martes, 17 de noviembre de 2020

Mirador de los balcones de Madrid




 La Ribeira Sacra tiene docenas de miradores desde donde puedes perderte en la contemplación de una parte de la Galicia escondida y también- para muchos- desconocida y de gran belleza. Permiten  mirar y admirar el increíble paisaje del paso del río Sil, el Miño, el Cabe y el río Mao entre otros, pero el más conocido es, indiscutiblemente, el Mirador de los Balcones de Madrid



Están construidos sobre unas enormes estructuras de piedras  separadas del abismo tan solo por unas barandillas de madera.

Desde el frente nos observan las montañas que pertenecen a la provincia de Lugo, altísimas, grandiosas, salvajes y terriblemente duras.

Se trata, sin duda de uno de los miradores del Sil más impresionantes y desde sus 500 m de  altura podremos contemplar las mejores vistas de los Cañones del Sil que conforman las laderas de Lugo y Orense con el río Sil encajonado entre ellas.

Los atardeceres en este lugar son, simplemente, difíciles de describir; los colores cambian según la época del año y según la estación el magnífico reflejo que nos devuelve el río Sil nos da la apariencia de que su curso se detiene y con su lento discurrir nos crea esa sensación de volvernos tan  insignificantemente pequeños.



No es que se distinga desde aquí la capital de España. Obviamente no, sino que era el lugar escogido por las mujeres para ver marchar a sus maridos emigrantes.

Muchos eran barquilleros e iban con su canción a las verbenas de Madrid y otros puntos de España. Así se explica por que en Parada de Sil hay un monumento dedicado al "Barquilleiro".

Estos emigrantes tenían que bajar por el monte hasta el río, donde los cruzaba un barquero y a continuación, volvian a subir toda la ladera de la montaña hasta llegar a la meseta de la cima y desde allí seguir camino hacia la estación de tren de Monforte de Lemos, en la orilla opuesta.

PARADA DE SIL estatua BARQUILLEIRO

 No cabe duda que la valentía de esta gente era importante y supongo  que la desesperación también. El miedo, la angustia y la incertidumbre, tanto del que iniciaba tal tamaño aventura como el familiar que se asomaba para verlo desaparecer hasta llegar al río, y verlo de nuevo subir la ladera de la montaña, agarrotarían la garganta y el estómago de unos y otros.

En la época de los abuelos, la vida en los pueblos no era fácil. Los habitantes de esta comarca vivían de los frutos que recogían en sus campos y huertas. Todos tenían gallinas, algunos ovejas, unos pocos tenían cerdos y los menos tenían vacas. No era extraño que tuviesen que abandonar sus hogares y emigrar en busca de una vida mejor para ellos y sus familias, por eso muchos de los habitantes de Parada de Sil y sus alrededores emigraron a la capital a mediados del S.XX . Muchos a trabajar de "barquilleros" en las ferias y verbenas de Madrid.

 A sus espaldas llevaban la " barquilleira": una cesta de mimbre en la que guardaban los riquísimos barquillos, y encima de la barquilla una ruleta donde el cliente podía probar suerte.

Si había varios participantes el que sacaba el número más pequeño pagaba todos los barquillos. Si era uno solo, pagaba unas monedas y tenía derecho a llevarse el barquillo en cada jugada, pero si caía en la casilla del clavo perdía todo lo ganado.

Animaban las ferias al grito:

" Al rico barquillo de canela para el nene y la nena, son de coco y valen poco, son de menta y alimentan, de vainilla, ¡qué maravilla!, y de limón, ¡qué ricos son !.

Mientras, los familiares de estos emigrantes forzosos, se cercioraban desde estos miradores o " balcones" de que su padre, hijo o marido...lograba cruzar el río y contemplaban su marcha deseando una rápida vuelta a casa.

Es un lugar imponente por sus vistas, eso es indiscutible, pero la energía que desprende también es especial.

Apenas amanecía, el mozo labriego dejaba la casa familiar y calzando unos pesados zocos, bajaba la aguda pendiente del montisco llamado "O rego do Coto" serpenteando ariscos tojales y matorrales. Cruzaba el río Sil por la parte más estrecha. A veces saltando de piedra en piedra para seguir la empinada cuesta, ya en tierras de Lemos.

Madrid era el destino. El tren conocido como el correo: lento, pausado, ruidoso y con asientos de madera, alargados y duros los llevaría hasta la capital.

La tierra dividida en pequeñas parcelas no ofrecía otra opción. La salida de la casa era obligada para las familias. La Corte era una de las rutas para los jóvenes terminada la escuela primaria dada la escasez de ahorros, viviendo siempre en el límite.

Parada de Sil, un asombrosos respiro de casas a medio camino entre la montaña y la baja ribera, cuenta con una estatua y una plaza dedicada al barquillero. Oriundos del Concello llegaban a Madrid, como los segadores años atrás al centro de Castilla, en tiempos de la siega a hacer la temporada de primavera al otoño. Vestían el traje típico madrileño y con pantalón ajustado, chaquetilla corta con chaleco, pañuelo al cuello y gorra pateaban plazas y calles ocupando las esquinas más concurridas.

Volvían a sus aldeas al tiempo de la vendimia, de apañar las castañas y de  la matanza del cerdo, para seguir trabajando y vuelta a empezar.

jueves, 29 de octubre de 2020

VIVOS E MORTOS

 De polvo y fango nacidos,

fango y polvo nos tornamos                          ¿por qué, pues, tanto luchamos
si hemos de caer vencidos.?

Rosalía de Castro


A lo largo de la historia, el gallego ha ido construyendo una relación muy cotidiana con la muerte que tiene una gran presencia en su sociedad.

Aún en el mayor dolor provocado por la muerte de un ser querido, la familia del fallecido no olvidaba un hábito fundamental de la comunidad: la hospitalidad. Con el cuerpo presente  la familia recibía los pésames de sus vecinos, a los que agasajaba con sus mejores alimentos, vinos o licores para hacer la velada del muerto más llevadera. Era común que las mujeres se situaran en torno al cuerpo rezando y los hombres, después de alabar las virtudes del finado, se ponían al día sobre los últimos acontecimientos ocurridos en la parroquia entre trago y trago de un buen aguardiente o vino del país. Con ello un velatorio se convertía, además de en una expresión del culto a los muertos, en un motivo de reunión comunitaria en la que la gastronomía volvía a servir de nexo en la relación social.

 La familia agradecía estas muestras de afecto de parte de sus vecinos ofreciendo, dentro de las posibilidades de cada cual, lo mejor que tenía, abriendo su casa y compartiendo sus mejores viandas. En alguna comarcas los familiares cocían una hornada de pan que llevaban en cestas durante el cortejo fúnebre para agasajar a los acompañantes del entierro y entregar al sacerdote una bolla: "la bola do enterro".

