domingo, 30 de noviembre de 2025

El monte Roncudo: el fin de la tierra














El nombre de Roncudo viene del ruido ronco que hace el mar cuando rompe en estos acantilados. 


En lo alto de la ladera del Monte Roncudo - situado en la Costa da Morte- envuelto por la bruma y el misterio, dos cruces se levantan frente al mar en honor de los percebeiros que perdieron la vida marisqueando en esta zona. 


Aquí, en esta zona, como en toda Galicia, hay un trato especial con la muerte, pero, quizás aquí la muerte está más cerca, se sienta entre nosotros y se asoma, también entre las olas.

Esta es una tumba sin nombre donde los muertos escuchan y ayudan a quienes les recuerdan, sin otro límite más que la inmensidad del mar.. Es un lugar donde los sentimientos y las emociones afloran sin querer. Es en definitiva un Campo Santo.

Por este lugar no se pasa, no hay ningún camino accidental que te lleve hasta allí.
Dicen que el nombre de Cabo Roncudo procede del ronco rumor del mar cuando se estrella contra las rocas. Aquí aparece el ritual marinero del "cambio de tella": aquí acudían las mujeres de los marineros a darle una vuelta a una teja para que el viento cambiara la dirección y sus  marineros pudieran llegar a puerto.

La luz del atardecer ilumina cada tarde las cruces en los acantilados. Los faros son seres vivos, más que formar parte del paisaje, lo crean.

En la actualidad sigue siendo uno de los puntos estratégicos más transitados de las rutas marítimas intercontinentales y uno de los más peligrosos para la navegación. El registro cartográfico de naufragios y salvamentos se llena de cruces que representan más de un centenar y medio de embarcaciones hundidas en el último siglo, pero se pierde la cuenta de los sustos cotidianos en la memoria colectiva de un pueblo marinero, por otra parte alegre y vital.

La costa da morte no es un cementerio. Son los ciento cincuenta kilómetros de vida marina y marinera mejor conservados de la fachada atlántica europea. Contiene las rías de Camariñas, Corme-Laxe y Lires en las cuales se sitúan junto con la Fisterra los principales puertos, pero no los únicos pues existen otros como el de Caión o el de Malpica que ofrecen refugio al mar abierto.



Excepto las pequeñas rías altas, se trata principalmente de una costa acantilada en una sucesión de amplias ensenadas que alcanza los mejores ejemplos de puntas agrestes en los cabos de Vilán, Touriñán o en Roncudo. Aquí encontramos los tramos litorales más salvajes con sitio para los arenales revestidos con la belleza del viento.

orilla del mar las ropas y comienza el regreso a casa.

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