lunes, 23 de mayo de 2016

A TERRA GALEGA


¡Teño medo d´unha cousa que vive e que non se ve!. 

Decía Rosalia de Castro:  - tengo miedo de una cosa que vive y que no se ve- , esta aprensión por la muerte, ese siniestro presentir la tragedia, ese misterio de la niebla envolviéndolo todo, sumergiendonos en duras soledades.

Así, en Galicia, no hace demasiado tiempo

en las frías noches de invierno, al calor de la lumbre se contaban historias y leyendas llenas de un misterio candoroso y trágico. Eran, estas historias, de santos, de almas en pena, de duendes y de ladrones.
 Afuera, la galerna soplaba y parecía que en cualquier momento el tejado de la casa iba a desaparecer entre las fuertes ráfagas de un viento huracanado y, cuanto más silbaba él, más temor producían las historias.

Muchas de las aldeas se perdían entre las montañas y entonces, la única distracción que había se reducía a las visitas a la iglesia y al cementerio.

Bajo estas condiciones muchas de las realidades pasadas  fueron transformándose con el tiempo en historias dantescas sobre brujas, hadas, duendes y muerte.
Existen muchísimas leyendas, sin embargo las más conocida, la más popular y a la que más se le teme es la de La Santa Compaña.

Al anochecer, especialmente en Víspera de Todos los Santos, la frontera entre el mundo de los vivos y de los muertos se vuelve tan tenue, tanto, que es posible que un humano quede  atrapado en este peregrinaje de las almas de los difuntos.

Se dice, que en determinados días y en determinadas circunstancias, la noche se convierte en una procesión de almas en pena, vestidas con túnicas y capuchas presagiando la muerte de algún vecino del lugar. Caminan descalzas formando dos hileras; a la cabeza de las cuales un ser vivo lleva una cruz y un cubo con agua bendita. No descansa nunca, cada noche entra en trance, abandona su hogar y encabeza la procesión, guiando a las almas  a través de caminos y veredas. Despierto no recuerda nada aunque sus piernas muestran los arañazos de las zarzas de los caminos y su rostro va adquiriendo una palidez cadavérica para morir al fin si un sacerdote no lo rescata de su desdichado final. Si fallece, la muerte lo mecerá en el descanso eterno por haber purgado sus pecados en vida.
Una forma de liberarse de esta carga es encontrarse con otro humano mientras se acompaña la peregrinación. La cruz ejerce una atracción sobrenatural sobre la mente  del recién hallado, por lo que se hará cargo sin resistencia alguna a coger la cruz y sustituir al anterior .
Las almas en pena llevan una vela, pero su luz es invisible a los ojos de los vivos, sin embargo su presencia se delata por un fuerte olor a cera y un ligero viento, que no todos los humanos pueden ver. La peregrinación de "A Santa Compaña",es tan sólo visible para algunos seres especialmente dotados.
Se puede intuir su paso por un fuerte olor a cirio y en ocasiones se oyen los aullidos lastimeros de los perros.
Si se viene a Galicia, es importante conocer las diversas manera de ponerse a salvo en el caso de encontrarse con tal lúgubre procesión; pero cuando el miedo es más fuerte que la razón, lo mejor es apartarse del camino e ignorarla, aunque se dice que la forma más segura es dibujar un círculo e introducirse en él y tomar una cruz y rezar. Rezar.


"En la noche fría dejan sus moradas
viniendo a este mundo a expiar sus culpas
más después de las nueve, y en lontananza
multitud de luces caminan sin rumbo.

Sigo la procesión con un hacha de cera
soy una parte de ellos que aterrorizan la aldea
entablo amistad con fantasmas y visiones
bañando en terror a los pobres de espíritu.

           ¡ A Santa Compaña!
Cierra esa ventana y atranca esa puerta
encomiéndate al santo. ¡ A Santa Compaña!
son almas en pena que salen de la iglesia 
con la cruz y vagan por los contornos.

Por la cerradura sacan a los dormidos
para que se unan a ellas y a su tan lúgubre marcha
más pobre aquel que no pase por muerto 
porque le entregan un cirio y ese no vuelve a su lecho"








domingo, 15 de mayo de 2016

LLueve en Santiago.