El otro mundo es un espacio muy próximo, no solamente porque es una cita que todos tenemos inevitablemente, sino también por estar presente en nuestras vidas. Los muertos no están solo en los cementerios. Sus espíritus pueden caminar en esa inquietante procesión de ánimas conocida como " A Santa Compaña", pueden dirigirse anónimos en cuerpos de reptiles a Teixido, pueden hacerse presentes a través de múltiples aspectos y fenómenos, Cada conmemoración de la defunción es costumbre realizar una misa de aniversario que se conoce como " o cabodano" y el día de Difuntos es el momento en que se honra a los muertos.

 Cuando cae la noche se encienden cirios y lámparas de aceite para que los que nos han abandonado sepan que tienen una luz que vela por ellos, que no han sido olvidados.

En la comarca de Ferrol los niños preparan las tradicionales calabazas con una vela en el interior, que mantendrán encendidas durante la noche para espantar a las meigas, en un intento de recuperación de una tradición relacionada con el culto a la muerte que nos han legado nuestros antepasados celtas durante esta noche, la más peligrosa del año, en la que los celtas creían que las puertas que comunican este mundo con el más allá se abrían y los espíritus iban y venían a su antojo, por eso los guerreros celtas colocaban una pequeña vela en las calaveras de sus enemigos derrotados, para ahuyentar sus espíritus.

A pesar del miedo que tendríamos que superar. ¿Quien no querría volver a ver a aquellos que tanto quisimos y queremos, al otro lado de la puerta.?

jueves, 22 de octubre de 2020

Celebración de Samhain


 Ni caramelos, ni calabazas sonrientes. Lo que a día de hoy llamamos Halloween no guarda ninguna relación con la fiesta en la que se hunden sus raíces. En Samhain, los druidas rendían culto al dios muerte a través de la barbarie y la crueldad. Tan brutal era aquel festejo que, cuando las legiones romanas llegaron a la antigua britania, decidieron prohibir buena parte de sus ritos.

Desde entonces, aquella fiesta primitiva se ha ido transformando a lo largo de los siglos. Lo que sí está claro es que en aquella fiesta los druidas llevaban a cabo sacrificios humanos con el objetivo de adivinar el futuro.


Se desconoce el momento exacto en el que el Samhain empezó a celebrarse; tan solo se sabe que tenía como protagonistas a los hechiceros britanos y que ya se practicaba antes de la conquista romana.


 "Era un pueblo que practicaba las artes ocultas y adoraba a la naturaleza, a la que atribuía cualidades sobrenaturales."

Loa druidas, eran un punto central sobre el que se apoyaba la sociedad. De hecho, esta civilización se mantenía unida gracias a ellos. La razón principal era que se encargaban de contentar a los dioses, pero además  también eran los médicos del pueblo. Sus rituales de curación se basaban en las plantas que recogían en el bosque.

Como pueblo que basaba una buena parte de su existencia en la naturaleza, los celtas daban una importancia suma a  los ciclos estacionales. Para ellos el año se dividía en dos grandes épocas: el invierno y el verano. La primera asociada con la muerte y la segunda con la vida, y para conmemorar el paso de una a otra, celebraban dos fiestas en honor a los respectivos dioses a los que asociaban cada una de ellas. Los celtas adoraban al dios Sol
( Belenus), el primero de Mayo y adoraban a otro dios, ( Samhain), el dios de la muerte o de los muertos.

 Al parecer la fiesta del Samhain duraba tres días y tres noches y en el se conmemoraba el inicio de la estación muerta del año, en la cual campos y seres vivos dormían a la espera de la próxima primavera.

Las creencias de los druidas afirmaban que, en la noche del 31 de Octubre, Samhain, convocaba a los muertos para que vinieran al mundo de los vivos. Era, en definitiva una jornada mágica, en la que el miedo a los muertos se mezclaba con la esperanza de recordar a un familiar que hubiese dejado este mundo.

Durante las celebraciones, los celtas practicaban varios rituales. Uno de ellos era encender grandes hogueras en lo alto de las colinas como símbolo de renacimiento de la naturaleza y de la vida durante la noche de Samhain. Los fuegos eran un elemento central de la celebración, pues se creía que con ellos se lograba espantar a los espíritus malignos, que enfadados por haber sido castigados por el dios de la muerte, se dedicaban a hacer tretas a los vivos.

La gente se ponía grotescas máscaras y danzaba alrededor de la gran fogata pretendiendo que eran perseguidos por los malos espíritus. Esta fiesta era considerada un momento propicio para pedir por los espíritus de los fallecidos y para practicar la magia y las artes adivinatorias. Esta última era realizada por los druidas, quienes consideraban que podían averiguar el futuro usando vegetales...o sacrificando seres humanos a los dioses.

La barbarie del Samhain continuó hasta el siglo I d,C., cuando los romanos llegaron hasta Britania, "civilizando" la festividad erradicando los sacrificios humanos.

Con el paso de los años, la Iglesia Católica instauró la fiesta de los " Mártires Cristianos" el día 1 de Noviembre.

miércoles, 14 de octubre de 2020

MEIGALLO




 Na nosa rúa botáronnos un meigallo. Eso é o que comentaban onte unhas veciñas entre risas por unha bolsa con tres ovos e unhas moedas que dende hai días está pousada nun dos cruces. O certo é que ninguén a retira e cada mañá aparece nunha das catro esquinas da encrucillada.Eu díxenlles que seguramente alguén que foi mercar os ovos esqueciuna no chan e non volveu a recollela, pero contestáronme con sorna: Si, Si...

O meigallo é unha das superstición máis antergas de Galicia e ao parecer levábase á práctica cando as enerxías máis negativas asolagaban a alma de alguén que precisaba liberarse delas botándolle todo o mal á persoa obxecto da súa xenreira. A miúdo había que acudir a unha meiga para que a instruira sobre a práctica máis axeitada a cada caso.

Sempre se facía con nocturnidade nas encrucilladas e as aves eran elementos moi comúns nestas prácticas da meiguería.

Os cruces de camiños tiveron un caráter máxico nas antigas culturas agrarias. Os romanos colocaban neles pequenos altares de culto aos deuses Lares e alí depositaban ofrendas, por eso  en Galicia foron cristianizados os cruceiros, esas cruces de pedra que aínda hoxe vemos polos camiños. Cando os enterros eran peatonais sempre se paraba o cadaleito en todos os cruces para rezar tres padrenuestros pola alma do difuntiño.

Cando polos medios racionais non se lle atopa solución aos problemas, algunha xente acude a outros métodos máis inmateriais para ver de amañalos. Eu tiña unha parente que non acadando solución a algo acudía a Santa Rita. A pequena imaxe da avogada dos imposibles acompañouna durante toda a súa vida e botaba man dela sempre que lle conviña. Ao parecer o sistema funcionaba e cando non era así atribuíao a que as pregarias non foran acompañadas do debido fervor, por eso a santa non tiña a culpa dos fallos.

