"Yo" no he sido tanto "yo" como los personajes que representé en este carnaval literario.
Ellos son, pues, en buena parte, mi biografía" ( Miguel Delibes)
El carnaval, etapa en la que durante unos días a las personas se nos permite dejar de ser nosotras mismas para ser aquello que en el fondo deseamos ser.
De alguna manera si nos colocamos una máscara creemos que podemos convertirnos en aquello que la máscara representa. Nos ofrece, al menos por un momento, la posibilidad de deshinibirnos y ser otro.
La máscara concede libertad y la posibilidad de esconderse detrás de algo que no deja ver quienes somos, sin embargo este ocultamiento es paradójico, porque tapa una identidad, pero descubre una intimidad. Algo que ocultamos a los demás en esos días queda al descubierto.
Se nos permite vivir una fantasía que está aceptada socialmente en ese ambiente donde la alegría reina durante el tiempo que dura el carnaval.
Quién se disfraza suele hacerlo de aquello con lo que se siente identificado de alguna manera. La máscara lo que sí oculta es ” otro yo “. La máscara concede libertad: “esconderse detrás de algo que no deja ver quienes somos tiene el beneficio de sacar algunos rasgos de personalidad escondidos”.
Hay un permiso, una especie de tiempo de tolerancia para vivir una "fantasía" aceptable socialmente.
El verdadero éxito del disfraz reside en que, quien lo lleva no sea reconocido como la persona que es, sino como la deseada.
Los disfraces permiten modificar nuestra realidad para realizar un sueño. El pobre se puede convertir en príncipe, el bueno en demonio, el blanco en negro y viceversa, y el hombre en mujer o al revés. Las personas encarnan aunque tan sólo sea por unas horas la vida de aquellos personajes que siempre les hubiera gustado ser.
El verdadero éxito del disfraz reside en que, quien lo lleva no sea reconocido como la persona que es, sino como la deseada.
Los disfraces permiten modificar nuestra realidad para realizar un sueño. El pobre se puede convertir en príncipe, el bueno en demonio, el blanco en negro y viceversa, y el hombre en mujer o al revés. Las personas encarnan aunque tan sólo sea por unas horas la vida de aquellos personajes que siempre les hubiera gustado ser.
Cualquier disfraz o máscara, refleja algo que nosotros mismos no nos atrevemos a revelar cuando nos vestimos en el día a día. El individuo se libera de su identidad establecida y sale a la calle como "otra persona".
Nuestra personalidad es compleja. Una máscara no es lo que uno es, sino una representación, verdadera o falsa, que se exhibe. Se utilizan en todas partes del mundo porque cada ser tiene diferentes facetas: lo que somos, lo que queremos ser, lo que aparentamos, lo que los demás ven o quieren ver en nosotros. Estas distintas "caras" de nosotros mismos, la mayoría escondidas, son las que nos hacen desear ser otro de manera subjetiva e inconsciente. El disfraz permite sacar temporalmente la máscara que siempre llevamos.
La sociedad impone ciertos roles que a veces enmascaran nuestro verdadero ser. Esto es que, una parte de nosotros mismos esta "enmascarada" y cuando nos disfrazamos, nos permitimos ser como en realidad quisiéramos y después nos volvemos a colocar la máscara de nuestra "personalidad socializada".
No hay comentarios:
Publicar un comentario