viernes, 14 de abril de 2017

La lluvia

 Galicia: el lugar donde sucede casi todo
Es difícil que un gallego se imagine una ciudad sin lluvia durante mucho tiempo ya que el cielo gris suele ser una amenaza de manera constante.
En Galicia la lluvia no se acaba nunca, despertamos al cielo nublado ciento cincuenta días al año.
Desde que cayó sobre la tierra cuarenta días y cuarenta noches, la lluvia pasó a ser símbolo de fragilidad humana, por eso en el campo la lluvia engendra seres con el don de la predicción. Los campesinos palpan la humedad de las piedras, miran la manera de tumbarse las vacas en el prado, escuchan el modo de soplar el viento y el canto de las ranas; por eso los brujos y los campesinos fueron los primeros hombres del tiempo.
Tenemos más de setenta palabras en nuestra lengua para nombrarla y es que nos acompaña siempre como un amigo al que le perdonamos todos los defectos. Nos preocupa si llega tarde y le rogamos que no nos falte. Nos acostumbramos a su olor, nos hace compañía, es una cómplice con la que compartimos el territorio y la memoria en ese espacio de tiempo sin calendarios de la infancia donde la lluvia era la única certeza del paso del tiempo y una lección de paciencia.
No hace mucho, los gallegos llevaban el paraguas a la espalda colgado del cuello de la chaqueta. Era una manera inteligente de llevar un paraguas mientras no llueve porque te deja las manos libres, no estorba, no ocupa espacio; sin embargo ya nadie lo lleva así y desde entonces somos unos seres con una sola mano hábil porque la otra está casi siempre sujetando un paraguas.
Hay dos señales inequívocas de que una casa, en Galicia, está habitada : un paraguas abierto en el porche y un paragüero a la entrada.
El paraguas no se lleva porque llueva, se lleva por si acaso llueve. 
Crecí escuchando el sonido de la lluvia; mi primer recuerdo de ella es su discurrir por los cristales, su percutir en los tejados, de tal manera que si no llueve siento una ausencia rara, un aire seco que me inquieta y me acompaña el sentimiento de cierta compasión por los que no han forjado una memoria saltando charcos.
El sol te hace extrovertido, la lluvia te vuelve ensimismado. El sol te distrae, se empeña en que no pienses, la lluvia te confronta, te obliga a pensar.
Todos los primeros de Noviembre, el único día en el que en los cementerios hay más vivos que muertos, en Galicia,  llueve y el cementerio ese día parece más que nunca lo que es: un lugar para la muerte. Es como si un día lluvioso doliera más recordar a los muertos. Quizás por esa razón nos acompaña.

miércoles, 12 de abril de 2017

El amor imposible de la luna y el sol: leyenda



Para que nada nos amarre
que no nos una nada.
Ni la palabra que aromó tu boca
ni lo que no dijeron tus palabras.

Ni la fiesta de amor que no tuvimos
ni tus sollozos junto a la ventana.
Para que nada nos amarre,
que no nos una nada.
 Pablo Neruda
Esta es una historia que según cuenta la leyenda sucedió antes que el niño se hiciera hombre y el hombre anciano.
Dicen que el Sol y la Luna, antes de que Dios los llamara para que alumbraran nuestros días y nuestras noches, se encontraron y vivieron un gran amor.
Un día Dios los llamó y, ambos obedientes se presentaron.
 Al Sol le dio un título de nobleza, sería conocido por todos como el Astro Rey, sería el encargado de iluminar nuestros días desde Oriente hasta Occidente. 
Del mismo modo, llamó a la luna y le dijo que sería la encargada de iluminar cada una de nuestras noches. La Luna se entristeció mucho a cuenta de esto, porque Dios los había condenado a vivir eternamente separados. 
El Sol habló con Dios y le rogó que encontrara la manera de que la Luna no estuviera sola. Así, Dios creo las estrellas para que le hicieran compañía en el gran cielo y, decidió que ningún amor debería ser imposible y por eso creó los eclipses. Solo así pueden encontrarse y estar juntos aunque solo sea por un breve espacio de tiempo.
Dicen que cuando hay un eclipse no podemos mirar al cielo directamente porque nos quedaríamos ciegos. Ciegos del amor que desprenden cuando pueden encontrarse.
La Luna y  el Sol siguen su destino. El Sol arde de pasión por la Luna y ella vive en las tinieblas su añoranza.
Viven esperando ese instante, esos raros momentos que les fueron concedidos y que tanto cuesta que sucedan.






A nosa Galicia

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