miércoles, 3 de diciembre de 2025

Gallegos Valientes

"O día do Medulio
con sangue quente e roxa
mercámo-lo dereito
á libre honrada chouza!"

   (Ramón Cabanillas, "En pé, en pé! 1917




La esclavitud es una forma de sometimiento del hombre por el hombre, que se practica desde la antigüedad y para vergüenza de éste, continúa actualmente bajo formas muy diversas.

Existieron muchos pueblos que preferían la muerte antes que quedar privados de libertad.

En el año 22 a.C. faltaban pocas tierras en Gallaecia por ser dominadas por los romanos, sin embargo aún quedaba un buen número de sublevados dispuestos a morir antes de ser convertidos en esclavos.

A la orilla del río Miño se elevaba el monte Medulio; monte difícil y escarpado, lleno de rocas y peñas, casi inaccesible.

Los propios guerreros habían creado un foso para aumentar la resistencia ante los romanos que iban llegando y estaban cada vez más cerca. Se escondieron en distintos lugares para sorprender a las centurias y a dos legiones romanas que esperaban al otro lado del río Miño. 

Los centuriones Antisio y Firmio, cada uno por un lado diferente, dirigían sus cohortes de legionarios de cara a la cima.
Estaban deseosos de aniquilar cuanto antes a los resistentes guerreros galaicos que habían ido colocando trampas diseminadas por las laderas del monte y esto estaba creando bastantes bajas entre los romanos que caían heridos en ellas durante la ascensión. El terreno, en definitiva, se les hacía impracticable para la batalla.

 Poco a poco iban llegando al gran foso que había sido creado por los aliados resistentes. El sol comenzaba a elevarse y se ocultaba de vez en cuando por alguna nube negra amenazando lluvia. Se acercaba el mediodía.

Rodeados por todos los flancos de la montaña no tenían otra opción que esperar la llegada de los romanos y cuando estos superaron el foso comenzaron a lanzar piedras y antorchas que pronto comenzaron a crear incendios al prender los tojos, haciendo más difícil y ardua la ascensión al monte Medulio.

Las mujeres prendían antorchas, creaban cadenas humanas para hacerlas llegar a los hombre que se encontraban en el acantilado. Los niños recopilaban piedras de distintos tamaños y creaban montículos cerca de los adultos para que estos las lanzasen. A punto estaban los romanos de comenzar a escalar los últimos metros cuando de los matorrales salieron como furias los iracundos guerreros galaicos y comenzaron a matar con saña a los romanos.

Los recursos para defenderse se fueron haciendo escasos. Vieron morir a muchos guerreros cruzados por las lanzas romanas. Pero ya lo tenían todo programado, en caso de que sufriesen la derrota en la batalla, nunca se entregarían. O luchaban hasta la muerte o morirían suicidándose.

El tiempo se agotaba. Los niños habían ido recogiendo las bayas de los tejos de la zona. Todos comenzaron a repartirse las bayas rojas venenosas.


Familias enteras se arremolinaban bajo las arboledas esperando el momento de la muerte.

 Algunos guerreros aun esperaban matar algunos romanos más, otros, en cambio, prefirieron morir junto a sus familiares hundiéndose una daga en el corazón cuando otros  abrazándose en un ritual hundían su espada en el corazón del amigo y compañero mientras ambos caían heridos de muerte.

Los romanos fueron llegando poco a poco a la cima: Quedaron perplejos al encontrarse una cantidad de guerreros gallegos, bravos y regios inertes en el suelo. Un suicidio múltiple por la ¡libertad,! por la libertad de las tierras de Galicia.

Así la honra de los últimos resistentes guerreros gallegos nunca más sería vencida.




Su historia sorprendió a las altas esferas de Roma que hablaban de la enorme valentía de los galaicos, muy parecida a la de los galos, que prefirieron morir con orgullo proclamando su libertad antes que ser esclavizados.

A Galicia le llamaron la pequeña Galia.

El monte Medulio, abandonado con las víctimas en su cima se convirtió en el símbolo de la libertad de las tierras Galaicas.

La mayor parte se libró de la cautividad que para una gente hasta entonces indómita parecía más intolerable que la muerte.












domingo, 30 de noviembre de 2025

El monte Roncudo: el fin de la tierra














El nombre de Roncudo viene del ruido ronco que hace el mar cuando rompe en estos acantilados. 


