cartas viejas, sobres viejos
con el color de la edad
sobre la escritura puesto.
Allí perecen las cartas,
llenas de estremecimientos.
Allí agoniza la tinta
y desfallecen los pliegos
y el papel se agujerea
como un breve cementerio
de las pasiones de antes
de los amores de luego.
Miguel Hernández
Ya, apenas se ven; eran amarillos, regordetes, depositarios de ilusiones, temores, deseos y noticias. Presiento que sus bocas se abren cada vez menos.
En mi caja de cartas aún late la vida. Hay cartas de cuando los amigos nos escribíamos. Ahora, tienen la edad de su tiempo y las ha puesto amarillas.
Que bonito era recibir una carta!, qué emoción rasgar el sobre y leer!; nos asaltaba el impulso de contar y manifestar nuestros afectos, nuestros recuerdos y hasta nuestras desgracias a través de aquellas cuartillas que llenábamos de palabras, para releerlas después, luego doblarlas y guardarlas donde siempre : con las otras.
Ahora, los que entonces escribíamos, sentimos nostalgia del hecho mismo de rasgar un sobre, de desdoblar el papel con parsimonia, o con nervios o con torpeza, pero la nostalgia ya no es lo que era, porque antes el amor tenía su misterio.
Antes escribíamos cartas y esperábamos con ansia la respuesta que había de traernos el cartero.
Han pasado muchos años desde que dejamos de escribir cartas a mano. Era todo un arte y alrededor de una carta personal siempre había un ritual.
No hace tanto tiempo, almacenábamos nuestra memoria y la familiar en álbumes fotográficos y también en cartas. Recuerdos de lo que habíamos vivido y también recuerdos de las personas que amamos, todos ellos guardados con cariño en trozos de papel.
¿ Como vamos ahora atesorar nuestros amores cuando el paso del tiempo nos borre la memoria o nos engañe con cosas que no sucedieron, con historias truncadas, con nombres difusos?.
Te felicito tienes un blog encantador un abrazo desde el mar de Miami
ResponderEliminarMuchas gracias RECOMENZAR. Un fuerte abrazo y espero volver a " verte" por aquí
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