lunes, 25 de diciembre de 2023

O NENO


Panxoliña

En las últimas décadas, en Galicia, se extendió el uso de la palabra "panxoliña" para hacer referencia a esas canciones de Navidad que aluden al nacimiento de Jesús o a la visita de los Magos. Se trata de un término relativamente reciente.

No son lo mismo que los villancicos. Estos son piezas en lengua vulgar que se cantan en las iglesias, con textos populares o temas de autor y que se usan en la liturgia de las fiestas principales en general.

Las " panxoliñas" al contrario, son canciones populares cantadas por el pueblo, en grupo o individualmente ante el Belén o en la fiesta de Navidad.

Se sabe de su existencia desde el siglo XV aunque no ha llegado ningún documento que explique sus características, solo referencias de como se organizan los vecinos  para ir a cantar al niño Jesús.

Estas manifestaciones culturales y lúdicas, no eran exclusivas de Navidad también era costumbre cantar los Año Nuevos, los Cantos de Reyes o los "Manueles"  En las parroquias  donde estas celebraciones de Navidad coincidían con los santos patronos, se añadían las danzas que también era una buena excusa para acudir casa por casa a "reclamar"el aguinaldo.



Aunque se tiene constancia de su existencia desde el siglo XV, las piezas que se tocan son adaptaciones de autores contemporáneos, ideales para rememorar todos esos momentos vinculados con la Navidad: la familia reunida, el.intercambio de regalos, las sonrisas, las risas...

martes, 12 de diciembre de 2023

Pisa das castañas


Sierra do Courel. Un paraje único e impresionante

De una belleza infinita. Montañas, bosques, ríos, pozas, cascadas, castros, restos romanos, castillos medievales...El Courel nos habla de la historia, la esencia y la naturaleza de Galicia.

Algunas de sus cumbres alcanzan los 1600 metros desde donde podemos observar árboles centenarios, entre los que destacan los castaños y los robles.

En cualquier época del año luce impresionante, en la radiante primavera, en el cálido verano y suave otoño o en el blanco invierno.

De aquellos tiempos quedan los magostos que reúnen en otoño a los vecinos de tantos pueblos, sobre todo en el interior de Galicia. Cuando la castaña era, a veces, la única garantía que podía proteger a las familias de un mal invierno o de una peste. había que hacer todo lo posible para conservarla.

Así se entiende que se mantengan celebraciones como la Fiesta de la Pisa de la castaña en la aldea de Froxán ( Folgoso do Courel).

Para que los frutos del castaño se conserven mejor y aguanten durante todo el invierno, hay que secarlas para evitar que se pudran. 

El elemento clave es el humo del Sequeiro en cuyo piso inferior se hace una pequeña hoguera y el humo asciende por las hendiduras de la madera en forma de cuña hacia el piso superior donde se extienden cientos de kilos de castañas.





La Pisa y el Abandoxado

Una vez que el secado llega a su punto óptimo. llega el momento de la Pisa que es lo que da el nombre a la fiesta. Las castañas se introducen en una tela alargada cerrada por ambos extremos y dos personas comienzan a batirlas. acompasando los movimientos contra un tronco forrado de cuero- de esta forma la corteza y la cáscara se se separan del fruto. Una vez batido el contenido de la tela, se introducen en una cesta y se lleva a donde tiene lugar el abandoxado.

Un tablero de madera semicircular, cerrado por los lados, la destreza de los más veteranos de la pisa y la física hacen el resto. Con un movimiento delicado, la cáscara y la corteza caen al suelo, mientras que el fruto más pesado queda arriba.

Una vez que el cribado es suficiente, las castañas, se meten en un saco y ya están listas para el invierno.

Es una ceremonia que hace revivir a Froxán. Con la fiesta en la aldea, donde viven poco más de 10 familias durante gran parte del año, esta se llena de visitantes y por las calles corren niños que con instrumentos y cantos animan y nos sumergen más en la  la tradición. 

                                 Así se mantiene el vínculo con la tierra

miércoles, 6 de diciembre de 2023

Canción para adomiñar a lembranza


: Solo el recuerdo de donde vengo me ayuda a saber a dónde voy.

MULLERES GALEGAS

Sierra da Capelada. Ria de Ortigueira, Estaca de Bares.




Con el permiso del mar y de los vientos, en la costa de Ortigueira, diez mujeres --herederas de un oficio surgido de la necesidad - cada verano marcan en el calendario las lunas llenas y nuevas, esperando pacientemente a las mareas lunares para poder arrancar las algas rojizas de entre las rocas de Pena Furada. Una roca que emerge del mar y que por efectos de la erosión está horadada a modo de puente de doble arco.
Hace ya más de cien años que las mujeres de Loiba bajan en busca de algas. Descienden por los acantilados hasta llegar a las playas de O Coitelo, Gaivoteira, O Picón entre otras.
Playas hechiceras, llenas de farallones batidos por la espuma, cerradas entre acantilados como el tesoro más valioso.
Es una faena dura, tanto por la dificultad de acceso a las playas como porque sólo se puede hacer cuatro o cinco días cada mes, entre junio y octubre, siempre que el viento y la mar lo permitan y no cada fin de semana, pues la ley prohíbe la recogida en estos días.
Las algueiras han de meterse en el agua con la marea baja para poder apañar este fruto marino que escurre por las rocas bañadas por la marea pues las que están en la arena no sirven. Van metiendo las algas en sacos y para sacarlas de la playa, no hay otro medio más adecuado, que es el que se viene usando desde siempre, cargan los sacos en burro y suben por los caminos que serpentean  la costa.
A los no entendidos, las algas nos parecen todas iguales, aunque desde luego no es así, las hay azules, pardas, verdes y rojas que son, estas últimas, las que se recogen.
Sólo pueden trabajar cuatro o cinco días, desde el mes de junio a octubre en ese espacio de tiempo que queda entre la bajamar y la pleamar. Este oficio, como no, está en vías de extinción.
Comparten acantilados con percebeiros y pulpeiros en los tramos más agrestes de la costa, a los pies de Estaca deBares.
Madrugan para llenar los sacos que arrastran por la arena y los van cargando sobre uno de los burros que bajan a la playa, ya que son los únicos animales capaces de subir la carga por un sendero rocoso y escarpado.
Los cabos que se adentran en el mar son los mejores miradores de este paisaje. Si la niebla está ausente se pueden ver dos de los salientes más emblemáticos de la costa gallega. Al oeste, más allá de la ría de Ortigueira se distinguen los farallones que marcan la punta del cabo Ortegal y al este se yergue la mole de Estaca de Bares con su faro.
Mientras, el sol se acuesta creando todo un espectáculo que emociona: gaviotas, alcatraces y cormoranes sobrevuelan las olas acompañadas por los últimos destellos de la luz del sol y por la brisa que parece mecerlos entre las ráfagas del viento.

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