HERBA DE NAMORAR O NAMORADEIRA
Se va Noviembre que tiene su propio refrán. " Dichoso mes, que empieza por Todos los Santos y, termina por San Andrés".
Se va Noviembre que tiene su propio refrán. " Dichoso mes, que empieza por Todos los Santos y, termina por San Andrés".
Para nosotros, los gallegos, tiempo de peregrinar a uno de los santuarios que tiene su propio misterio. Todavía vive la tradición del romero que sube al monte, que cree en el agua milagrosa de la fuente de los tres caños y que busca la "herba de namorar"
Cuenta la leyenda que San Andrés llega a la costa de Ortegal en una lancha de piedra, y por eso los romeros cantan: " O divino San Andrés, mandou empedrar o mar, para que os seus romeiriños, o foran a visitar".
Imposible borrar el recuerdo de un lugar como este, donde los impresionantes acantilados, los más altos de la Europa continental, 612 metros sobre el nivel del mar, son una ventana natural desde donde asomarse al mundo. Aquí, en la sierra de la Capelada, crece la armeria marítima, o clavel del aire, "la hierba de namorar", capaz de modificar, eso dicen, los comportamientos en el amor.
No sé si es efectivo, pero Galicia. tenía que tener una hierba así, mágica y hechicera.
La hierba, se tiene que coger en la noche de San Juan y de manera discreta se la entregará a la persona querida. Después, ella se encargará de enamorarla. Hay quien dice que es tan efectiva que no existe antídoto capaz de deshacer el amor que su ayuda provoca.
La hierba, se tiene que coger en la noche de San Juan y de manera discreta se la entregará a la persona querida. Después, ella se encargará de enamorarla. Hay quien dice que es tan efectiva que no existe antídoto capaz de deshacer el amor que su ayuda provoca.
La "namoradeira", se encuentra cerca de los acantilados; al desamparo de los vientos marinos.
Esta hierba tiene unas flores claras y menudas, con pequeños y finos pétalos que bailan, sin desprenderse de sus tallos, al son de los fuertes rugidos del viento cuando azota el temporal.
Esta hierba tiene unas flores claras y menudas, con pequeños y finos pétalos que bailan, sin desprenderse de sus tallos, al son de los fuertes rugidos del viento cuando azota el temporal.
Quiéreme, dice la canción de Aute, Quiérelo o quiérela, dice la "namoradeira" ,según sea quien solicita la ayuda de la flor.