A meiga, ten un carácter dual, xa que tanto pode actuar como mediadora para curar os males como aliada do demo para botar o temido "mal de ollo". Hai meigas nas que a maldade é intrínseca, como a meiga chuchona, que se adica a chupar o sangue dos nenos. Porén, en moitas ocasións o meigallo prodúcese por non atender a un favor que a meiga solicita, como acontece coa meiga lavandeira, que solicita axuda para lavar a súa roupa.






As meigas son omnipresentes nos ditos populares en Galicia:  "É cousa de meigas"  " Botáronlle un meigallo",  " Meigas fora" ...

Botareiche un meigallo

Fareiche un conxuro

Farei que pagues alto

O prezo do meu orgullo

Fareiche mal coa vista                                           

Robareiche o alento

Para que camiñes torto

Para que che leve o vento

Deixa que te teña preso

Daquela non che hei de soltar

Á que che teña preso

a un pozo heina de botar

Non cabemos os dous 

atados polas palabras

de odio, maxia e amor.

Vai dando a volta guapo

Vai dando a volta

que quero verche a cara

 que tes agora.







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  • sábado, 10 de octubre de 2020

    Llegando a casa.


     En cada piedra un suspiro, en cada piedra un pecado, en cada piedra un sueño, en cada piedra un dolor... 
    Y en cada gota de lluvia un llanto, un sollozo apenas audible, un recuerdo amable imperecedero, a pesar del tiempo y de esa lluvia que cae sin desaliento día tras día. Y es que volver a Compostela es como volver a casa, es como volver a hablar con el alma que un día soñó una promesa. 




    Se oye el eco fiel de una campana de la Catedral, grave, fuerte,  que va rebotando en las piedras, besándolas; esas piedras  que forman la mágica atmósfera de esta ciudad como en ninguna otra.


    Me gusta la luz amarillenta de sus farolas, sus reflejos en los charcos, esos que se han ido formando con las pisadas del tiempo.







    Oigo la vida detrás de mí y, mientras recorro  los senderos del recuerdo oigo su murmullo, sus versos, su canción. Y me acerco... Solo se oyen mis pisadas en la noche, así es como a mí me gusta volver a Compostela. Me acerco al final de mi camino.  No se lo que me aguarda, allí, detrás de aquella esquina o bajo aquel soportal. Presiento algo incierto, quizás amenazador en la oscuridad de la noche, pero en  lo alto la luna llena ilumina el resto de mi viaje, siempre viva, siempre esperanzadora y poco a poco me va envolviendo la noche con su eterno abrazo. He llegado a casa.


    jueves, 1 de octubre de 2020

    En los días de otoño.



     En los días de otoño los ríos se llevan las flores y hace que reverdezca la piel de la montaña de altas cumbres y también los valles profundos. El musgo, agostado después del calor del verano, reverdece sobre las rocas de granito, las cruces de los hórreos, las ermitas ...su tacto es suave y agradable haciendo del paisaje un nuevo mundo más limpio.

          

    El mundo vibra, aquí, donde el tiempo parece no existir y las aldeas parecen brotar de la tierra como pequeños cúmulos de hongos. La naturaleza encierra un universo de fauna y flora único con formas tradicionales que se han mantenido casi inalteradas desde hace siglos.

    Galicia está llena de prados y de regatos de aguas limpias que el sol suave, en esta época del año, llena de caricias. La tierra se hace silenciosa en otoño y las aldeas que aparecen enraizadas en las laderas parecen brillar bajo el sol; los gallos cantan una nueva alborada porque nuevas gentes han venido a habitarlas.

    En esta tierra, en algunos de sus lugares, las montañas tocan el cielo y los bosques se transforman en un mar infinito de verdes que nos invitan a perdernos en él para descubrir sus secretos y la maravillas naturales que esconde.

    Si nos vamos hasta lo alto de la montaña conoceremos la piedra básica de inciertos orígenes que no es más que la huella de la historia. Si caminamos los senderos, estos, nos conducirán hasta la belleza armónica de la soledad y, en el valle buscando el salto de agua, veremos reflejar la luz en miles de gotitas que  saltan entre las piedras. 

    Las aldeas cercanas son su paisaje más vivo a pesar de la dureza de la montaña y allá en el Courel, es agradable sentir el viento de la cumbre, en la vieja casa recuperada, a la que han vuelto algunos pocos de los muchos que se fueron. Sabemos que algunos de esos pueblos se quedaron sin gente, aunque ahora  parecen volver a la vida.

    La calma otoñal de la montaña nos permite escuchar el rumor del regato transparente y las canciones de los pájaros nos animan el paso en el poco frecuentado camino de la sierra.

    Y el color del otoño nos dejará asombrados por los castiñeiros de los soutos y las devesas y una vez que escuches como cantan los pájaros y el agua, el espíritu de esta tierra penetrará en ti.

                




    miércoles, 23 de septiembre de 2020

    Las aterradoras máscaras de la Peste negra II

     En  una de las épocas más oscuras de la humanidad pocas máscaras han llamado tanto la atención como las utilizadas durante el tiempo que duró la epidemia de la Peste negra . En ellas se mezcla lo siniestro y lo inquietante, despertándose quizás un miedo atávico a la propia muerte y, sobre todo a la enfermedad.

    Las gente moría asustada, abandonada, dolida en el alma y en el cuerpo en una de las épocas más terribles. Pocas máscaras han llamado en ningún otro momento, tanta atención como las utilizadas durante las epidemias de la Peste negra.

    Esta máscara formó parte del clásico atuendo del llamado <<Il dottore della Peste>>. Una vestimenta que más tarde , ha pasado a formar parte del atuendo tradicional de disfraces en el famoso Carnaval de Venecia.

    Si volvemos atrás en el tiempo nos encontramos en una de las épocas más oscuras y más duras, allí donde la peste negra andaba con pies de gigante. Asoló Asia y Europa en varias ocasiones. Se sufrían graves hemorragias, fiebres y una muerte casi siempre inevitable. Los médicos en esta época se vieron obligados a idear una vestimenta especial para evitar contagios, pero no fue hasta  la segunda  epidemia- sucedida entre -1575 y 1577- cuando se empezaron a usar con más frecuencia este tipo de máscaras. En especial en Venecia donde había tenido su origen.

    En aquel momento se creía aún que la enfermedad se transmitía por el aire y penetraba por los poros de la piel, por eso se establecieron las siguientes protecciones para << il dottore della Peste>>

    Sombrero de ala ancha, gafas, guantes de cuero, un enorme abrigo encerado hasta los pies, una enorme vara para examinar al paciente sin necesidad de tocarlo y una máscara con forma de pico de ave, de tal forma que el impacto que recibía la gente enferma cuando el médico le visitaba era terrorífico.