En lo alto de la ladera del Monte Roncudo - situado en la Costa da Morte- envuelto por la bruma y el misterio, dos cruces se levantan frente al mar en honor de los percebeiros que perdieron la vida marisqueando en esta zona. 


Aquí, en esta zona, como en toda Galicia, hay un trato especial con la muerte, pero, quizás aquí la muerte está más cerca, se sienta entre nosotros y se asoma, también entre las olas.

Esta es una tumba sin nombre donde los muertos escuchan y ayudan a quienes les recuerdan, sin otro límite más que la inmensidad del mar.. Es un lugar donde los sentimientos y las emociones afloran sin querer. Es en definitiva un Campo Santo.

Por este lugar no se pasa, no hay ningún camino accidental que te lleve hasta allí.
Dicen que el nombre de Cabo Roncudo procede del ronco rumor del mar cuando se estrella contra las rocas. Aquí aparece el ritual marinero del "cambio de tella": aquí acudían las mujeres de los marineros a darle una vuelta a una teja para que el viento cambiara la dirección y sus  marineros pudieran llegar a puerto.

La luz del atardecer ilumina cada tarde las cruces en los acantilados. Los faros son seres vivos, más que formar parte del paisaje, lo crean.

En la actualidad sigue siendo uno de los puntos estratégicos más transitados de las rutas marítimas intercontinentales y uno de los más peligrosos para la navegación. El registro cartográfico de naufragios y salvamentos se llena de cruces que representan más de un centenar y medio de embarcaciones hundidas en el último siglo, pero se pierde la cuenta de los sustos cotidianos en la memoria colectiva de un pueblo marinero, por otra parte alegre y vital.

La costa da morte no es un cementerio. Son los ciento cincuenta kilómetros de vida marina y marinera mejor conservados de la fachada atlántica europea. Contiene las rías de Camariñas, Corme-Laxe y Lires en las cuales se sitúan junto con la Fisterra los principales puertos, pero no los únicos pues existen otros como el de Caión o el de Malpica que ofrecen refugio al mar abierto.



Excepto las pequeñas rías altas, se trata principalmente de una costa acantilada en una sucesión de amplias ensenadas que alcanza los mejores ejemplos de puntas agrestes en los cabos de Vilán, Touriñán o en Roncudo. Aquí encontramos los tramos litorales más salvajes con sitio para los arenales revestidos con la belleza del viento.

orilla del mar las ropas y comienza el regreso a casa.

viernes, 28 de noviembre de 2025

Plañideras de Cangas

¡A CHORAR A CANGAS!

Las plañideras tienen su origen en el Antiguo Egipto. Su función era manifestar dolor por la pérdida del difunto a través de los gritos, los golpes y los llantos.


Durante el velatorio y el entierro, vestían ropa de luto y traían un jarrón, conocido con el nombre de lacrimatorio, donde derramaban sus lágrimas. Con estos jarrones, los egipcios ricos querían diferenciarse de los pobres demostrando el dolor que había causado su defunción.

Esta tradición arraigó en muchas culturas y países. Sin embargo actualmente ha quedado totalmente en desuso, sobre todo a partir del sigloXVIII, ya que la iglesia multaba a estas personas que cobraban por el "servicio" pues consideraba esta práctica poco respetuosa.  A pesar de la prohibición, en algunas zonas rurales de Extremadura, Galicia y Canarias, el oficio se mantuvo escondido de las autoridades eclesiásticas.

En las procesiones de semana santa, es bastante usual ver plañideras llorando tras los pasos, reflejando así su pena por la muerte de Cristo.

A lo largo de la historia, desde el neolítico al siglo XX, la cultura gallega ha sufrido muchas influencias extrañas a sus orígenes. Esta tierra que los griegos bautizaron como EL PAÍS DE LOS MUERTOS, fue colonizada por romanos, cristianizada luego, reino de suevos y visigodos, invadida por el Islam, de nuevo cristiana, asturiana, leonesa, castellana, invadida por normandos vikingos y por  franceses.

