El origen del carnaval, al parecer, se pierde en la noche de los tiempos, constituyendo una fiesta en la que los ritos y las manifestaciones de origen arcaico se mezclan en época romana con otros de tipo social que perviven hasta la Edad Media, durante la cual se les infiere un sentido cristiano.
No se rigen por normas civiles ni por preceptos religiosos, sus leyes son propias, como lo son también los personajes que viven efímera pero intensamente durante esos días previos a Semana Santa.
Ni la Guerra Civil ni la posterior Dictadura frenaron la existencia en Galicia de celebraciones de Carnaval o "Entroido" como aquí se llama.
Más tolerado que permitido, más discreto que multitudinario, dependió muchas veces que cargos locales y policiales, hicieran la vista gorda. Las máscaras y los disfraces hacían su aparición en la intimidad de las casas o en calles despejadas, cuando nadie con autoridad para poner una multa estaba a la vista.
Hoy en día "Xenerais, Pantallas, Peliqueiros, Cigarróns, Madamas y Galáns, el Boteiro, Folións o el oso de Salcedo no necesitan esconderse, su presencia es bienvenida y cada uno de ellos aparece en cualquiera de los carnavales de especial tradición de Galicia.
Ha sido en 2014 cuando por primera vez todas estas figuras, y otras, se dieron cita en la plaza del Obradoiro, en Santiago de Compostela, para la representación oficial del "Entroido".
Existe la opinión, muy extendida, de que la figura principal del Carnaval de Laza, el Peliqueiro, nace con los recaudadores de contribuciones del Condado de Monterrey ( Siglo XV). Otros, en cambio, opinan que el látigo para fustigar ritualmente, la representación de animales totémicos en la máscara y el revestimiento de piel, tienen un origen bastante anterior a la época medieval y este personaje está estrechamente ligado con los demás elementos que conforman el carnaval de Laza, en cuanto a sus posibles orígenes.
Las pantallas son ruidosas, inquietas y corredoras. Van ataviadas con camisa y calzones blancos largos sobre el que llevan un ancho cinturón del que cuelgan unas campanillas que son el instrumento secundario de su "música", pues en cada mano enguantada sostienen uno o dos globos hechos de vejigas que golpean entre sí para provocar un incesante y característico sonido.
Meten miedo si se ponen a dar saltos en torno a ti emitiendo sonidos extraños.
Su misión es velar porque todo el mundo vaya disfrazado, si te pillan sin disfraz es posible que te hagan pasar un mal rato o al menos, un rato, incómodo, además de obligarte a invitarles a unos vinos. Las pantallas sólo pueden salir de día y, por supuesto, nunca quitarse la máscara.
El origen de los Cigarróns es tan incierto como el de las Pantallas. Podrían ser reminiscencias de ritos prehistóricos, o podrían representar a los cobradores de tributos del Conde de Monterrey, allá por el siglo XVI en la comarca, aunque otras teorías los relacionan con los levantadores de la caza, debido a los cencerros que llevan atados a sus espaldas y con cuyo estruendo anuncian su presencia en las calles .
Los Peliqueiros se desplazan en fila, corriendo a saltitos calle arriba y abajo, abriéndose paso con la fusta y el sonido de sus chocas. (cencerros)
Las pantallas son ruidosas, inquietas y corredoras. Van ataviadas con camisa y calzones blancos largos sobre el que llevan un ancho cinturón del que cuelgan unas campanillas que son el instrumento secundario de su "música", pues en cada mano enguantada sostienen uno o dos globos hechos de vejigas que golpean entre sí para provocar un incesante y característico sonido.
Meten miedo si se ponen a dar saltos en torno a ti emitiendo sonidos extraños.
Su misión es velar porque todo el mundo vaya disfrazado, si te pillan sin disfraz es posible que te hagan pasar un mal rato o al menos, un rato, incómodo, además de obligarte a invitarles a unos vinos. Las pantallas sólo pueden salir de día y, por supuesto, nunca quitarse la máscara.
El origen de los Cigarróns es tan incierto como el de las Pantallas. Podrían ser reminiscencias de ritos prehistóricos, o podrían representar a los cobradores de tributos del Conde de Monterrey, allá por el siglo XVI en la comarca, aunque otras teorías los relacionan con los levantadores de la caza, debido a los cencerros que llevan atados a sus espaldas y con cuyo estruendo anuncian su presencia en las calles .
Los Peliqueiros se desplazan en fila, corriendo a saltitos calle arriba y abajo, abriéndose paso con la fusta y el sonido de sus chocas. (cencerros)
Cigarrones y Peliqueiros llevan una máscara con una burlona sonrisa y sobre ella una especie de mitra con motivos de animales, astros o naturalezas. Van vestidos con una camisola blanca, corbata y chaquetilla. Una faja ceñida en torno a la cintura porta en la parte trasera las pesadas chocas (cencerros). Medias, ligas y pompones visten sus piernas, mientras que, armados con una zamarra ( fusta) ponen orden entre los parroquianos.
Todo un espectáculo de color y sonido.
Todo un espectáculo de color y sonido.
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