No se yo que buscaba en las callejuelas que tanto me gustaba perderme en ellas. Oír el latido de la vida, adentrarme en las mismísimas entrañas de la ciudad vieja y antigua, en donde las farolas hablan con su eterno parpadeo en la oscuridad de la noche  mientras el silencio viaja entre luces y sombras.
Es al caer la noche cuando esa luz amarillenta baña las piedras de Compostela y la atmósfera cobra un aire de solemnidad y  misterio.

Si la niebla se apodera de la ciudad, ante nuestros ojos pueden aparecer arquitecturas fantásticas, torres iluminadas y sombras misteriosas. Después, cuando escampa, los charcos del pavimento, reflejan torres, balconadas, volutas, como un mundo arquitectónico invertido. Es entonces inevitable no recordar a Torrente Ballester diciendo: " Que la niebla es el caos de donde la campana va sacando las cosas."

Como yo,  la lluvia y los caminantes han buscado el silencio recogido entre los rincones de las callejuelas gastando las piedras mojadas. Casi se puede retratar el silencio cuando las campanas de la catedral apagan su tañido.                                                                                                         Canción  del Madrigal de Federico García Lorca a Santiago de Compostela 

                                                                                             
El paraguas me resguarda y me cobija.

Me hace creer que viajo dentro de una burbuja del tiempo.
 He vuelto allí donde soñaba con los sueños, de la mano del silencio. Tengo una cita conmigo; voy a mi encuentro y no quisiera llegar tarde. Subo por la Rúa del Villar, paso Fonseca y al cabo doy ya casi el último paso antes de que la Plaza del Obradoiro se abra ante mi.

La veo atravesar la plaza, corriendo bajo otro paraguas y detenerse bajo los soportales.
La observo con curiosidad y me reconozco, feliz, llena de vida y al mismo tiempo ajena a la misma vida; a la senda larga y profunda que traigo yo, mi yo de ahora pegada a las huellas de mis zapatos.

La observo, sin que perciba que la estoy mirando. Me gusta observarme y se que adora ese lugar y por lo tanto la he citado allí con la esperanza de que nuestro encuentro en el tiempo se produzca en una atmósfera de mágico misterio como a ella le gusta. De repente se gira, su mirada recorre cada rincón de su plaza, como a ella le gusta llamarla y... sin querer, se encuentra con la mía. Es joven y por tanto confiada. Me dedica una sonrisa al verme llegar que yo acompaño con otra de igual acogimiento.Nos abrazamos, ella pregunta; yo respondo. Y...
                       Después decidimos seguir buscando el silencio













viernes, 6 de mayo de 2016

FAROS: Los guardianes del mar


Donde terminaba el malecón y empezaba el muelle estaba el viejo faro, blanco y redondo, con una pequeña puerta, una ventana circular hasta arriba y una inmensa linterna.

Si la mar está en calma:
"Desde el balcón más alto de mi faro
pesco con caña
veinte metros de hilo
y un anzuelo de plata"
Emilio Prados
Los faros, esas construcciones altas, recias, orgullosas, que no temen vientos ni tempestades. Siempre alertas, oteando el horizonte con su gran ojo lleno de luz, como un hermoso dragón que vigila la entrada al mundo de los sueños donde, aveces, nos perdemos.
 La noche se ha vuelto fría y la niebla penetra en el cuerpo clavando sus interminables agujas de hielo sobre nuestra piel. 


El mar ruge desde el fondo de sus entrañas, de repente se ha vuelto violento. Grandes y enormes olas se levantan y se enfrentan furiosas con el enorme dragón. Todo se ha vuelto negro y la ausencia de color hace que nuestro miedo crezca por momentos, parece que se ido la vida.
Caballos con crines blancas cabalgan sobre olas gigantescas que fustigan sin piedad una y otra vez las rocas de los acantilados. Las gaviotas se han refugiado en tierra, ninguna sobrevuela ya, sobre nosotros. No hay estrella en el cielo, ni luna ni ningún otro lucero, solo oscuridad, oscuridad y miedo.
Parece que seremos tragados por la espuma de las grandes olas que después de chocar contra las rocas se retiran a enorme velocidad para volver a acometer con más furia, si cabe, la próxima vez.
Pero...de repente, cuando todo parecía perdido, un sonido, un destello de luz aparece entre la densa y fría niebla. 
Completamente mojados y cansados solo nos queda llevar el barco lo mejor posible, pero sólo los bofetones de las olas en los ojos y las gotas que se colaban por dentro del traje de agua eran capaces de sacarnos del letargo o de la muerte repentina.