Ha mantenido durante todos estos miles de años unas costumbres ancestrales, adaptándolas a cada nuevo tiempo sin perder su genuina personalidad, sin embargo, han bastado veinticinco años, el último cuarto de siglo con su cultura uniformadora, haya diluido en la ignorancia y el desconocimiento lo que ninguna cultura había logrado jamás.


Las plañideras:  Obra de Pepe Antonio Márquez
Actualmente el término, en Galicia, se usa para referirse a cualquier persona que llora mucho sin motivo-





En Cangas de Morrazo, un pueblo pesquero situado frente a Vigo, al otro lado de la bahía, estas mujeres - las plañideras- ejercían todavía su trabajo en Galicia, en el siglo pasado.

 En aquellos tiempos Cangas era un pueblo de gente que vivía de la pesca, y el mar se llevaba a muchos de sus hombres, por esta razón el carácter de esta gente estaba forjado por la dureza del mar.

Las plañideras tenían mucha tradición en nuestros ritos funerarios. En la ría de Vigo es muy común la expresión " Ir a chorar a Cangas" -  Ir a llorar a Cangas-cuando se llora sin motivo.

Autoridades civiles y eclesiásticas en diferentes épocas, intentaron acabar  con este ritual que consideraban irreverente. 

En el siglo XIV se hicieron leyes para erradicar el uso de las plañideras y prohibir los banquetes fúnebres. En las iglesias se conservan autos donde los obispos daban poderes a los curas de las parroquias para que prohibiesen la acción de las plañideras dentro de los templos ya que entorpecían con sus llantos los oficios y en ocasiones llegaba a tirarse encima de los féretros con gran alboroto.

"Hace ya muchos años nos vendíamos por un trozo de pan, tocino o cualquier cosa que alimentase mínimamente a cambio de ir detrás del féretro de un adinerado llorando a moco tendido"

Actualmente el llanto se ha erradicado y nos hemos quedado secos. Estamos anestesiados, parece que demostrar dolor en público no está bien visto. Buscamos con frenesí la evasión, el placer, la velocidad y el poder. Nuestras emociones están presas, condenadas a ser desconocidas y a nunca manifestarse.

Las plañideras han sido por excelencia, las oficiantes del rito propiciatorio del llorar. Sin embargo el llanto ha sido tan perseguido que hoy la misma idea de la plañidera nos incomoda, en el mejor de los casos.

 Desde comienzos de la humanidad hasta hace pocas décadas, estas sacerdotisas ejercían en todo el mundo su función liberadora y catártica. Sus lágrimas, a veces recogidas en lacrimatorios, eran enterradas junto al difunto, como prueba de la desolación que dejaba.

Aquí en Galicia, el muerto seguía presente mientras seguía viva su familia. En Navidad, por ejemplo, se disponía en la mesa un lugar para el familiar que había fallecido. 

Hasta bien entrado el siglo XX en muchas aldeas gallegas, los muertos iban envueltos en una sábana o sudario, quizás por esa razón las almas en pena que se encontraban errantes en la noche, iban vestidas con túnicas blancas.

En la costa de la muerte, hasta hace muy poco, iban de luto, casi de por vida. Se le lloraba al muerto y en función del poder económico de la familia se contrataba "as choronas" (plañideras). Algunas llegaron a alcanzar gran fama, como las plañideras de Cangas.

martes, 25 de noviembre de 2025

MAGOSTO


Una celebración tradicional  y popular en Galicia  que se celebra al anochecer en el mes en el que nos encontramos -Noviembre- es el del magosto. 

El lugar originario de esta  celebración era el monte, aunque siempre se pudo celebrar en casa, al lado del fuego del hogar o en cualquier rincón del pueblo. También, en el atrio de la iglesia o en una encrucijada  al pie de un "cruceiro".

Por "San Martiño", 11 de Noviembre, las castañas ya maduras empiezan a abrir los erizos y a caer en el suelo creando una alfombra que va del verde a los tostados en las más variadas tonalidades.

Comienza, entonces, una celebración simbólica-culinaria que se ciñe normalmente a estas fechas. La época de los "magostos" en Galicia. Y se le ha considerado como un vestigio de un antiguo sacrificio en honor a los muertos.