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    La máscara de los médicos de la Peste, era siempre alargada con un pico muy semejante al de las aves. La longitud era siempre la misma, la justa para mantener una prudente distancia del paciente y no respirar así su >>aliento envenenado>>.

    En el interior del pico, se introducían elementos aromáticos, como mirra, láudano, alcanfor, hojas de menta, pétalos de rosa, clavos de olor... elementos que según los médicos, podían paliar la introducción de la enfermedad en las vías aéreas. La verdad es que muchos eran los médicos que terminaban infectándose ya que su eficacia como protección era escasa.

    El dolor que acompañaba a la gente en aquellos días por la horrible enfermedad, era resguardado por un extraño personaje que se paseaba por las calles de las ciudades afectadas entre gritos de dolor y súplicas de los que padecían la enfermedad. Los familiares de los afectados, en su desesperación por ayudarles, buscaban ayuda de personas que pudieran proporcionar una cura.
    Una figura que, sin duda, a través de su aspecto,  inspiraba un miedo atroz. Sin embargo, a pesar de su aspecto, el médico de la peste negra se convirtió en aquella época en la única persona capaz de infundir esperanza entre los afectados.
    Eran personajes misteriosos tanto por su apariencia como por el significado de su presencia en la región. Se mantenían completamente alejados de los ciudadanos para evitar el posible contagio de la enfermedad que trataban. La curiosa máscara los mantenía alejados de los pacientes disminuyendo de esta manera el contagio directo. Estos doctores también asesoraban a los pacientes de como morir y afrontar ese miedo con el menor sufrimiento posible. Algo que no se contempla hoy en día.

    miércoles, 16 de septiembre de 2020

    La peste negra I



    Fue la pandemia más devastadora en la historia de la humanidad. Se transmitía  a través de las ratas y en la Edad Media la falta de higiene y el hacinamiento de la población favorecía su trasmisión sin dificultad. Se estima que esta plaga acabó con 50 millones de europeos.

    Cuentan que a comienzos de 1348 entró en Baiona la muerte negra y en pocos meses se extendió por toda Galicia, aniquilando un tercio de su población.

    La epidemia llegó en el cuerpo de una pulga que viajaba sobre una rata negra y que viajaba como polizón en un barco que recaló en el puerto de Baiona.

    Aquella rata y aquel año cambiaron la historia de Galicia y de medio mundo porque la gran epidemia de la peste negra no solo diezmó a la población del siglo XIV, sino que revolucionó la sociedad, propiciando el gran cambio de la Edad Media hacia la edad Moderna.Nunca un pequeño bacilo hizo  tanto por retorcer la historia del mundo.

    La máscara de los médicos de la Peste eran siempre alargadas, con un pico muy semejante al de las aves.

     La longitud era siempre la misma, la justa para mantener una prudente distancia del paciente y no respirar así su < aliento envenenado>.

                                                                                        

    En Galicia todo empezó con aquella rata que ahora está casi desaparecida pero en el siglo XIV era la que propagaba con rapidez las enfermedades.

    La ruta de la peste hasta Baiona había sido larga. Cuando el caudillo mongol- Genghis Khan -invadió China había desatado el brote pues en la región del Himalaya había ratas negras portadoras de la peste de forma endémica.Más tarde la extendieron por toda Eurasia hasta llegar a Ucrania. 

    Por la ruta de la seda arribó a grandes metrópolis europeas como Constantinopla o Venecia. Luego fue cuestión de tiempo que la epidemia avanzase de puerto en puerto hasta que en 1348 recaló en la ría de Vigo. En el verano de este año la enfermedad ya estaba en Compostela. Documentos de esa época hablan de casas despobladas por la muerte de familias enteras. La muerte negra mataba a ricos y pobres.

    El pánico se apodera de la población. Muchos dejan las ciudades y huyen a los montes, ya que al ser la rata negra el principal vector, la peste se ceba con el mundo urbano. Además comienza a perseguirse a los judíos, que son acusados de propagar la dolencia.

    De nada servía prohibir el desembarco a muchos buques que llegaban a los puertos gallegos ya que las ratas bajaban por las maromas a tierra sin necesidad de pasaporte.

    Los cementerios de Galicia quedan desbordados, pero la enfermedad no desaparecía. En cada generación hubo un brote de peste hasta casi el siglo XVIII. A veces llegaba a través del Camino de Santiago. Ninguno fue tan fuerte como el primero, aún así en la de 1569, se contaron en Vigo miles de muertos. Tal era el pánico que existía, que se dictaban permisos por autoridades civiles y eclesiásticas para que la gente pudiera ausentarse de sus hogares y de sus trabajos y retirarse a vivir a los montes.


      Remitió en 1350, tras casi dos años azotando Galicia. Fue la más mortífera, la que cambió el mundo. Pero regresó una y otra vez hasta el siglo XVIII, aquel bacilo, que llegó en el cuerpo de una pulga, que viajaba a lomos de una rata, que era polizón de un barco que recaló al puerto de Baiona a comienzos del fatídico año de 1348.

    lunes, 7 de septiembre de 2020

    O raposo galego


     





      O raposo está a pásalo moi mal en Galicia, os cazadores galegos levan matado 75.000 zorros entre 2011 e 2017. 12000 cada ano. Esto é una auténtica vergoña, é una desfeita, que o raposo non merece.

     Hoxe o maior inimigo que teñen os raposos son os cazadores e o único inimigo natural que ten e o lobo. Nótase que ten poucos depredadores e que lobos non abundan moito e o lince non existe e así o raposo campa por tódolos lugares de Galicia. É o amo.  Non é difícil de ver, inda que é esquivo. Vese realmente todo o ano. Moitas veces cruzando a estrada, outras entre a matogueira baixa, etc...
    Recorre una media de 7 Kms. diarios en busca de alimentos e marca de moitos xeitos o seu territorio. É un auténtico oportunista, ou sexa: consume alimentos dos que dispoña, de doado acceso, pouco traballo e baixo risco. Consume de todo o que pode e lle deixan. A súa especialidade son as galiñas e ovos. logo os coellos, pero vaille  todo: ratóns, ratas, toupos, ourizos e todo tipo de paxaros. Dependendo da época pode comer froitos ( as uvas por exemplo, gústanlle moito) e tamén insectos, por comer, come ata peixes.
     Son moi amigos de facer despensas. Sen  dúbida son precavidos.
    A súa tobeira é moi profunda, sempre excavada en ladeiras orientadas o sur e con varias vías de acceso como corresponde a un animal que o verse perseguido require sair por varios lugares.
    Teñen una forma moi curiosa de cazar; rebózase en terra para simular que está morto, incluso pode ata sacar a lingua e así parecer inda máis morto, deste xeito os corvos e outras aves carroñeiras vanse acercando ata que o raposo reacciona comendo a máis dunha.
     Un método moi eficaz que utilizan para botar as pulgas fora do seu corpo é o seguinte: collen una ramiña ou garabullo calquera dunha árbore, logo siguen con él na boca e métense, pouco a pouco, primeiro a cola, nun pequeño pozo dun río ou regato; as pulgas evidentemente van ocupando lugares do corpo que estén enxoitos. E así pouco a pouco o resto do corpo, dando tempo as pulgas e demais a ir ocupando lugares mellores. Cando o raposo observa que os seus parásitos están na rama, sae do río.