No olvidaremos los crujidos del barco, los aullidos del viento y el estruendo de las olas al golpear sobre la cubierta, las violentas sacudidas y por y sobre todas las cosas, la sensación de sentirse muy muy pequeño e insignificante ante esta enorme y sorprendente demostración del poder de la naturaleza.

Adormilados por el frío permanecíamos en silencio atados al barco hasta que al fin guiados por la luz y el sonido de la sirena del faro entramos al abrigo del puerto.

sábado, 30 de abril de 2016

Cuando florecen las glicinas


"Si el cuquillo no ha venido el 25 de abril, o se ha muerto, o lo han matado, o es que no quiere venir".
Pero no sólo han llegado los cuquillos y los vencejos cruzando el aire, también golondrinas y aviones están aquí ya muy cerca de nosotros. Es el sonido de la vida
La tierra suspira alegre en  Abril que huele a jazmín y a azahar.

Las glicinas se han ido enrollado en la estructura de la pérgola a lo largo del tiempo, abrazándose a ella, diría yo, que con ansia de florecer. Su aroma atrae inevitablemente los recuerdos; esas conversaciones que uno mantiene consigo mismo. Y es que con bastante frecuencia, últimamente, me hablan desde el otro lado del espejo, aparecen de golpe rescatando una niñez rodeada de aromas y olores tan persistentes, que atraviesan la nostalgia de otra edad y se sientan conmigo a oír el silencio.
La tierra en abril suspira y entre suspiros se llena el aire de aromas del jazmín, el azahar y las glicinas. Hay una preciosa luz que inunda la tierra. No cabe duda que, en otoño, los colores hacen soñar; sobre todo, a aquél que lleva en el corazón a un artista; son como el buen vino añejo, sin embargo los colores en abril, embriagan como un vino joven trayendo alegría y bienestar.
La naturaleza despierta y las gotas de lluvia que el cielo hace caer,  besan el sol haciéndolo multicolor asomándose en él el arco iris.






En la lentísima belleza de la noche, a altas horas, cuando la luna se hace de plata en el cielo, el corazón decide, cambiar de soledad y de sendero.

Esta tierra es verde porque el verde aparece sobre otro verde a medida que cambiamos el escenario de nuestros sueños.



Los prados se visten de verde y cantan:

Son de abril las aguas mil. 

Sopla el viento achubascado, 

y entre nublado y nublado 

hay trozos de cielo añil.
 Antonio Machado





En primavera  late aún más fuerte el corazón verde de Galicia. El canto del cuco en los bosques y la vuelta de las golondrinas, certifican su llegada. Este mes, es un terrible loco y como tal inestable, juega a sorprendernos con días de azul intenso a otros encapotados de gris y lluvia fría.





Y todo esto ocurre cuando florecen las glicinas















lunes, 25 de abril de 2016

La flor que se convirtió en un símbolo












El clavel; la flor que puso fin a más de 40 años de dictadura en nuestro país vecino: Portugal.
Fue la última revolución romántica que acabó con la dictadura más antigua de Europa.Un movimiento revolucionario de militares y ciudadanos.
El "25 de Abril", la gente abarrotaba las calles, los soldados, con los rostros cansados, se sentaban a horcajadas en los cañones de los carros blindados; los aplausos y el rojo, el rojo de los claveles salpicaban el aire.
La canción "Grandola Vila Morena" dio la señal de madrugada en una cadena de radio para la sublevación en los cuarteles; al igual que los claveles rojos con que la población de Lisboa obsequió a los militares que habían salido a la calle. Esa primavera se impregnó de un halo romántico que todavía sigue conservando.

