Al mar además de oírlo hay que escucharlo.
La mañana está blanca de niebla, paso a paso, descalza sobre la arena húmeda, camino por la arena de la playa, sin rumbo, junto al mar. A lo lejos aún, entre la niebla fría, se pueden distinguir las barcas de los pescadores casi besando el horizonte donde el mar parece desaparecer.
Aroma a caracolas y a conchas marinas, anacaradas, rosas y grises, me sigue en la caminata. Sobre la arena algas rojizas, castañas y verdes. Sobre la arena conchas y caracolas a las que el viento, jugando dentro les arranca un sonido. que como un suspiro sale del fondo del mar.El mar engalana a la playa ahora que la ha recuperado. La adorna con mantillas de espuma blanca mientras las gaviotas sobrevuelan a escasa altura sobre un mar gris verdoso.
Una caracola silba,
susurra a solas
la melancolía
que traen las olas
Me gusta el mar, necesito verlo, necesito ver las olas arrastrarse hasta la arena en los días de calma pero también verlas estrellarse estrepitosamente contra las rocas cuando el viento las irrita. Puedo dejar que el tiempo se muera mirando como las olas se levantan sobre la superficie, incansables, como abandonan en la orilla de la playa trozos de objetos que en algún momento guardó en sus profundidades.
En la época de las mareas vivas, cuando el mar se retira, el arenal casi desaparece para convertirse en un espejo donde mirarse
A veces, la playa, hace que me sienta como una intrusa, una forastera a la que tarde o temprano acabaría expulsando de su reino de agua y sal.
Como diría Benedetti: " Nunca sabré qué espero de él ni qué conjuro deja en mis tobillos, pero cuando estos ojos se hartan de baldosas y esperan entre el llano y las colinas o en calles que se cierran en más calles, entonces sí me siento náufrago y sólo el mar puede salvarme.
Sobre la arena desnuda encuentro una caracola, su sonido que viene de lejos es similar al del antiguo cuerno que llamaba a la batalla, se hacía sonar para espantar a los enemigos, tanto humanos como sobrenaturales y por eso los héroes llevaban a las batallas caracolas blancas en las que habían escrito su nombre
Te me acercas
contándome al oído milagros
de miles de leyendas
que quedaron entre tus aguas.
Me salpicas
con espumas inundadas de misterios
de otros tiempos y distancias
con lamentos de promesas
en tus bajamares intensos..,
Y yo me acerco y te salpico
Sabiéndome tan pequeño
tan desconsoladamente chico
tan solo entre mis gentes cotidianas
que me apabullan tus mareas
tus olas y tus resacas.
A veces me respondes...
pero de continuo callas y me resbalas
en las arenas de mi playa
que esperan impacientes tus respuestas.
A veces me arrastras
me llamas desde tus corrientes
escondidas y falaces
susurrándome con tus resacas
promesas de sirenas y jardines
mar adentro...
Y a veces, estoy a punto de creerte.
Berna Lázaro
En Cabo Home, un lugar para encontrarse con uno mismo y con Dios existe una caracola gigante que según; Lito Portela, el escultor de la obra, está hecha para que la gente pueda escuchar el mar desde dentro y sentirlo en uno mismo como una música que viene desde muy lejos.
DIEZ
Un lugar imprescindible a visitar para todos aquellos que deseen cazar atardeceres.
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