Mi sombra es de tiempo quemado.
Va cosida a mi espalda.
Ha vivido días de sol y niebla, conmigo.
Me ha arropado en noches muy largas.
Soñé que se iba
que me dejaba.
Y...
Lloré su partida.
Mis noches, entonces,
se volvieron amargas.
Y en aquella oscuridad en la que
me cobijaba.
Tiré de ella
para que se quedara.
Y ella...
me miraba sorprendida
como si pensara que nunca la había sentido.
Sólo, porque la llevaba pegada
a mi espalda.
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