miércoles, 6 de diciembre de 2023

MULLERES GALEGAS

Sierra da Capelada. Ria de Ortigueira, Estaca de Bares.




Con el permiso del mar y de los vientos, en la costa de Ortigueira, diez mujeres --herederas de un oficio surgido de la necesidad - cada verano marcan en el calendario las lunas llenas y nuevas, esperando pacientemente a las mareas lunares para poder arrancar las algas rojizas de entre las rocas de Pena Furada. Una roca que emerge del mar y que por efectos de la erosión está horadada a modo de puente de doble arco.
Hace ya más de cien años que las mujeres de Loiba bajan en busca de algas. Descienden por los acantilados hasta llegar a las playas de O Coitelo, Gaivoteira, O Picón entre otras.
Playas hechiceras, llenas de farallones batidos por la espuma, cerradas entre acantilados como el tesoro más valioso.
Es una faena dura, tanto por la dificultad de acceso a las playas como porque sólo se puede hacer cuatro o cinco días cada mes, entre junio y octubre, siempre que el viento y la mar lo permitan y no cada fin de semana, pues la ley prohíbe la recogida en estos días.
Las algueiras han de meterse en el agua con la marea baja para poder apañar este fruto marino que escurre por las rocas bañadas por la marea pues las que están en la arena no sirven. Van metiendo las algas en sacos y para sacarlas de la playa, no hay otro medio más adecuado, que es el que se viene usando desde siempre, cargan los sacos en burro y suben por los caminos que serpentean  la costa.
A los no entendidos, las algas nos parecen todas iguales, aunque desde luego no es así, las hay azules, pardas, verdes y rojas que son, estas últimas, las que se recogen.
Sólo pueden trabajar cuatro o cinco días, desde el mes de junio a octubre en ese espacio de tiempo que queda entre la bajamar y la pleamar. Este oficio, como no, está en vías de extinción.
Comparten acantilados con percebeiros y pulpeiros en los tramos más agrestes de la costa, a los pies de Estaca deBares.
Madrugan para llenar los sacos que arrastran por la arena y los van cargando sobre uno de los burros que bajan a la playa, ya que son los únicos animales capaces de subir la carga por un sendero rocoso y escarpado.
Los cabos que se adentran en el mar son los mejores miradores de este paisaje. Si la niebla está ausente se pueden ver dos de los salientes más emblemáticos de la costa gallega. Al oeste, más allá de la ría de Ortigueira se distinguen los farallones que marcan la punta del cabo Ortegal y al este se yergue la mole de Estaca de Bares con su faro.
Mientras, el sol se acuesta creando todo un espectáculo que emociona: gaviotas, alcatraces y cormoranes sobrevuelan las olas acompañadas por los últimos destellos de la luz del sol y por la brisa que parece mecerlos entre las ráfagas del viento.

sábado, 15 de julio de 2023

La Reina de los Mares

¡Como olvidarte! Eras rubia y alta como una espiga que se abre al sol del mediodía, pero un maldito y funesto día de septiembre tus palabras rodaron por los acantilados de Rande y se quedaron en el mar como un tesoro escondido entre los galeones, para siempre.
Carmen era tu nombre, como la patrona del mar que el 16 de julio veneran tantos marineros llenando sus rías de procesiones marítimas y poblando el mar de las flores más diversas.

