila la entrada al mundo de los sueños donde, aveces, nos perdemos.
 La noche se ha vuelto fría y la niebla penetra en el cuerpo clavando sus interminables agujas de hielo sobre nuestra piel. 


El mar ruge desde el fondo de sus entrañas, de repente se ha vuelto violento. Grandes y enormes olas se levantan y se enfrentan furiosas con el enorme dragón. Todo se ha vuelto negro y la ausencia de color hace que nuestro miedo crezca por momentos, parece que se ido la vida.
Caballos con crines blancas cabalgan sobre olas gigantescas que fustigan sin piedad una y otra vez las rocas de los acantilados. Las gaviotas se han refugiado en tierra, ninguna sobrevuela ya, sobre nosotros. No hay estrella en el cielo, ni luna ni ningún otro lucero, solo oscuridad, oscuridad y miedo.
Parece que seremos tragados por la espuma de las grandes olas que después de chocar contra las rocas se retiran a enorme velocidad para volver a acometer con más furia, si cabe, la próxima vez.
Pero...de repente, cuando todo parecía perdido, un sonido, un destello de luz aparece entre la densa y fría niebla. 
Completamente mojados y cansados solo nos queda llevar el barco lo mejor posible, pero sólo los bofetones de las olas en los ojos y las gotas que se colaban por dentro del traje de agua eran capaces de sacarnos del letargo o de la muerte repentina.

No olvidaremos los crujidos del barco, los aullidos del viento y el estruendo de las olas al golpear sobre la cubierta, las violentas sacudidas y por y sobre todas las cosas, la sensación de sentirse muy muy pequeño e insignificante ante esta enorme y sorprendente demostración del poder de la naturaleza.

Adormilados por el frío permanecíamos en silencio atados al barco hasta que al fin guiados por la luz y el sonido de la sirena del faro entramos al abrigo del puerto.

sábado, 30 de abril de 2016

Cuando florecen las glicinas


"Si el cuquillo no ha venido el 25 de abril, o se ha muerto, o lo han matado, o es que no quiere venir".
Pero no sólo han llegado los cuquillos y los vencejos cruzando el aire, también golondrinas y aviones están aquí ya muy cerca de nosotros. Es el sonido de la vida
La tierra suspira alegre en  Abril que huele a jazmín y a azahar.

Las glicinas se han ido enrollado en la estructura de la pérgola a lo largo del tiempo, abrazándose a ella, diría yo, que con ansia de florecer. Su aroma atrae inevitablemente los recuerdos; esas conversaciones que uno mantiene consigo mismo. Y es que con bastante frecuencia, últimamente, me hablan desde el otro lado del espejo, aparecen de golpe rescatando una niñez rodeada de aromas y olores tan persistentes, que atraviesan la nostalgia de otra edad y se sientan conmigo a oír el silencio.
La tierra en abril suspira y entre suspiros se llena el aire de aromas del jazmín, el azahar y las glicinas. Hay una preciosa luz que inunda la tierra. No cabe duda que, en otoño, los colores hacen soñar; sobre todo, a aquél que lleva en el corazón a un artista; son como el buen vino añejo, sin embargo los colores en abril, embriagan como un vino joven trayendo alegría y bienestar.
La naturaleza despierta y las gotas de lluvia que el cielo hace caer,  besan el sol haciéndolo multicolor asomándose en él el arco iris.






En la lentísima belleza de la noche, a altas horas, cuando la luna se hace de plata en el cielo, el corazón decide, cambiar de soledad y de sendero.

Esta tierra es verde porque el verde aparece sobre otro verde a medida que cambiamos el escenario de nuestros sueños.



Los prados se visten de verde y cantan:

Son de abril las aguas mil. 

Sopla el viento achubascado, 

y entre nublado y nublado 

hay trozos de cielo añil.
 Antonio Machado





En primavera  late aún más fuerte el corazón verde de Galicia. El canto del cuco en los bosques y la vuelta de las golondrinas, certifican su llegada. Este mes, es un terrible loco y como tal inestable, juega a sorprendernos con días de azul intenso a otros encapotados de gris y lluvia fría.





Y todo esto ocurre cuando florecen las glicinas















lunes, 25 de abril de 2016

La flor que se convirtió en un símbolo












El clavel; la flor que puso fin a más de 40 años de dictadura en nuestro país vecino: Portugal.
Fue la última revolución romántica que acabó con la dictadura más antigua de Europa.Un movimiento revolucionario de militares y ciudadanos.
El "25 de Abril", la gente abarrotaba las calles, los soldados, con los rostros cansados, se sentaban a horcajadas en los cañones de los carros blindados; los aplausos y el rojo, el rojo de los claveles salpicaban el aire.
La canción "Grandola Vila Morena" dio la señal de madrugada en una cadena de radio para la sublevación en los cuarteles; al igual que los claveles rojos con que la población de Lisboa obsequió a los militares que habían salido a la calle. Esa primavera se impregnó de un halo romántico que todavía sigue conservando.

