el camino, y nada más;
caminante no hay camino:
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y, al volver la vista atrás,
se ve la senda, que nunca,
se ha de volver a pisar."
Caminar significa descubrir nuevos horizontes en la vida, encontrar nuevos paisajes, nuevas gentes, nuevos lugares, nuevas reflexiones. Lo importante del camino es el mismo camino, quedarán recuerdos de lo vivido, que nos ayudarán a comprender y a no cometer los mismos errores.
Todos hemos de recorrer nuestro camino con la incertidumbre de lo que habrá en él . No hay un destino que esté escrito, no hay nada que esté garantizado en la vida, no hay nada armado que nos espere, nosotros somos los que forjamos nuestro propio destino, golpe a golpe, verso a verso como decía Machado.
Si hay una tierra española que albergue en su seno la fuerza de la primitiva energía telúrica, esa es Galicia. Una energía que se veneró mucho antes que al mismo Apóstol Santiago. Porque antes, la misma tierra era digna de veneración.
Esa misma tierra ponía el límite a partir del cual comenzaba un nuevo reino: el mar y para que todo el mundo supiese donde comenzaba y terminaba cada reino, se hizo llamar al lugar Finis Térrea. La frontera entre el mundo terrenal y el espiritual ,allí, donde se originó todo y, a donde todo, termina por llegar.
Hasta hace menos de mil años se tenía la creencia de que este lugar era el confín del reino conocido. Más allá no había nada, solo mar. Si acaso unas bestias monstruosas que vivían allí donde terminaba el océano y devoraban a todo aquel que osase navegar por el "Mare Tenebrosum".
Estas ideas desaparecieron con el paso del tiempo, no obstante, este lugar sigue rodeado de misterio, de leyendas y de creencias que lo convierten en un lugar lleno de misticismo. Sigue siendo el final de un camino tanto físico como espiritual. Y es que cuando desde el faro del cabo Finisterre se ve fundir el sol con las aguas del océano es fácil comprender por qué en el pasado los celtas rendían culto al Astro rey en este lugar.
La tradición obliga a quemar alguna prenda de ropa que se haya vestido durante las etapas del recorrido como símbolo de la renovación interior que todo peregrino sufre en el Camino de Santiago. Se quema lo viejo para dar cabida a lo nuevo. Porque Finisterre es un lugar de finales, pero también de comienzos.
La llegada a la catedral de Santiago simboliza algo similar, ya que es el peregrino el que se abre a una nueva realidad espiritual, después de recorrer un camino que le ha ido revitalizando interiormente.
El viajero, no es el mismo al terminar el viaje. Este viaje continua más allá de la ciudad de Santiago;muchos peregrinos ampliaban su ruta para ver este acontecimiento, para estremecerse al ver como el mar engullía al sol mientras observaban el espectáculo de las rocas batidas por enormes olas.
Hubo un tiempo en la Península Ibérica en que los musulmanes dominaban prácticamente todo su territorio dejando arrinconados a los reinos cristianos en las zonas más norteñas del país.
Cuando los cristianos europeos ven amenazada su fe por el avance del Islam, se afirman en ella, peregrinando hacia el recién descubierto Sepulcro de Santiago pues Europa ve peligrar su identidad y su cultura.
Los caminos del antiguo Reino de Asturias fueron los pioneros en canalizar a los peregrinos a Santiago de Compostela. Así se fue formando esta vía como una vía medieval que creó una corriente jacobea internacional hacia los santuarios de Oviedo y Santiago de Compostela.
Estos peregrinos venían por tierra desde Francia o, por mar y recalaban en los puertos de Cantabria y País Vasco, procedentes de Flandes, Inglaterra, Alemania y Escandinavia, entraban en Galicia por Ribadeo, Viveiro, Ferrol o La Coruña alcanzando su puerto guiados por el haz de luz de la Torre de Hércules
La peregrinación a Santiago podía ser voluntaria, pero también obligatoria, ya que podía ser impuesta como penitencia, desde un punto de vista religioso, o penal, desde el punto de vista civil.
Nadie duda hoy en día de que el camino de Santiago que conocemos es una réplica de una antiquísima ruta de peregrinación que desde todos los lugares del mundo antiguo conducía hasta el país de Occidente o región del Ocaso.
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