"Quen anda polo mar aprende a rezar". Así dice un refrán popular que explica la profunda devoción que profesan  marineros, pescadores y navegantes a su patrona. Los numerosos peligros que acechan a los hombres de la mar los ha llevado a profesar desde siempre una gran fe religiosa. En algunas localidades, los marineros rezaban una salve a la Virgen del Carmen al pasar por su capilla.
Y... volverá a suceder, cualquier otro día, otro naufragio, traerá de nuevo dolor y sufrimiento; siempre vuelve a ocurrir, quizás ya nadie se extraña porque es el viejo tributo que se paga a los océanos, al mar.
 La costa gallega está llena de cruces de piedra que recuerdan naufragios y muerte. En todos los pueblos marineros, casi siempre, cerca del muelle y mirando hacia el mar se encuentra una mujer de piedra: a su falda se agarra un niño de corta edad y otro llora en sus brazos. Otea el horizonte buscando la señal del barco que se llevó mar adentro a su hombre.
Hay demasiada niebla, se oye la sirena de los barcos, pero no se ven. Se están acercando a la costa y es peligroso porque la visibilidad es casi nula cuando arrecia la lluvia. Un golpe de mar terrible; susto, miedo en el cuerpo de los marineros; rezos y maldiciones. A veces el barco vuelca y el hundimiento es inevitable.
Trabajo duro el del marinero que sale, día tras día, a la mar. El mar nunca se sabe como reacciona, se muestra implacable y cruel a veces, y sigue engullendo vidas de hombres. Y, es que la gran variedad de situaciones climatológicas a los que se enfrentan los pescadores los coloca en una especie de vaivén en la que las decisiones de pescar a veces entrañan un riesgo poco calculado. La climatología varía igual que lo hace un adolescente. Por eso, la lluvia, los vientos e incluso las estrellas les han dado la pista a lo largo de la historia para averiguar si se trata de un buen día para salir a faenar. 


jueves, 13 de julio de 2023

Trainera

El remo en el estrobo. Los músculos tensos. El gesto del esfuerzo.El salitre pegado a la piel con cada lamento desgarrado y el grito del triunfo al llegar al puerto.

Una trainera es una embarcación de calado reducido, alargada y ligera, de unos doce metros de eslora que se usa para la pesca con traína ( de ahí su nombre) o red de fondo, que son unas mallas especiales para capturar piezas pequeñas.
Seis parejas de remeros de espalda a la mar. Un proel solitario boga el último remo de proa. Y, en popa, de pie, él, el patrón, el alma de la tripulación. El que dirige, el que marca los ritmos, el que anima con palabras cortas, con gritos a veces. El que exige siempre un poco más; su brazo siempre extendido acompañando a la palada de los remeros. El que busca coger esa ola, esa que precisamente hace avanzar a la trainera como si fuera empujada por una mano invisible, la que puede hacer ganar una bandera... o perderla.

Las traineras luchan frente a las olas que las lanzan de proa a popa antes de dejarlas caer violentamente en el agua dejando una lluvia de sal sobre los remeros. Otras veces, subida en su cresta, la arrastra durante docenas de metros entre miles de gotas de espuma blanca que mordisquean la quilla.

El hombre de la costa durante toda su historia precisó de la fuerza de sus brazos además de la del viento para acercarse a los caladeros. Los pescadores remolcaban sus redes con la trainera y la que llegaba antes a puerto era la que conseguía vender el pescado a mejor precio. De aquí surgió la pugna entre las lanchas de pesca y el origen de las actuales competiciones de traineras.

Juntamente con la actividad de la pesca existía otro quehacer portuario que es considerado también como precedente de la competición remera: el atoaje. En puertos de difícil acceso, los grandes veleros eran remolcados hasta el interior del puerto por hombres que utilizaban traineras.
Al divisar desde la atalaya los barcos que se dirigían a puerto, las traineras recorrían grandes trayectos en dura lucha por hacerse con el salario que se ganaba 

Del mismo modo que ocurrió con la actividad pesquera, el atoaje dió origen a los desafíos de las traineras. La necesidad, en tiempos de crisis provocó, sin duda, la competición.
Poco a poco fue disminuyendo la proporción de los pescadores en las traineras pues la vida errante del pescador de bajura era agotadora dejando siempre el puerto antes del amanecer, pendiente siempre del tiempo, de las mareas y de los bancos de pesca.
Eran jornadas sin horas ni días.
No siendo ya necesario transportar la pesca, el diseño de las traineras fue cambiando.
Tanto la embarcación como los remos. En nada se parece la boga del siglo pasado a la de una trainera de nuestros días. Antes el remo era largo y la embarcación pesada; en consecuencia, la boga era un juego de cintura, lento, profundo y sostenido. Con la disminución del peso hasta el de las actuales, el juego del antebrazo sustituye al de la cintura y por consecuencia el ritmo se hace más rápido y la palada más corta.
Así, con el paso del tiempo un instrumento de trabajo va despareciendo para pasar a ser una embarcación deportiva dando lugar a la competición y al juego en las costas del norte y de Galicia.