La revolución de los claveles, es el nombre dado al levantamiento militar del 25 de abril de 1974 que provocó la caída de la dictadura que dominaba Portugal desde 1933, la más longeva de Europa.

El fin de este régimen permitió que las últimas colonias portuguesas lograran su independencia tras una larga guerra colonial y que Portugal se convirtiera en un estado de derecho democrático.
Dos canciones en una emisora de radio serían las que darían la señal, significaba el comienzo de la libertad y el fin de una dictadura.

Pasadas las 12 de la noche del 25 de abril de 1974, radio Renasçenza emitió una canción por todas sus emisoras. "Grandola Vila Morena", una canción prohibida por el régimen junto a otras muchas y que de esta manera se convirtió en símbolo de la ciudadanía y de la oposición al gobierno. Se decidió que sería la señal definitiva del comienzo de la revolución de un país dominado por el silencio.

Se infiltraron en las principales emisoras de radio del país y comenzaron a emitir llamamientos para que la población no saliera de sus casas y para que la policía no interfiriese en las acciones de las tropas. Pero el pueblo estaba harto de un silencio triste que duraba casi cincuenta años. Querían todos gritar junto a los Capitanes de Abril.


Al fin había caído la dictadura más antigua de Europa gracias a una revolución que sería recordada por un símbolo de la primavera, pues, mientras en Vietnam se lanzaban bombas, los militares del ejército portugués solo tenían claveles en sus fusiles, tallos verdes en los huecos de los cañones y pétalos de primavera desde donde, supuestamente, deberían salir balas.


El  pueblo que ha dado un gran ejemplo al mundo.



miércoles, 13 de abril de 2016

MISTERIOS EN LOS BOSQUES GALLEGOS


Una zona de bosque espesa: es una fraga gallega en cuyo interior, la luz llega siempre tamizada por el ramaje donde predominan robles, castaños, acebos, espinos, laureles y madroños.
Hay un tesoro en helechos; algunos de ellos provenientes de la época terciaria, cuando los dinosaurios aún dominaban la tierra; junto a ellos, a la sombra de los árboles crecen infinidad  de plantas y flores. Multitud de animales como el lobo, el corzo, la nutria, la marta etc conviven en él y el hombre deja de ser el protagonista de la vida del lugar










La tarde, de repente, sin avisar, se vuelve gris. Apenas el sol es capaz de atravesar la niebla densa que ha extendido sus brazos por el bosque. Fantasmas caminan despacio y susurran al viento sus lamentos de soledad y pérdida, dejando que la vida de los muertos perdure en la memoria de los vivos Mientras, la magia late entre los musgos que tapizan cortezas de árboles centenarios y muros de piedra y aparece en los caminos serpenteando entre ellos y, en  las aguas, intuimos el alma encerrada entre  murmullos callados. 
El propio bosque es protagonista; es el alma, la razón de ser de esta forma de vida, de estas creencias y de estas costumbres.
El buho ulula en la oscuridad que se cierne alrededor; la noche le ampara, ese es su reino. Esa "brétema"casi perpetua que esconde  y arropa la esencia de una tierra, en la que hay más encantamientos que milagros, más tragedias de amor que traiciones y más humor que lágrimas.






Y...


"Esto ocurrió en aquellos años en que una gallina costaba dos pesetas y la fraga de Cecebre era más extensa y frondosa.


Xan de Malvís apreció la inexistencia del bandido como una vacante que podía ser cubierta. Y se adjudicó la plaza"

Fendetestas, es el apodo que adopta, y harto del duro trabajo del campo y de las escasas ganancias que le aporta la labor de la tierra, decide echarse al monte y convertirse en el ladrón de la fraga,

El tiempo lo cambia todo y aquí también ha dejado la huella de su caminar, de tal manera, que la fraga de Cecebre, un precioso bosque de robles, ha cambiado  y sólo queda una pequeña parte de lo que fue y que cita Wenceslao Fernández en su novela "El bosque animado". Pero, de alguna manera, la vida continua y los seres del lugar se relacionan como antaño y casi me atrevería asegurar que el fantasma que pululaba entonces, una vez que la oscuridad de la noche se filtraba entre las ramas de los árboles y la luna se dibujaba en lo alto entre las nubes, sigue paseándose y espantando a todo aquél que, no sin temor, ha de atravesar el bosque de noche.

La meiga Moucha, que conoce las plantas del bosque y el alma humana como si se tratara de un elemento más de la naturaleza prepara sus quehaceres, que es cosa que no se cuenta ni debe contarse  porque los verdaderos secretos de las meigas no deben ser desvelados.



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