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Se sabe desgarbada, poco elegante pues no tiene ni frondosidad ni porte y sin embargo, como si hubiera estado absorbiendo la belleza de esta tierra rica en luces y sombras, refleja la suavidad de la niebla en el valle al amanecer y el sonido del viento cuando atraviesa los bosques umbríos o la luz de la luna en la noche. Estalla en una floración extraordinaria y todo su cuerpo y sus ramas se cubren de oro, de un amarillo dorado que no puede pasar desapercibido.
Es un arbusto sagrado en esta tierra
Todavía en la zona de las rías bajas se puede oír a algún marinero contar una antigua tradición de esta zona. Cuando los marineros se pasaban días enteros sin pescar apenas nada, y el desánimo se apoderaba de todos ellos, la creencia más habitual es que alguien les había echado" mal de ojo" y que la embarcación estaba "enmeigada" .
Existen multitud de ritos y procedimientos para solucionar el problema, pero la mayor parte de ellos son poco conocidos, porque eran ritos que solían realizarse a altas horas de la noche y en el mayor de los secretos y, en silencio.
La costumbre de los isleños de Ons (en Pontevedra) cuando no volvían con pesca suficiente a los muelles, y consideraban que su "dorna" estaba "enmeigada" salían, abrigados por la oscuridad de la noche a"mallar" o azotarla sin descanso con ramas de xesta.
El fin de este "rito de apaleo", era el de expulsar, a látigazo limpio con las ramas de este arbusto, a la bruja que se suponía se había apoderado de la embarcación y que era la que impedía la captura de los peces.
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