

Entre nieblas es como viajamos casi siempre por Galicia y, es que la niebla envuelve a esta tierra llenándola de misterios que os invito a conocer.
La palabra exvoto proviene del Latin "ex voto" que significa " proveniente de un voto"; es decir, algo que se promete realizar al cumplirse o recibir un favor.
Han estado presente en todas las culturas desde la antigüedad y toman diferentes formas dependiendo de las características religiosas.
Los exvotos de cera, también conocidos como " promesas de cera " son figuras representativas de distintas partes del cuerpo humano que se ofrecen a la Virgen, Santos o Cristos como pago a las peticiones que a menudo se les hace.
El exvoto debe ser público, es decir que debe dar a conocer el favor recibido, dejando de esta manera, constancia del hecho.
Se hacen para ser expuestos en los altares, paredes y techos de las ermitas y santuarios para que todos los devotos puedan reconocer las actuaciones milagrosas. Debe, también, tener una relación con la persona que ha recibido el favor y el suceso portentoso que lo motiva. Así, describe el hecho milagroso y los datos personales del beneficiario.
Puede ser una réplica del miembro o la parte del cuerpo sanada. En cualquier caso, la ofrenda del exvoto tiene un carácter de representación que la diferencia de otras ofrendas monetarias o lamparillas de aceite, las velas y más aún de las donaciones que van a ser consumidas. Se trata, pues, de dar a conocer de manera perpetua los poderes sobrenaturales de una determinada imagen.
Estas características explican la cantidad de formas que guardan los exvotos - réplicas de órganos y miembros en hojalata, plata o cera, aparatos ortopédicos, prótesis, objetos de uso personal - fotografías, cartas, cuadros y todo objeto relacionado con la situación que motivó la ofrenda.
El exvoto aparece como respuesta ante la angustia y el dolor humano. La solución se halla en la realización de ofrendas y sacrificios que intentan llamar la atención de la divinidad ante una situación personal que se considera por el individuo de más gravedad y digna de atención que ninguna otra.
El hábito cultural de ofrecer exvotos a las divinidades en el mundo se pierde en los orígenes de la humanidad. Son numerosas las evidencias arqueológicas halladas en toda la Península. Estas formas de relación de origen pre cristiano continúan una vez cristianizado el territorio y llega hasta nuestros días habiendo dejado muestras tan destacadas como las lámparas, coronas y cruces visigodas.
Son tan antiguos como la religión misma. Nace de la necesidad que impera en el ser humano de establecer una relación con la divinidad, tan estrecha y particular como pueda, que se acentúa en momentos cruciales de la vida de las personas. Su éxito radica en que atiende una necesidad primaria del ser humano.
Exvotos de cera
Cuando los cauces habituales de comunicación con la divinidad se vuelven ineficaces y nos hallamos ante situaciones percibidas como especialmente graves, acudimos a estrechar las relaciones con el ser supremo a través de sacrificios, obligaciones y donaciones que nos imponemos como medio de llamar la atención de la divinidad.
En definitiva, establecemos un pacto con ella, estrechando nuestra relación hasta convertirla en un contrato, convirtiéndose en una clara humanización del ser divino.
Se convierte, pues, en un diálogo íntimo y directo, sin intermediarios con esa divinidad, pues los exvotos no se ofrecen a Dios o a la Virgen de manera genérica si no a una imagen muy concreta protectora de una determinada comunidad.
Estamos ante una forma ancestral de relación entre los seres humanos y los divinos. Una práctica viva que todavía podemos contemplar hoy.
Exvotos romanosEn tantos siglos los cambios han transformado profundamente la vida en todos los aspectos, sin embargo, seguimos usando, en los umbrales del tercer milenio, piezas increíblemente parecidas para publicitar nuestra angustiosa intimidad sobre el muro del santuario de la "virgencita" o santo patrón que ampara nuestra comunidad.
Entrada dedicada a Javier Alvarez Balboa.
De polvo y fango nacidos,
fango y polvo nos tornamos ¿por qué, pues, tanto luchamosRosalía de Castro
A lo largo de la historia, el gallego ha ido construyendo una relación muy cotidiana con la muerte que tiene una gran presencia en su sociedad.
Aún en el mayor dolor provocado por la muerte de un ser querido, la familia del fallecido no olvidaba un hábito fundamental de la comunidad: la hospitalidad. Con el cuerpo presente la familia recibía los pésames de sus vecinos, a los que agasajaba con sus mejores alimentos, vinos o licores para hacer la velada del muerto más llevadera. Era común que las mujeres se situaran en torno al cuerpo rezando y los hombres, después de alabar las virtudes del finado, se ponían al día sobre los últimos acontecimientos ocurridos en la parroquia entre trago y trago de un buen aguardiente o vino del país. Con ello un velatorio se convertía, además de en una expresión del culto a los muertos, en un motivo de reunión comunitaria en la que la gastronomía volvía a servir de nexo en la relación social.
La familia agradecía estas muestras de afecto de parte de sus vecinos ofreciendo, dentro de las posibilidades de cada cual, lo mejor que tenía, abriendo su casa y compartiendo sus mejores viandas. En alguna comarcas los familiares cocían una hornada de pan que llevaban en cestas durante el cortejo fúnebre para agasajar a los acompañantes del entierro y entregar al sacerdote una bolla: "la bola do enterro".
El otro mundo es un espacio muy próximo, no solamente porque es una cita que todos tenemos inevitablemente, sino también por estar presente en nuestras vidas. Los muertos no están solo en los cementerios. Sus espíritus pueden caminar en esa inquietante procesión de ánimas conocida como " A Santa Compaña", pueden dirigirse anónimos en cuerpos de reptiles a Teixido, pueden hacerse presentes a través de múltiples aspectos y fenómenos, Cada conmemoración de la defunción es costumbre realizar una misa de aniversario que se conoce como " o cabodano" y el día de Difuntos es el momento en que se honra a los muertos.
Cuando cae la noche se encienden cirios y lámparas de aceite para que los que nos han abandonado sepan que tienen una luz que vela por ellos, que no han sido olvidados.
En la comarca de Ferrol los niños preparan las tradicionales calabazas con una vela en el interior, que mantendrán encendidas durante la noche para espantar a las meigas, en un intento de recuperación de una tradición relacionada con el culto a la muerte que nos han legado nuestros antepasados celtas durante esta noche, la más peligrosa del año, en la que los celtas creían que las puertas que comunican este mundo con el más allá se abrían y los espíritus iban y venían a su antojo, por eso los guerreros celtas colocaban una pequeña vela en las calaveras de sus enemigos derrotados, para ahuyentar sus espíritus.
A pesar del miedo que tendríamos que superar. ¿Quien no querría volver a ver a aquellos que tanto quisimos y queremos, al otro lado de la puerta.?