En cuanto al aspecto simbólico del fruto típico del magosto: la castaña, podría simbolizar la inmortalidad al ser un fruto que proviene de un árbol de larga vida.




Es costumbre que durante la celebración del magosto, los participantes se tiznen la cara con la ceniza del fuego cuyo significado no es otro que tratar de simular una apariencia fantasmal que asuste a los vecinos, cuando ya entrada la noche, se volvía a las aldeas.

Concentra a los vecinos alrededor del fuego y tiene el significado de honrar las cosechas, devolviéndole a la castaña la importancia que el maíz y la patata, llegados de América, le quitaron hace varios siglos.

Se cuentan historias, se canta y se baila al compás del sonido de gaitas y panderetas, alrededor del fuego, mientras la oscuridad de la noche se cierne sobre los participantes.




El 1 de Noviembre, los celtas apaciguaban los poderes del otro mundo y propiciaban la abundancia de las cosechas con la celebración de la fiesta del "samahain", la cual era para unos el comienzo del invierno y para otros el final del verano. No obstante, en cualquier caso, era el inicio de un período de intensa comunicación entre los habitantes de este y del otro mundo.

Por las misma fechas, los romanos celebraban las saturnales. El mundo de los espíritus se entreabría y salían diversos tipos de personajes, las almas , los cuerpos que habían sido enterrados y las sombras.

Todos se nutrían de los platos depositados sobre las tumbas.

Con la expansión del cultivo de castaños por los romanos, su fruto se convirtió en la base de la alimentación de la población, como fruto fresco, seco o molido para hacer harina durante mucho tiempo.

ALALÁS


El  alalá es un canto, un canto antiguo y característico de la música tradicional gallega. Algunas fuentes lo sitúan en  tiempos lejanos, en el mismo origen de Galicia y los consideran como el canto mas representativo de la identidad y el alma gallega.


En los Alalás, el canto es originalmente a "capella" es decir, interpretado por la voz humana sin acompañamiento instrumental que ha sido conservado durante siglos en la tradición gallega antes de ser rescatado del olvido por poetas y músicos de la edad romántica.

Los Alalás, son sin duda, cantos muy representativos de la identidad gallega pero que guardan similitudes con otros cantos de raíz de culturas cercanas, y la idea de que se trata de cantos de origen celta es una idea que hoy carece de fundamento antropológico y cultural ya que comparten elementos comunes con otros cantos arrítmicos, y no precisamente los de Irlanda y Escocia sino de territorios peninsulares con los que comparten influencias prerromanas, grecorromanas, germánicas, árabes o europeas, llegadas a través de la vía Jacobea.


 


No está lejos en el tiempo los duros veranos de siega, en que todos los años, cuando el trigo estaba maduro, llegaban a las dos Castillas hombres de Galicia, de Extremadura, de Cuenca, de las tierra altas de Andalucía, en una emigración temporal y necesaria, vieja como las tradiciones de la tierra, que se repetiría cada año puntualmente.

 El trigo era mucho y los brazos pocos, y por ello las gentes de tierras de pastos, olivos, donde la labor en el estío era escasa, venían a la inmensa llanura castellana. Hombres, mujeres y chicos, venían en viaje de ida y vuelta por la meseta bajo el cielo azul y el intenso sol estival, formando cuadrillas de segadores que cumplían un rito antiguo de trabajo y camino que hermanaban a las gentes de las y tierras de España.

Para los campesinos gallegos ésta era una antiquísima costumbre que bien pudo alimentar intercambios culturales populares, segadores de castilla, esclavos de sol a sol.

Pero si la música tradicional puede expresar la naturaleza de un pueblo, no hay duda que los alalás, junto con la gaita, representa la identidad gallega.

Feijoo dice que : "nuestro cancionero es el único libro donde las almas gallegas aprenden a leer sus propios sentimientos, sus propias emociones."

Puede ser una canción de cuna, el lamento de un emigrante, la canción de un campesino, la pobreza de la sociedad rural gallega, y por encima de todo la expresión de la morriña, tan característica, del alma gallega.

El alalá, se transformó después en otros cantos como el de ciego, los cantos de oficio y  de profesión, pero sobre todo, en los cantos de arriero, individuos que vivían la soledad de los caminos.



Entre brétemas.

A nosa Galicia

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