lunes, 20 de abril de 2020

Toca silencio

Desde algún lugar una campana deja oír su tañido como un largo lamento, faros sonoros que han acompañado a caminantes, peregrinos y habitantes de pueblos y aldeas.


Chis...silencio..No hagas ruido
¿No lo oyes? Es la caracola del tiempo
el tic tac asesino de la vida.
Es el viento de la muerte que sopla
y te lleva sin remordimientos.


En medio de tanto parloteo, de  tanta información, de tantos ruidos y sonidos que hacen parte del ambiente, se hace obligatoria una pausa en el camino para que entre el silencio.

 Y aún así, hay silencios que gritan, que duelen, que hieren y yo vago, como un fantoche, como alma en pena, como sombra sin ruido, como un  clamor desolado.

Y luego, llega el silencio, el silencio que apaga el brillo de las hojas, el silencio que hace que se escuche el titilar de las estrellas, parece que el aire se ausenta y apenas, muy apenas, se oyen los rumores del alma.
Están demasiado calladas, demasiado silenciosas, deberían tocar y tañer en un largo lamento que inundara calles, pueblos, prados y valles.
Nos hemos quedado demasiado huérfanos de ternura, de sabiduría, de templanza, de complicidad.
Se han ido, han dejado que se fueran sin despedirlos si quiera, aquellos  de mirada cansada, tierna, amorosa, en donde podíamos refugiarnos de la vida.
Dicen que los abuelos nunca mueren, se vuelven invisibles y duermen para siempre en nuestro corazón.

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