En la ría de Ortigueira, junto al cabo Ortegal, se esconde este pueblo de nombre dulce y amoroso. Si hay un nombre adecuado para un pueblo gallego, ese es Cariño. Gustan los vivos colores de su flota en el puerto y su viejas casas apiñadas junto al mar.
No es fácil encontrar un lugar en el que se pueda divisar un mar y un océano a la vez, sin embargo hay un lugar, un lugar precioso, como uno de los muchos en esta costa y, este, es el pueblo de Cariño a 94 Km al noroeste de A Coruña.
Tres kilómetros al norte se encuentra el cabo Ortegal,que separa el mar Cantábrico del Océano Atlántico. Un punto mágico, un rincón indescriptible. Frente al Cabo, emergen de las aguas los Tres Aguillóns, tres rocas que desafían la bravura indomable de las aguas.
Se llega al cabo Ortegal por una estrecha carretera que discurre entre bosques de pinos y eucaliptos monte abajo, aunque su primer tramo se abre camino monte arriba y según gana altura proporciona estupendas y maravillosas vistas de la ría de Ortigueira y del pueblo de Cariño. Luego, en fuerte caída alcanzamos la punta más septentrional de la Península Ibérica, señalada con un faro cilíndrico de 124 metros sobre el mar.
Son hermosísimas las playas salvajes que rodean la península de Figueroa, la de Fornos de 400 metros de largo, la de Figueiras, más pequeña y recogida, frecuentada por las mariscadoras que siembran y luego recogen su cosecha de berberechos, la de Postiña o Area dos Cabalos que solo es accesible a pie desde las otras dos cuando baja la marea.
De frente: Os Aguillóns, pináculos que el mar ha separado de la punta; hacia el Este la ría de Cariño y Ortigueira y , más allá si la bruma no lo impide, la punta de Estaca de Bares, y hacia el Oeste, los elevados acantilados de Punta do Limo y Vixía de Herbeira, Y el Océano que se extiende más allá de lo que nuestra vista pueda alcanzar. Poderoso, profundo, irascible y salvaje.
Estamos ante las rocas más antiguas de Galicia, muy resistentes a la erosión, cuyo origen se remonta a 1. 160 millones de años.El cormorán moñudo, la gaviota patiamarilla, el mirlo azul, y el paíño común, que cría en los agujeros de las rocas, conviven en este litoral con aves rapaces como el halcón peregrino.
Frente al faro pasan cada año la mayor parte de las aves marinas europeas que emigran por miles. Un espectáculo digno de ser visto.
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