viernes, 23 de junio de 2023

Noche de San Juan

"En San Xoán meigas e bruxas fuxirán" Es noche de brujas, de meigas, en la que nuestro mundo y el suyo están más comunicados que nunca. Las puertas de ambos se abren para dar paso a encuentros increíbles. Cuentan que en esta noche mágica, las meigas buscan barcos a los que llevar hasta los faros para comer y beber y bailar hasta el alba. Por eso muchos marineros clavan tres cardos protectores en el palo mayor de sus embarcaciones. 
Es el único momento del año en que se pueden ver a las "mouras", doncellas encantadas que salen esta noche de sus cuevas y a las que se puede ver en castros y peñascos, con la ilusión de recuperar su libertad.

El significado primordial para los celtas era el de celebrar el instante en el que el Sol se hallaba en su máximo esplendor, cuando duraba más tiempo en el cielo y mostraba su máximo poder a los hombres. Era el día en el que alcanzaba su mayor plenitud y, al mismo tiempo, el día en que empezaba a decrecer hacia casi su muerte en el Solsticio de Invierno. Se encendían hogueras para conmemorar ese poder del Sol y para compartir su fuerza, para alabarlo y al mismo tiempo para atraer su bendición sobre hombres, animales y campos.
Otra de las costumbres que dio a esta fiesta el apelativo de "verbena" - planta medicinal utilizada tradicionalmente en la medicina debido a sus propiedades y beneficios para la salud - era la costumbre practicada en algunos lugares por las mozas casaderas de ir a recoger "verbena" a las doce de la noche, la víspera de San Juan, creyendo que con ello conseguirían el amor del deseado por su corazón.


La "hierba de enamorar" realmente tiene propiedades mágicas; se considera el mejor remedio contra el desamor, une corazones, ayuda a solucionar problemas sentimentales y mejora y aumenta la fertilidad de las mujeres.
La " namoradeira" crece al desamparo de los vientos, en los acantilados de la sierra de la "Capelada", que después de los fiordos noruegos, estos, son los acantilados más altos de la costa atlántica.
Dicen " un lugar perdido de la mano de Dios", sin embargo, creo que es aquí, donde realmente se encuentra.
La "namoradeira", simboliza el amor ardiente; de color rosa, blanca y/o violácea, se asoma dos veces al año, en invierno y a principios de primavera.
Los habitantes de la aldea de San Andrés de Teixido agasajan, a aquellos que les visitan, con esta mágica y apasionante hierba del amor.
Claro que para que nos ayude en su búsqueda existen varios rituales que hay que realizar:
Si lo que se quiere es tener una relación con la persona que se ama se debe recoger la " hierba de enamorar" en la noche del 23 de Junio, la noche de San Juan y  debe hacérsela llegar de alguna manera sin que se de cuenta.
Si lo que se quiere es que el amor esté siempre en la vida, se tendrá que recoger la planta al atardecer, justo en el momento en que la luna está oculta por el sol y en ese momento invocar:
A la diosa Áine: diosa de los cuatro vientos, el cielo y la fertilidad.
A la diosa Deva: diosa de todos los mares, que emana vida, salud y amor.
Según la leyenda este flor tiene su esencia en la magia de las dos diosas.
 Con la flor cogida en el momento oportuno, se debe guardar en una cajita de madera con algo de oro y plata y así, según esta tradicional leyenda, se tendrá suerte en el amor toda la vida.

Y si además.
La pareja salta unida la hoguera se procura felicidad y buena fortuna.

"Boa noite de San Xoán a todos"

Relacionar

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...