La revolución de los claveles, es el nombre dado al levantamiento militar del 25 de abril de 1974 que provocó la caída de la dictadura que dominaba Portugal desde 1933, la más longeva de Europa.

El fin de este régimen permitió que las últimas colonias portuguesas lograran su independencia tras una larga guerra colonial y que Portugal se convirtiera en un estado de derecho democrático.
Dos canciones en una emisora de radio serían las que darían la señal, significaba el comienzo de la libertad y el fin de una dictadura.

Pasadas las 12 de la noche del 25 de abril de 1974, radio Renasçenza emitió una canción por todas sus emisoras. "Grandola Vila Morena", una canción prohibida por el régimen junto a otras muchas y que de esta manera se convirtió en símbolo de la ciudadanía y de la oposición al gobierno. Se decidió que sería la señal definitiva del comienzo de la revolución de un país dominado por el silencio.

Se infiltraron en las principales emisoras de radio del país y comenzaron a emitir llamamientos para que la población no saliera de sus casas y para que la policía no interfiriese en las acciones de las tropas. Pero el pueblo estaba harto de un silencio triste que duraba casi cincuenta años. Querían todos gritar junto a los Capitanes de Abril.


Al fin había caído la dictadura más antigua de Europa gracias a una revolución que sería recordada por un símbolo de la primavera, pues, mientras en Vietnam se lanzaban bombas, los militares del ejército portugués solo tenían claveles en sus fusiles, tallos verdes en los huecos de los cañones y pétalos de primavera desde donde, supuestamente, deberían salir balas.


El  pueblo que ha dado un gran ejemplo al mundo.



miércoles, 13 de abril de 2016

MISTERIOS EN LOS BOSQUES GALLEGOS


Una zona de bosque espesa: es una fraga gallega en cuyo interior, la luz llega siempre tamizada por el ramaje donde predominan robles, castaños, acebos, espinos, laureles y madroños.
Hay un tesoro en helechos; algunos de ellos provenientes de la época terciaria, cuando los dinosaurios aún dominaban la tierra; junto a ellos, a la sombra de los árboles crecen infinidad  de plantas y flores. Multitud de animales como el lobo, el corzo, la nutria, la marta etc conviven en él y el hombre deja de ser el protagonista de la vida del lugar










La tarde, de repente, sin avisar, se vuelve gris. Apenas el sol es capaz de atravesar la niebla densa que ha extendido sus brazos por el bosque. Fantasmas caminan despacio y susurran al viento sus lamentos de soledad y pérdida, dejando que la vida de los muertos perdure en la memoria de los vivos Mientras, la magia late entre los musgos que tapizan cortezas de árboles centenarios y muros de piedra y aparece en los caminos serpenteando entre ellos y, en  las aguas, intuimos el alma encerrada entre  murmullos callados. 
El propio bosque es protagonista; es el alma, la razón de ser de esta forma de vida, de estas creencias y de estas costumbres.
El buho ulula en la oscuridad que se cierne alrededor; la noche le ampara, ese es su reino. Esa "brétema"casi perpetua que esconde  y arropa la esencia de una tierra, en la que hay más encantamientos que milagros, más tragedias de amor que traiciones y más humor que lágrimas.






Y...


"Esto ocurrió en aquellos años en que una gallina costaba dos pesetas y la fraga de Cecebre era más extensa y frondosa.


Xan de Malvís apreció la inexistencia del bandido como una vacante que podía ser cubierta. Y se adjudicó la plaza"

Fendetestas, es el apodo que adopta, y harto del duro trabajo del campo y de las escasas ganancias que le aporta la labor de la tierra, decide echarse al monte y convertirse en el ladrón de la fraga,

El tiempo lo cambia todo y aquí también ha dejado la huella de su caminar, de tal manera, que la fraga de Cecebre, un precioso bosque de robles, ha cambiado  y sólo queda una pequeña parte de lo que fue y que cita Wenceslao Fernández en su novela "El bosque animado". Pero, de alguna manera, la vida continua y los seres del lugar se relacionan como antaño y casi me atrevería asegurar que el fantasma que pululaba entonces, una vez que la oscuridad de la noche se filtraba entre las ramas de los árboles y la luna se dibujaba en lo alto entre las nubes, sigue paseándose y espantando a todo aquél que, no sin temor, ha de atravesar el bosque de noche.

