Combarro a orillas del mar, en las rías bajas, convive con la magia y la muerte.
Combarro, el precioso pueblo gallego repleto de leyendas que fue entregado como un regalo en la Edad Media. Su historia se remonta al siglo XII, cuando la reina Doña Urraca I de León donó el pueblo y la Isla de Tambo al monasterio de San Xoán de Poio. Dependió de éste hasta finales del siglo XIX manteniéndose como una aldea sin fortificaciones ni puerto comercial.
Se cree que las meigas y otros seres mágicos han convivido con los habitantes de Combarro durante siglos y es que las leyendas sobre brujas siguen vivas, alimentadas por la presencia de siete cruceiros que, según la tradición fueron erigidos para proteger a los habitantes de las brujas que supuestamente habitaban la zona, Cada uno de ellos parece contar una historia sobre un tiempo en que la magia y la superstición dominaban la vida cotidiana y así erigidos por doquier entre callejuelas y mirando al mar continúan siendo un testimonio de las creencias ancestrales de la región.
Combarro es el pueblo con más hórreos de Galicia, y es que tiene más de sesenta, de los cuales, treinta de ellos, están alineados mirando al mar, lo cual ofrece una imagen peculiar y preciosa cuyo significado no es más que muchos de sus habitantes poseían y trabajaban tierras al otro lado de la ría. Su casco urbano está compuesto por pequeñas casas de granito y callejuelas que huelen a mar representando la esencia de la arquitectura popular gallega de los siglos XVIII y XIX.
Los hórreos fueron levantados sobre pilares para conservar los alimentos lejos del suelo y de los animales. Eran graneros y despensas. Las piedras redondas que están colocadas sobre los pilares que sostienen los hórreos, se llaman ¨tornarratos¨, un diseño destinado a que los ratos ( ratones) no puedan acceder a su interior.
El pueblo cuenta con historias y leyendas de todo tipo transmitido de madres a hijas a lo largo de los siglos. Una de ellas es la de los cruceiros, que son monumentos de piedra utilizados como símbolos de devoción religiosa que ahuyentan el mal. Se colocaban en los caminos y las plazas porque eran puntos donde se creía que se reunían las meigas y su finalidad era mantener a raya a los espíritus malignos.
El casco antiguo de Combarro es un laberinto de estrechas calles empedradas donde destacan las casas marineras. Estas casas, construidas sobre una base de granito, se caracterizan por tener una planta baja que originariamente servía como almacén para los aparejos de pesca y herramientas agrícolas. En las plantas superiores se encuentran las viviendas con balcones de madera, hierro o piedra. coloreados con los restos de pintura de los barcos.