    A súa mala fama está moi extendida. Fama de ladrón, de pícaro. Non é para tanto, . Eso sí, si te descuidas, adeus galiñas. Tamén pásase un pouco, as veces tamén mata e nonas leva.

    O que contan del, sempre é de picarón. As veces faise o morto para tratar de burlas ós seus frustrados perseguidores. Cando caza é un auténtico fenómeno, por exemplo coas perdices utiliza una argucia moi propia: primeiro asusta as perdices e produce a chamada encarballeirada ( todas asperdices voan as árbores). Unha vez que ten fixada una perdiz subida o carballo, ponse abaixo a dar voltas rápidamente para adiante e para atrás, moito tempo. A perdiz loxicamente non lle perde a vista o raposo, e esa é a súa perdición xa que o final cae mareada.
    Evidentemente o raposo ponse as botas.

    ¿Pero que é a liberdade para o raposo? Se conta que si queda prendido dunha pata é capaz de roer o óso ata que quede libre e escapar dese xeito...
    Soio perde parte da súa intelixencia, cando está en celo. Esto é una norma xeral de casi todos os animais, incluso do home, e esta baixada de bandeira é aproveitada por algún para darlle caza de forma mais doada.
     A tradición ten convertido o raposo no símbolo da astucia e da sagacidade e cando falamos do raposo sabemos que se vale de mil argucias para conseguir os seus obxetivos que no son outros que vivir e alimentarse.
    En moitos pobos do mundo o raposo está relacionado có espíritu do bosque ou da montaña e tamén co espíritu do mal; pero no fondo sempre se considerou que este animal era astuto e intelixente e por suposto moi prudente.





    martes, 25 de agosto de 2020

    A pedra da serpe

    Los Petroglifos dejados por nuestros ancestros son  vestigios de carácter simbólico de un verdadero conocimiento tan amplio que hoy en día es casi imposible comprenderlos; lejos de ser primitivos o de gente sin cultura, es todo lo contrario, estas obras de arte fueron realizadas por verdaderos científicos, con una cultura muy amplia tanto en astrología, astronomía, ingeniería, matemáticas, topografía y todo aquello que encaje en los cuatro pilares del conocimiento: ciencia, filosofía, arte y mística, y unido a esto, comprendían la íntima relación que existe entre el humano con el sistema solar, nuestra galaxia y el universo.
    Cuidadosos de  que su conocimiento prevaleciera a través del tiempo, se dieron a la tarea de grabarlos en piedra para que aquel que tuviera entendimiento, entendiera el mensaje y de la misma manera prevaleciera oculto para aquél, que viendo, no ve.
    De origen desconocido y fecha incierta, A pedra da Serpe es la joya de los petroglifos de la Costa da Morte monumento único de suma importancia, despertó la curiosidad de muchos historiadores y aún hoy sigue siendo objeto de estudio. Se trata de una roca de granito con el relieve de una serpiente, sobre la que se clavó una cruz. En la base del crucero se puede apreciar la figura de una serpiente alada, algo excepcional en el mundo occidental.

    Cuenta la leyenda que fue San Adrián, patrón de esta parroquia. el que libró a esta tierra de una plaga de serpientes al golpear fuertemente el suelo con el pie y hacerlas desaparecer a todas, quedando encantadas bajo esta piedra.
    El culto a la serpiente aparece en tiempos prehistóricos y es símbolo del conocimiento y de  sabiduría oculta, aunque la realización de este relieve sea posterior: romana, medieval o incluso más tardía. Estos cultos paganos tan arraigados que se manifiestan en otros lugares de la costa atlántica fueron combatidos por la Iglesia católica, que cristianizó muchos de ellos.
    En Galicia las representaciones de las serpientes se remontan a la época megalítica, apareciendo algunos grabados en dólmenes y en algunos yacimientos de los castros, pero el relieve figurativo, como el de esta piedra, sólo aparece a partir de la romanización.
    El significado de la simbología de la serpiente es muy variado y, en muchos casos desconocido. Se ha relacionado con la idea de la fecundidad, como protectora de tesoros, como símbolo de curación y eternidad y también como elemento demoníaco.






