sábado, 15 de agosto de 2020

EL MAR enmascarado

 A pesar de que el tiempo muchas veces se asomaba dudoso y las nubes parecían sospechosas, iba a estar con la playa,  a pisar la arena mojada y a sentir como resbalaba entre mis dedos cuando la ola rompía en la orilla. Respiraba algas y soñaba mundos y la libertad me llegaba a borbotones con la espuma y el vuelo de las gaviotas. Escuchaba su música y yo tarareaba al mismo tiempo.

Algunos surfistas cabalgaban a merced de la olas saliendo a su  encuentro porque aprendieron el idioma de los vientos y  las mareas.
 
Parece no importar cuantas veces nos perdamos en la visión de su inmensidad, siempre nos impresiona. Esa fuerza que transmite el mar, provoca una reacción peculiar en el ser humano; parece amplificar y sacar a la superficie nuestros pensamientos más profundos.
 
 Las circunstancias, sin embargo, nos han enmascarado a todos.

Nos asemejamos a los antiguos vaqueros y forajidos del viejo oeste americano. Se han disfrazado formas y modos y debemos aprender a entender de nuevo el lenguaje de los ojos, para comunicarnos y comprender a los demás. Nos estamos reinventando, readaptando a conversaciones filtradas por la incomodidad de una tela.

Enmascarado, el verano de 2020, llegó al fin. Nunca había tardado tanto en llegar. Lo esperábamos con ansia, con  esa ansia de libertad y desasosiego por poseer esa libertad que tiene el que ha carecido o carece de ella.
No sabemos con certeza si a la orilla del mar, enmascarados o no, o en las montañas el verano está aliviando la señal del miedo. Esta sensación de paréntesis acabará muy pronto y entonces llegará septiembre que como a un mal estudiante le pasará la factura que le debe, pues el verano no es más que un baile que, en septiembre, caerá de los tendederos, como los sueños.

"La libertad Sancho, es uno de los más preciados dones que, a los hombres, dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra se puede y se debe aventurar la vida y, por el contrario, el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres".

Ahora, queramos o no, estamos cautivos de nosotros mismos.

Darlo todo al presente consiste en hacer todo lo que se ha podido en ese momento con respecto a lo que queremos. Es así como debemos construir nuestro destino, centrándonos en cada situación intentando dar lo mejor de nosotros mismos. Lo que vivimos actualmente no es más que la consecuencia de lo que hemos aprendido y de la actitud que tomamos ante cada una de nuestras experiencias, sin embargo, es evidente, que no todos aprendemos de la misma manera ni con la misma responsabilidad que implica la libertad de unos y otros.

 

 
 

2 comentarios:

  1. Los que vivimos el mar no necesitamos, estando con él, nada más que su compañía. No necesitamos a nadie más al lado, nos basta con su arrullo, con su fragancia, con sus formas, con su tacto y con el sabor del salitre. No necesitamos a alguien que lo contemple con nosotros. Ni siquiera necesitamos a la persona que antes portaba la mascarilla que nos devuelve una ola.

    Un abrazo.

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  2. Efectivamente, nada más maravilloso que el mar con cada uno de nosotros.Es el mejor amante, el mejor amigo y el mejor confidente.
    El mar o la mar y nada más.
    Un abrazo, amigo.

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