Originariamente la isla se llamaba LOUXO, no tenía árboles y estaba deshabitada. Remontándonos a 1538 "el Arzobispado de Santiago la cede a todos los vecinos de EL Grove por un plazo de 200 años, imponiendo a cada vecino una renta anual de cuatro reales de vellón."
En 1702 la Real Audiencia de La Coruña determina que : el derecho de pastoreo y aprovechamiento de los productos naturales de la isla " correspondían a los vecinos de O Grove.
Pero no es hasta principios del s. XIX cuando comienza el interés por las propiedades de las aguas termales de la isla.
La historia del balneario se remonta a 1812 cuando después de la Guerra de la Independencia, un francés aquejado de ciertos problemas de salud llegó a la isla por recomendación del curandero de la zona llamado Mosquera para tomar las aguas.
Al comprobar la mejoría del francés, Mosquera recomendó el lugar a otros pacientes que llegaban a la isla en barca.
Existen otras versiones que pueden ser ciertas también: "la tradición atribuye a los pescadores de la Ría de Arosa que al caminar descalzos sobre determinadas partes de la isla, percibían en los pies, una sensación de calor" y por consiguiente el descubrimiento de las termas.
Se pensaba que el agua estaba caliente porque allí vivía el demonio, por eso, para proteger el lugar, se edificó posteriormente una iglesia.

Sea como fuere, tras el fallecimiento de Mosquera, el lugar cayó en el olvido durante décadas hasta 1841 que se crea la primera sociedad para la explotación de las aguas milagrosas.
El balneario de la Toja empieza a adquirir fama, acudiendo personas fuera de Galicia y los pleitos por la propiedad se suceden.
Ya hacia 1896 Augusto González Besada, que era Gobernador civil de Pontevedra incautó la propiedad del Balneario porque el Ministerio de Beneficencia instó a los propietarios a hacer mejoras en las instalaciones que nunca llegaron.
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