    jueves, 20 de agosto de 2020

    El silencio

    Mmmmmmmmmm


    Las formas del silencio
    de Carmen Pardo
    Es preciso perderse para empezar a escuchar.
    Es preciso hacer el silencio en la escucha y en la mirada para descubrir las formas del silencio.
    El silencio se escribe, se ofrece a la escucha. En la escritura musical el silencio es figura y cada nota figurada
    posee su recíproca figura silenciosa, la figura de pausa. Una figura que mide el silencio.
    En el lenguaje verbal también se grafía el silencio. Así, los puntos suspensivos dejan colgado el discurso, lo
    suspenden. Pero el valor de estos puntos depende de la palabra que los antecede.
    Tanto el silencio del lenguaje como el silencio que se introduce en la música suelen ser respiraciones que reclaman
    la atención. Respirar será crear el hueco en el que la atención puede desplegarse. El silencio es entonces como
    un suspiro, el nombre con el que la tradición francesa del s.XVIII designaba al silencio del valor de una negra
    en música. El silencio de negra es un suspiro, el de corchea medio suspiro, el de semicorchea un cuarto de suspiro...
    Y en este suspirar tal vez sea posible modificar la forma en que se escucha, transformar el oído.
    Aprender a escuchar, aprender a escuchar el silencio y el sonido van a provocar una autoalteración. Esta es como
    es sabido, la enseñanza que nos brinda el músico norteamericano John Cage quien de modo magistral enseñó a
    escuchar las formas del silencio. Unas formas que requieren destruir la grafía del lenguaje, de la memoria, para
    mostrar que silencio y sonido siempre están en continuidad.
     1. Y en el centro... el silencio
    En 1937, en una charla realizada en Seattle, el músico afirmaba: "Si la palabra "música" se considera sagrada y
    reservada para los instrumentos de los siglos dieciocho y diecinueve, podemos sustituirla por otro término más
    significativo: organización de sonido" . Esta definición, empleada asimismo por el músico francés Edgar Varèse,
    expresaba la voluntad de transformar la composición musical en un lugar de organización donde tuvieran cabida
    todos los sonidos:
    los ruidos y el silencio. De este modo, la música del s.XX se fue alejando de un sistema composicional que,
    comúnmente, era designado con la metáfora de la arquitectura.
    En el interior de esa metáfora, el silencio posee un valor cuantitativo: la figura que lo representa y que indica por
    cuanto tiempo se debe interrumpir la nota, así como un valor que podría llamarse intensivo y que depende del
    lugar que ocupa el silencio en la composición. El modo en que se escucha el silencio en esas construcciones viene
    determinado, generalmente, por la manera en que se atiende al sonido. Pero, se podría asimismo, escuchar el
    sonido que continúa en función del silencio que le precede. No obstante, esta segunda posibilidad solía quedar
    relegada y cuando se hablaba del silencio en música, se acostumbraba a afirmar que la función del silencio consistía
    en concurrir al sentido de la melodía. En consecuencia, el silencio se convierte en una pausa cargada de intención.
    El silencio es entonces ese suspirar que capta la atención con una intención prefijada, un silencio que puede crear
    expectativas, un silencio que interrumpe...
    Este procedimiento, se encuentra todavía prendido en la dualidad entre sonido y silencio. En este sentido, se
    acostumbra a aludir al efecto o efectos que puede provocar el silencio. Unos efectos que están anclados en un
    silencio que es solamente concebido como ausencia de sonido.
    Frente a este silencio marcado con las huellas de la ausencia, los sonidos de la composición musical se presentan,Atender al silencio es escuchar lo que usualmente se escapa, lo que pasa desapercibido. Para ello es preciso parar
    la actividad que urge y dirige hacia lo que se debe hacer o escuchar. Se hace necesario detener la rueda del dharma
    por así decirlo, ocupando los tiempos fuertes, los tiempos que obtienen la máxima audiencia. El engarce entre los
    sonidos, sabiamente conducidos, puede producir entonces lo que en el barroco se denominaban los afectos, o en
    el romanticismo la expresión musical. Pero ¿qué ocurre cuando la composición se inicia con un silencio?, ¿cuando
    el silencio ocupa los tiempos fuertes?
    Se produce un contratiempo que puede dotar de una nueva dimensión a esa efectividad del silencio, que lo sitúa
    en un obrar indeterminado aún, en un estado de indecisión. Esta indecisión del estado silencioso, en el que aquello
    que se escucha es a veces pensado como si fuera el silencio mismo, es lo que se anuncia cuando se hace del silencio
    una efectividad mayor. Se trata entonces de un silencio que se iguala al Vacío, a la Nada, pero que aún puede ser
    inscrito en la dualidad entre sonido y silencio. Sin embargo, sólo hay que seguir escuchando para darse cuenta
    de que después, cuando el sonido se inicia, las indecisiones van cobrando forma y el silencio suele ser relegado

    sábado, 15 de agosto de 2020

    EL MAR enmascarado

     A pesar de que el tiempo muchas veces se asomaba dudoso y las nubes parecían sospechosas, iba a estar con la playa,  a pisar la arena mojada y a sentir como resbalaba entre mis dedos cuando la ola rompía en la orilla. Respiraba algas y soñaba mundos y la libertad me llegaba a borbotones con la espuma y el vuelo de las gaviotas. Escuchaba su música y yo tarareaba al mismo tiempo.

    Algunos surfistas cabalgaban a merced de la olas saliendo a su  encuentro porque aprendieron el idioma de los vientos y  las mareas.
     
    Parece no importar cuantas veces nos perdamos en la visión de su inmensidad, siempre nos impresiona. Esa fuerza que transmite el mar, provoca una reacción peculiar en el ser humano; parece amplificar y sacar a la superficie nuestros pensamientos más profundos.
     
     Las circunstancias, sin embargo, nos han enmascarado a todos.

    Nos asemejamos a los antiguos vaqueros y forajidos del viejo oeste americano. Se han disfrazado formas y modos y debemos aprender a entender de nuevo el lenguaje de los ojos, para comunicarnos y comprender a los demás. Nos estamos reinventando, readaptando a conversaciones filtradas por la incomodidad de una tela.

    Enmascarado, el verano de 2020, llegó al fin. Nunca había tardado tanto en llegar. Lo esperábamos con ansia, con  esa ansia de libertad y desasosiego por poseer esa libertad que tiene el que ha carecido o carece de ella.
    No sabemos con certeza si a la orilla del mar, enmascarados o no, o en las montañas el verano está aliviando la señal del miedo. Esta sensación de paréntesis acabará muy pronto y entonces llegará septiembre que como a un mal estudiante le pasará la factura que le debe, pues el verano no es más que un baile que, en septiembre, caerá de los tendederos, como los sueños.

    "La libertad Sancho, es uno de los más preciados dones que, a los hombres, dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y se debe aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres".

    Ahora, queramos o no, estamos cautivos de nosotros mismos.

    Darlo todo al presente consiste en hacer todo lo que se ha podido en ese momento con respecto a lo que queremos. Es así como debemos construir nuestro destino, centrándonos en cada situación intentando dar lo mejor de nosotros mismos. Lo que vivimos actualmente no es más que la consecuencia de lo que hemos aprendido y de la actitud que tomamos ante cada una de nuestras experiencias, sin embargo, es evidente, que no todos aprendemos de la misma manera ni con la misma responsabilidad que implica la libertad de unos y otros.

     

     
     

    lunes, 13 de julio de 2020

    Faro de Cabo Vilán

    cabo vilán costa da morteUno de los puntos más peligrosos de la costa gallega es el cabo Vilán. Su entorno natural es imponente tanto si nos acercarnos a él por mar como por tierra. Se yergue desafiante ante el Océano, como retándole. Solo se deja arrullar, orgulloso y regio, por las gaviotas que vuelan acercándose desde el infinito horizonte.
    Estamos en Camariñas, en la Costa da Morte. Un lugar donde los naufragios se sucedieron sobre todo a finales del siglo XX. Son peligrosísimas estas aguas y también son de una belleza escandalosa, lo cual justificó la presencia de un faro que guiara a navegantes.
    El faro primitivo que se encendía con una lámpara de émbolo de aceite de oliva no lograba superar con su luz el punto más alto de cabo Vilán, provocando zonas de oscuridad a pesar de que se intentó rebajar el terreno a base de dinamita.
    El faro de Cabo Vilan señala uno de los tramos más peligrosos de la Costa de la Muerte, pero también uno de los más hermosos. Asomarse a ese océano que rompe sus olas contra las rocas imponentes de este lugar es, cuando menos, todo un privilegio . Allí se siente la libertad. Erguido a 125 m de altitud y unido al antiguo edificio de los fareros posee un potente cañón de luz, capaz de conseguir los 55 km.
     
    El gobierno inglés, bandera de la mayor parte de los barcos hundidos en este punto, llega a exigir al gobierno español una mayor intensidad de luz en este lugar. Así todo, no será hasta 1885 cuando se apruebe la construcción del futuro faro de !ª orden para Vilán.


