Los Castros gallegos son huellas del tiempo y la historia que nos enseñan como vivían nuestros antepasados. Era un espacio fortificado que se encontraba generalmente en zonas elevadas, como colinas o promontorios, de manera que esto les proporcionaba vistas estratégicas de toda la zona, lo que era enormemente importante en momentos de conflictos o invasiones.
Contaban con un recinto superior, la "Croa" y una serie de terrazas dispuestas hacia abajo.
Estaban protegidos por uno o más fosos, parapetos y murallas que rodeaban el recinto pudiendo tener en su entrada un alto torreón que controlaba la vía de acceso.
En tiempos de conflicto las gentes que vivían en campo abierto, se trasladaban a estas construcciones, situadas en lugares estratégicos con el fin de garantizar su seguridad.
Son característicos de la cultura celta en la Península Ibérica, especialmente en Galicia y Asturias, y reflejan la vida y organización social de sus habitantes a lo largo de los siglos
Lo peculiar de Castro Candaz, restos de un castro prerromano, que fue posteriormente una fortaleza medieval, es que está situado en la desembocadura del río Lama y del río Enviande, en medio del mismísimo río Miño en la parroquia de Piedrafita.
El Castro Candaz se encuentra en un promontorio rodeado de agua por todas partes, excepto el oeste, con tres llanuras como defensa natural. Al gran patio central se accede por una rampa y después de él al viejo castillo con una plataforma circular en la parte superior rodeado por paredes circulares concéntricas de unos 2,10 metros de altura. Se conservan los cimientos de la torre, aunque las dependencias de la zona oriental están destruidas.
Fue construido por un cónsul romano que estaba destinado en Lugo y se retiró a este lugar cuando las tribus indígenas lo derrotaron.
La bajada del nivel del agua del embalse permite que puedas pasar caminando y pasear entre sus muros. Algo que pasa en muy pocas ocasiones
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