La meiga Moucha, que conoce las plantas del bosque y el alma humana como si se tratara de un elemento más de la naturaleza prepara sus quehaceres, que es cosa que no se cuenta ni debe contarse  porque los verdaderos secretos de las meigas no deben ser desvelados.



martes, 5 de abril de 2016

JULIO VERNE SE ENAMORÓ DE VIGO

"Pues señor Aronnax estamos en la bahía de Vigo y solo de usted depende descubrir sus misterios.
Miré alrededor del Nautilus, el fondo arenoso se veía nítido y claro. Dos miembros de la tripulación, vestidos con escafandras, se afanaban revisando toneles medio podridos y cajas reventadas entre los despojos. De las cajas y barriles se escapaban lingotes de oro y plata, cascadas de monedas y joyas que se esparcían por el suelo. Luego cargados del valioso botín, regresaban al Nautilus, depositaban en él su cargamento y volvían  para continuar aquella pesca de plata y oro.
Entonces lo comprendí. Aquel era el escenario de la batalla del 22 de octubre de 1702 ( La batalla de Rande). Allí acudía el capitan Nemo, allí recogía los tesoros de los galeones hundidos para poder financiar expediciones por todos los mares del planeta."
El 18 de Febrero de 1868 el Nautilus, a mando del capitán Nemo entraba en la ría de Vigo,poniendo la proa hacia el estrecho de Rande con el objetivo de encontrar las riquezas que los galeones españoles de la Flota de la Plata habían ocultado en sus bodegas y en el fango del fondo del mar inmortalizando un pedazo de esta tierra, que  llegó hasta la ría de Vigo navegando desde el Mediterraneo.

Unos tesoros que supuestamente, se encontraban allí desde el año 1702, cuando en plena Guerra de Sucesión, la Flota de Indias, acompañada por navíos de guerra españoles y franceses, regresaba de América cargada de metales preciosos. Se refugió en la ensenada de San Simón, al final de la ría, para ser atacada y hundida por los aliados anglo holandeses.

El 15 de octubre de 1702 entró en la bahía de Vigo el cargamento más rico venido de América desde el descubrimiento. Diecinueve galeones españoles, escoltados por veintitrés barcos de guerra franceses, traían ciento ocho millones de piezas de plata, oro y otras mercancías preciosas destinadas a costear la Guerra de Sucesión en favor de Felipe V pero una serie de desafortunados acontecimientos llevó a la llamada la Flota de Oro a dar con sus huesos en el fondo de la  ría.
La guerra y los piratas hicieron que los muchos tesoros acumulados durante siglos por aztecas e incas no alcanzaran nunca su destino y quedaron repartidos entre corsarios ingleses, holandeses y mercenarios franceses y, sobre todo entre el fango marino de la ría, en el estrecho de Rande, donde la bahía acerca sus costas en un profundo deseo de fundir sus orillas.
El más grande tesoro de la historia sólo es propiedad de los peces que lo contemplan y nadan entre las piezas de oro y plata mientras muchos aventureros sueñan con encontrar, algún día, el oro enterrado en estas aguas, donde descansan.


Suele estar solo, la gente pasa apresurada a su alrededor y ya nadie se para a contemplarle. Tampoco llama la atención el enorme pulpo sobre el que descansa. El capitan Nemo era un viejo lobo de mar,con el que se ha batido en muchas singladuras, su rostro está curtido por la libertad que concede el viento en alta mar. Un idealista al que el mundo de la superficie le da pavor. Sus ojos oscuros pueden abarcar una cuarta parte del horizonte; es valiente, orgulloso y enérgico, es un luchador, un disconforme, un idealista. Prefiere la reclusión, cree en la invención, en la imaginación, en el espíritu de curiosidad del ser humano y aborrece sus abusos y su crueldad.
Ama por encima todo la libertad. Es un apátrida cuyo reino eran los océanos de la Tierra y que pretendía vivir al margen de los gobiernos del mundo