    El 15 de Enero de 1896, en un momento en que los pueblos más próximos no tenían todavía luz eléctrica, entra en funcionamiento el nuevo faro de Vilán irrumpiendo como una gran novedad. El faro de Vilán será el primero de España en utilizar energía eléctrica.
    Los ingenieros Francisco Lizárraga y Adolfo Pequeño, levantaron una torre octogonal de 24 metros de altura que aparenta más por el lugar en el que se ubicó: una roca a 80 metros sobre el nivel del mar.
    descubrir costa da morte cabo vilano

    Se dice que en los días de temporal la torre se mueve, abanea con el viento, pero los expertos aseguran que no hay nada que temer ya que esto indica la elasticidad de los materiales con los que está construido.
     
    Su luz alcanza los 125 metros de altitud llegando a alcanzar los 55 kilómetros. En sus orígenes, se necesitaron seis fareros, un maquinista y un fogonero para dar servicio al faro por lo que se construyó un edificio de servicio que se encuentra unido a la torre por un túnel con más de cien escaleras. Actualmente, este espacio alberga un Centro de interpretación de los naufragios, faros y señales marítimas que guarda entre otras piezas originales, la primera linterna del faro

    subida-faro-vilan
    La soledad de los fareros es entendida a veces como símbolo de libertad y aunque son unos enamorados del mar también saben que él, es un asesino.

    martes, 30 de junio de 2020

    Un viejo corazón

    Hoy toca hacer limpieza  a fondo en el corazón. Tengo que reconocer que últimamente lo tengo bastante abandonado. Bastantes sueños que creí caducados hace tiempo, llaman a mi puerta con insistencia y yo no tengo ganas de abrirles.

    Llevan aquí media vida olvidados en un rincón y sé que los he guardado durante más tiempo del necesario y sin embargo, como siempre me pasa, me cuesta deshacerme de ellos, por si me sirven alguna vez, ¡me digo!. Pero cuando me doy una vuelta por aquí, la nostalgia me lleva de la mano y con cuidado voy  desempolvando aquellos sueños que no por ser  antiguos, sé, lo sé,  no han quedado olvidados

    He entrado a buscar un sueño y me he encontrado con un corazón cansado y también triste y apagado,  con recuerdos igual de tristes que llenan las estanterías, con desengaños arrumbados  que no dejan espacio para nada nuevo.

    Así que he quitado esas cortinas hechas con tela de desánimo y derrotas que no dejan pasar la luz y voy a poner visillos, finos, transparentes, porque quiero llenar de luz este trastero llamado corazón
      He decidido abrir la ventana y dejar que entre la luz y el aire. Volveré mañana con el cesto del olvido y lo llenaré de cosas con colores nuevos.






    jueves, 25 de junio de 2020

    Santuario do Corpiño

    Las Leyendas, igual que los mitos, casi siempre tienen un fondo de verdad; una verdad que las hizo nacer y desarrollarse. Buena parte de la historia está hecha de tradiciones orales y a ellas, hay que recurrir cuando se pretende hurgar en su origen.
    En el corazón de Galicia, en las tierras por las que discurre el río que da nombre a esta comarca, el Deza, está ubicado, el actual Santuario de Nuestra Señora de O Corpiño, en la falda del monte Carrio.

    Miles de gallegos, procedentes en su mayoría del medio rural, acuden los días 23 y 24 de junio al santuario de la Virgen de O Corpiño, a quince Km de Lalín, para curarse de los males más temidos por el pueblo gallego: el meigallo o embrujamiento, que ha llevado a quien lo padece a sufrir serias enfermedades, incluso a volverse loco. Se  le atribuye fama de curar enfermedades del alma como mal de ojo, depresiones, embrujos o  posesiones de espíritus malignos.

    En el santuario gritan, babean, escupen, muerden, gimen y blasfeman, hasta que consiguen arrojar de su cuerpo al demonio.
    La romería de O Corpiño, no es la única de estas características que se celebra en Galicia.  Existen cientos de lugares a los que se acude para ahuyentar a los demonios, pero, quizás, ninguno goza de la popularidad y devoción de esta que la ha llevado a convertirse en una de las manifestaciones religioso-profano-económicas más importantes del país. Se va buscando preferentemente, que el milagro aleje al demonio, aunque la fama del santuario es tan grande que en él puede encontrarse el remedio a cualquier mal.

    Se cree que esta virgen ejerce poderes sobrenaturales sobre los que padecen trastornos mentales o cualquier otra dolencia, por eso miles de personas acuden cada año buscando que el milagro aleje  el   meigallo de su cuerpo. Participan en lo que se ha llamado una terapia de grupo, protagonizando escenas que van desde lo divertido a lo trágico, en medio de un ambiente de gran tensión, misterio y devoción.
    Los enfermos gritan histéricamente resistiéndose a entrar en el templo, porque la tradición asegura. que gritando, maldiciendo y resistiéndose, desaparecen todos los males.
    El griterío de los que acuden a remediar sus enfermedades, se confunde con la música de los últimos éxitos de Julio Iglesias, Bertín Osborne, Ana Kiro, que llegan de los puestos de feria próximos, en los que se ofrecen desde castañas contra la envidia, escapularios y estampitas, a pan, pasando por pulpo y cerezas, con las oraciones que a través de la megafonía llegan desde el interior del templo.

    La puesta en escena, antiguamente era mucho más histriónica, en la actualidad el momento de mayor devoción se produce cuando la Virgen de O Corpiño es sacada a hombros para la procesión.
    Un griterío ensordecedor inunda el lugar, al tiempo que empujones y codazos ayudan a encontrar un lugar privilegiado, pues hay que conseguir que la imagen sea pasada por encima del enfermo que agachado o tumbado intentará tocar su manto. Los lamentos y gritos se reproducen de tal forma que no consiguen ser apagados por el repique de las campanas y la música de la banda que figura al frente de la marcha. La conmoción es general mientras dura la procesión y, solo cuando la Virgen ha vuelto al templo, retorna la calma. Es, entonces, cuando llega el momento de volver a casa o de sumarse a la fiesta organizada por los mozos del lugar. 

    domingo, 14 de junio de 2020

    Himno del antiguo reino de galicia

    El paisaje medieval gallego estuvo siempre dominado por el Castro, que fue, en definitiva, el comienzo de la vida organizada cuando Galicia estaba solo habitada por tribus galaicas.
    Sobre los castros se elvaron torres, fortalezas y castillos medievales y, a la sombra de estos nacieron las pequeñas "leiras"; parcelas de tierra cultivada que hicieron posible la vida campesina.


    La Edad Media transforma a Galicia; sobre ella, se alzan los señores feudales, absolutos dueños de provincias enteras. Son los Andrade, los Lemos, Pedro Madruga, los Altamira, los Trastámara... Se dedican a la caza, especialmente del jabalí y por supuesto a la guerra.

