Mucho se puede aportar para acabar con la falsa leyenda de la Costa da Morte ( Costa de la Muerte) como lugar de aldeas dedicadas a provocar naufragios y saquear buques, que ni siquiera es leyenda popular sino literatura foránea.
En cuanto a la LEYENDA NEGRA, los naufragios en la costa próxima al cabo Finisterre a finales del Siglo XIX de una triada negra de barcos ingleses con grandes pérdidas de vidas humanas, causaron una serie de controversias políticas nacionales. Levantaron una pseudo literatura y artículos de cierto sabor naturalista escabroso y malintencionado. Decían que aldeas se entregaban al oficio de causar el naufragio de barcos, a la matanza y al pillaje organizado.
Nunca hubo mafias, ni siquiera una mínima organización, una aldea dedicada al naufragio de barcos en la Costa da Morte. Nunca en ningún juicio, ni testimonio, se mencionó tal cosa; nunca. Otra cosa es el robo de mercancías llegadas a la costa, el intento de "pillar algo" de un barco abandonado o con escasa vigilancia, querer obtener algún provecho de un despojo marino. Eso lo hubo y lo sigue habiendo en todas las costas del mundo.
La primera vez que aparece la mención de falsas luces en la Costa da Morte la tenemos en un artículo de 1882 del periodista Alfredo Vicenti en la Ilustación Cantábrica, tratando del naufragio del Sunrise, en ese año 33 tripulantes de este barco inglés fueron salvados por un marinero de Finisterre y sus dos hijos de 11 y 9 años. Vicenti lo pone como ejemplo de valor para acabar con la calumnia a estas gentes porque: “ hasta hace poco se decía que en las noches de temporal, en esta comarca agitaban antorchas con objeto de atraer a los buques a las piedras y aprovecharse luego de los restos del naufragio”
No hay un solo dato, una sola prueba escrita, ni siquiera una mención, ni una linea de un tripulante , de un armador, de un supuesto testigo de un naufragio sucedido en la Costa da Morte, que afirme en los dos últimos siglos que un barco naufragara víctima de luces en tierra, faroles, malas acciones de las gentes de Finisterre. Al contrario, son cientos las alabanzas al salvamento y atención de náufragos con riesgo de pérdida de vidas y muertes de los vecinos de las pobres aldeas de pescadores de la Costa da Morte.
La historia de falsas luces que confunden navíos es absurda, máxime en las condiciones de la Costa da Morte, en donde sucedieron cientos de naufragios de barcos enfrentados a una costa a sotavento con borrasca, poca o nula visibilidad, sin haber tomado marcas anteriormente. Un lugar de promontorios donde las luces están para alejar, no para atraer. En Finisterre las luces, los faroles no sirven para nada ni en la espesa niebla. Y en medio de terribles tormentas, fuertes aguaceros, ¡ qué luz, qué farol se prendería, qué ser humano ni atajo de mulas podía estar a la intemperie en calas imposibles, sin caminos esperando un barco!
Las causas naturales se llevan la palma en la lista negra de los siniestros marítimos, como sabe cualquier navegante que conozca la región y nada tiene que ver con las pobres aldeas de pescadores, vivero de marinos de la base naval de Ferrol o de la Real Armada.