Galicia está formada en su mayoría por pequeñas aldeas, dispersas y diseminadas entre sus profundos y hermosos valles que han favorecido la conservación de sus creencias y costumbres desde tiempos ancestrales.
Es su orografía la que la hace especialmente misteriosa, atractiva, seductora y hermosa.
Es su orografía la que la hace especialmente misteriosa, atractiva, seductora y hermosa.
Uno de los rasgos del sentir de su gente es el estrecho vínculo que une al gallego con su tierra a la que ama profundamente. Esta unión alcanza su punto culminante en la muerte y el deseo de ser enterrado y fundirse con aquello que tanto quiere.
En el mundo gallego, la muerte no tiene un carácter apocalíptico sino esperanzador
Fue la iglesia, la que con su propagación de la idea del purgatorio y el fenómeno de la devoción de las almas que allí van a parar, determinó la puesta en pie de estos petos.
Estos petos colocados en encrucijadas de caminos y plazas recogían pequeñas ofrendas y limosnas de los caminantes, destinadas al pago de misas por sus almas.
La encrucijada ha sido siempre un lugar de encuentro entre los habitantes del mundo visible e invisible. Son los lugares más frecuentes pues son los lugares más concurridos por los vecinos y tradicionalmente uno de los puntos con mayor contacto con lo sobrenatural. Es el centro del universo-aldea.
La muerte no quiebra la convivencia entre quienes se han ido y los que se quedan, de tal modo que el cambio de amores, obligaciones y ayudas prosigue más allá de la muerte con nuevos aspectos.
Los seres del otro mundo habitan en el espacio no urbano y los vivos en la aldea y, en la encrucijada se encuentran.
El estudio de este espacio sagrado es importante para entender un sin fin de ritos y creencias muy arraigadas en el pueblo gallego; como la muerte, las meigas o el demonio .
En las encrucijadas se realizaban prácticas curativas, así como encuentros con las meigas, el demonio o la Santa Compaña. Además, es lugar de veneración a los difuntos y ánimas del purgatorio.
La iglesia no podía permitir este tipo de prácticas herejes e intentó cristianizar estas encrucijadas colocando en ellas "cruceiros" y "petos de ánimas" De esta forma la convivencia entre vivos y muertos llega a ser prácticamente diaria.
La muerte se siente cerca, ven a sus muertos en los sueños y despiertos, hablan con ellos, los esperan y los temen. Todo ello se remonta a un sentir muy anterior a la concepción cristiana del purgatorio introducida por la iglesia.
En las gentes de las aldeas sigue dándose la idea de auxiliar a las almas necesitadas de purificación y esto ha permitido una mayor conservación de estas construcciones.
La zona donde los petos son más representativos, son en el sur de Galicia y norte de Portugal, aunque se pueden localizar algunos en las provincias de Lugo y de la Coruña
Los petos están hechos, normalmente, de piedra y son de forma muy variada, llevan una hucha para echar limosna, con un cristal o una reja para protegerlo y normalmente una cruz en lo alto.
Todos tienen como motivo central las ánimas entre las llamas de purgatorio y una figura central que vela por ellas. Esta figura central puede ser un obispo, un rey o un santo. También puede aparecer la figura de Cristo en la cruz o de la Virgen, así como otras figuras secundarias como ángeles del purgatorio o elementos de la pasión.
Así pues, en Galicia tenemos resuelto el dilema de la cuarta dimensión.
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