    En esta época se agiganta la leyenda de Santiago Apóstol, entre la leyenda y la devoción se abren los caminos que desde Europa, atravesando las más altas montañas, llegan a Compostela. Llegan miles de peregrinos y así surgen los grandes monasterios, que serán los centros culturales de los días medievales de Galicia. Luego, los "Irmandiños" fuerzan la decadencia feudal y con su revolución se destruyen fortalezas desde las que se cometían todo tipo de atropellos contra campesinos indefensos y marineros .

     El antiguo reino de Galicia perduró a lo largo de 1400 años y jugó un relevante papel en algunos de los aspectos más sobresalientes de la historia de España, como por ejemplo, en La Reconquista con la expulsión de los árabes.La Edad Media fue, sin duda, una época de gran esplendor para el país.  Galicia fue el primer reino de Europa. Existió ya desde el siglo V y abarcaba desde el río Duero, hasta Cantabria y León. Ya la integración de Asturias en el reino de Galicia, se produce en el reinado de Alfonso I y  Ramiro I  en el siglo IX.
    Uno de los aspectos determinantes para la consolidación del reino, fue la noticia del descubrimiento del sepulcro del apóstol en el monte Libredón y el papel que desempeñan las sedes episcopales y los monasterios.
    A finales del siglo IX Alfonso III pretende mantener las tierras de Galicia bajo control mediante los nombramientos de herederos de la casa real para su gobierno, pero estas medidas no calmaron los conflictos entre los nobles gallegos y los monarcas astur-leoneses.
     
    El reinado de Alfonso VI fue de vital importancia porque impuso las peregrinaciones a Santiago, aunque el culto al apóstol había comenzado mucho tiempo atrás. Es en este momento cuando Galicia pasa a tener su configuración actual y se inicia una de las etapas más brillantes de su historia.
     
    Entrando ya en el siglo XIII la urbanización de Galicia comienza alrededor de dos ejes fundamentales: el camino de Santiago y la ruta de la costa permitiendo así la creación de núcleos comerciales gracias a las vías xacobeas  que permiten la creación de núcleos comerciales.
     
     Nacen poblaciones como Arzúa, Melide o Portomarín. Y puertos estratégicos como A Guarda, Noia, Baiona, Vigo, Muros,  Coruña, Betanzos o Viveiro
     
    Este fenómeno urbano revitaliza ciudades episcopales como: Lugo, Ourense, Mondoñedo y Tui, a las que se suman Santiago, A Coruña y Betanzos como las siete capitales del reino de Galicia. Durante estos años las ciudades viven su época dorada.
     
    Pero después de largas etapas de desarrollo cultural, social y económico el siglo XIV viene acompañado de hambruna, peste y miseria. Los conflictos entre la nobleza tuvieron consecuencia para toda la sociedad hasta el inevitable estallido de la Revolución Irmandiña en 1467.

    En realidad el reino de Galicia existió durante catorce siglos.

    lunes, 20 de abril de 2020

    Toca silencio

    Desde algún lugar una campana deja oír su tañido como un largo lamento, faros sonoros que han acompañado a caminantes, peregrinos y habitantes de pueblos y aldeas.


    Chis...silencio..No hagas ruido
    ¿No lo oyes? Es la caracola del tiempo
    el tic tac asesino de la vida.
    Es el viento de la muerte que sopla
    y te lleva sin remordimientos.


    En medio de tanto parloteo, de  tanta información, de tantos ruidos y sonidos que hacen parte del ambiente, se hace obligatoria una pausa en el camino para que entre el silencio.

     Y aún así, hay silencios que gritan, que duelen, que hieren y yo vago, como un fantoche, como alma en pena, como sombra sin ruido, como un  clamor desolado.

    Y luego, llega el silencio, el silencio que apaga el brillo de las hojas, el silencio que hace que se escuche el titilar de las estrellas, parece que el aire se ausenta y apenas, muy apenas, se oyen los rumores del alma.
    Están demasiado calladas, demasiado silenciosas, deberían tocar y tañer en un largo lamento que inundara calles, pueblos, prados y valles.
    Nos hemos quedado demasiado huérfanos de ternura, de sabiduría, de templanza, de complicidad.
    Se han ido, han dejado que se fueran sin despedirlos si quiera, aquellos  de mirada cansada, tierna, amorosa, en donde podíamos refugiarnos de la vida.
    Dicen que los abuelos nunca mueren, se vuelven invisibles y duermen para siempre en nuestro corazón.

    martes, 31 de marzo de 2020

    Ser un niño de montaña

    Ahora que se ha ido el invierno hay que volver otra vez a la gran montaña por la que discurren los cauces de los ríos capaces de crear los valles que dividen los dientes de la sierra para ver un paisaje diferente y para ver los misterios que se esconden en pequeños lugares desconocidos para el viajero común.


    Lo mejor de la niñez siempre han sido los cuentos; cuentos escuchados de labios de los abuelos capaces de llevarte por lugares desconocidos y llenos de misterios.
    La fortuna de escuchar historias y leyendas, al pie del fuego de una lareira, en una casa de esas con techo de pizarra que parecen colgarse en las laderas por las que trepan cien bosques diferentes, impregnará todos los recuerdos de una infancia feliz.
    Cuando en aquel invierno  se me ocurrió pensar en lo fácil que hubiera sido  mi vida aquí, en este lugar al que no llegan los malos y la naturaleza contagia el bien al prójimo cercano, pensé que si hubiera sido un niño de aldea y crecido  como esos jóvenes no hubiera llegado a ser lo que ahora soy: cascarrabias, guerrillera sin ejército contra abusos, maltratos y crímenes de esta humanidad que se cometen cada día de nuestra cómoda existencia.

    Tampoco me indignaría el mero avance del telediario y para nada me importarían eso politiqueiros que solo se preocupan de si mismos, montando repúblicas imposibles, elaborando presupuestos mal repartidos, haciendo pactos con el diablo o robando todo el dinero posible que pasa por sus manos.

    Soy una egoísta que le hubiera gustado vivir esa grandiosidad habitada por unos pocos, junto al viejo perro de mirada fiel, junto al ganado harto de sabrosa hierba y los otros animales que  esconden su libertad en el bosque magnífico en el que crecen fantásticos árboles de origen incierto.

    ¿Despreciarías tú la oportunidad de escuchar el silencio del amanecer, solo interrumpido por canciones de pájaros, o el de los atardeceres, cuando únicamente se escuchan aullidos de lobo y graznidos de águila?

    Pues yo no. Por eso he venido a pisar los caminos y a escuchar las historias que contaban los abuelos, sentados sobre la roca granítica que toca el suelo y recibiendo de cara el viento libre que curte los rostros.

    Me contaron leyendas de hombres que enterraron vivos, de reinas que nunca reinaron en este mundo, de ángeles que liberaron a los cristianos del cautiverio romano...

    Literatura popular, en suma, de profunda tradición oral en las familiares noches de los bellos inviernos de nieve y calma.

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