La ría de Vigo se estrecha en Rande. Desde allí y mirando hacia los dos lados del puente se descubre una de las maravillas más grandes de esta tierra: la bahía de Vigo. Son sus atardeceres grandiosos, el mar se pinta de naranjas y amarillos mientras el sol se despide tras las aguas y una canción parece surgir desde el fondo como un viejo canto de sirenas atrayendo a marinos y navegantes en busca de uno de los tesoros más grandes de la historia.



miércoles, 23 de marzo de 2016

EL REDOBLE DEL TAMBOR


Yo no recuerdo cuando oí mi primer redoble de tambor, quizás en el vientre de mi madre, es posible, pues una corriente eléctrica me recorre la espalda, la piel se me eriza y mi alma se llena de una emoción difícil para mi de describir.

Recuerdo de mi infancia el frío que acompañaba siempre a la Semana Santa, la espera en las calles, el silencio y los cirios encendidos envueltos en sus capuchones para que una ráfaga de aire  no los apagara de un soplo y para que la oscuridad se hiciera sentir y la pena del alma saliera de los corazones. Recuerdo las mantillas de mi madre, las palmas.

Las procesiones avanzan siempre cortando la noche acompañadas por el sonido hiriente de las cornetas y por el ritmo grave de los tambores, cuyo eco devuelven los empedrados de las calles. Los ojos se alzan hacia los picudos capirotes y hacia las cruces de las procesiones que acompañan los pasos  y que casi llegan a rozar balcones y gárgolas.
El carácter solemne de la Semana Santa hace que tanto creyentes como no creyentes experimenten una profunda emoción al paso de las silenciosas procesiones .Los hábitos y los capirotes que ocultan a los cofrades  garantizan que solamente Dios los ve y esto acentúa aun más el carácter dramático de los pasos y procesiones.
El origen del capirote o capuchón
está en los comienzos de la inquisición, cuando a las personas que estaban castigadas por motivos religiosos se les imponía la obligación de usar una prenda de tela que les cubriera pecho y espalda y un cucurucho de cartón en señal de la penitencia que les había sido impuesta.
En la semana santa, existe un motivo de penitencia fundamental; los penitentes salen en procesión para limpiar sus pecados y mostrar públicamente su arrepentimiento. Las luces que portan muestran que caminan hacia la luz que es Cristo y siendo un acto público de fe, es una de las más sublimes manifestaciones externas y públicas con las que se pide mejorar. La manifestación privada de la fe pasa a ser pública y las calles se convierten en  iglesias.
Todo se envuelve de color y sonido, las emociones afloran ante el lento ritmo de los tambores, la marcha de la procesión, el balanceo de los pasos y el quejido doloroso de las saetas.
Incluso no siendo religioso, es difícil no emocionarse ante una atmósfera que conmueve.

La Semana Santa es la fiesta cristiana por antonomasia: Fue en Tierra Santa donde se inició la conmemoración de la pasión, muerte y resurrección de Cristo, creándose una liturgia específica y generando las primeras procesiones, no con imágenes como en la actualidad, sino con las propias reliquias de la pasión.
Las fechas de la celebración difieren de año en año, dado que la fiesta no está sujeta a una fecha específica sino a un fenómeno astrológico: primer domingo después de la luna llena tras el equinoccio de primavera.
 Resulta complicado saber cuando y cómo se celebró la primera procesión del cristianismo: En el Nuevo Testamento se describe al propio Jesucristo entrando de forma procesional en Jerusalén, rodeado de una multitud de seguidores.
 Las procesiones tienen un origen bíblico. En los primeros siglos la iglesia hizo suya esta tradición, pero tuvo que restringir cualquier manifestación pública debido a las crueles persecuciones a las que eran sometidos sus miembros.. Durante mucho tiempo las procesiones se celebraban dentro de los claustros y no empezaron a salir a la calle hasta los siglos X y XI
El Concilio de Letrán, en 1215, permitirá que dicha penitencia sea pública en las cofradías, pero con la obligación de que sea anónima para que nadie presuma de ello, ni trate de ganar ningún prestigio. Por eso se impone el antifaz, para que todos sean iguales ante la penitencia, desde el noble o el duque hasta la prostituta.


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