Me da pena pensar que algún día querré ver de nuevo
este espacio,
tornar a este instante.
Me da pena soñarme rompiendo mis alas
contra muros que se alzan e impiden que pueda volver a encontrarme.
Estas ramas en flor que palpitan y rompen alegres
la apariencia tranquila del aire,
esa olas que mojan mis pies de crujiente hermosura,
el muchacho que guarda en su frente la luz de la tarde,
ese blanco pañuelo caído tal vez de unas manos,
cuando ya no esperaban que un beso de amor las rozase...
Me da pena mirar estas cosas, querer estas cosas,
guardar estas cosas. Me da pena soñarme volviendo a buscarlas, volviendo a buscarme
poblando otra tarde como esta de ramas que guarde mi alma,
aprendiendo en mi mismo que un sueño no puede volver otra vez a soñarse...
( De Alegría, 1947)
José Hierro
El otoño llega siempre sigiloso abrazado a la tristeza y a la melancolía, casi sin avisar llenando el aire de nostalgias, de aquello que tuvimos y ya no tenemos. Es un viaje al pasado, a la niñez, al recuerdo de alguien que ya no está. Es la vejez del año, el ocaso de los sueños que va enfriandonos el alma.
Los olores, los aromas, actúan sobre la memoria llamando a los recuerdos, evocan casi más que informan.
Cuando en la costa sopla el viento del nordeste haciendo que el mar desgarre sin piedad la costa gallega la aguda fragancia del mar se esparce por calles y plazas de ciudades y pueblos. Este olor a mar tiene un nombre : Marusía. Marusía es ese olor de las algas en la playa, ese olor de la humedad flotante, una suerte de rocío salino que estropea las cosas que toca. Marusía: aroma intenso de agua y salitre mezclado con el olor de las frituras de las tabernas. Las marusías son caricias que advierten que el mar de Galicia no es igual en todas partes y puede ofrecer distintas caras: la del norte y la del sur.
Galicia tiene los labios desgarrados por el mar del norte que es un mar vertical, rígido, un mar frío y áspero. Un mar que pocas veces se desvanece en el horizonte, un mar que bate continuamente contra los acantilados más altos de Europa, a cuyo pie se esconden bajos donde naufragan los barcos. En cambio el mar del sur, es siempre horizontal, más sereno,
menos violento y a pesar de todo, también allí naufragan sus barcos. y es que al final alguien acaba pagando el tributo que reclama el mar a pesar de que el romper de las olas frente al acantilado resulta un sonido y una imagen siempre relajante.
Desde que comienza a caer el sol el ambiente se vuelve de otro color en el muelle. En el puerto, lugar de descarga, imponentes mujeres envueltas en un sinfín de prendas concéntricas, desafiantes y chillonas se hacen con el pescado después que los hombres han terminado la tarea de descargarlo.
En el interior, al cabo de los días de llover, todo desprende un olor enmohecido, un olor a setas carnosas, ligeramente agrias. Las goteras caen con una monotonía que templa los nervios. Dan ganas de encender el fuego, uno imagina el olor de la leña y... piensa que será agradable, siempre lo es.
Sin embargo esta mañana ha hecho un tiempo de otoño magnífico. Por el cielo han ido pasando nubes, tormentas, claros y chubascos. Y en el aire fresco, los olores dulces de la vegetación reseca han dado paso a los aromas del otoño.
Los aromas se confunden con los sonidos de sus paisajes. Va lloviendo. Cae la tarde y las gotas golpean las hojas de los laureles y magnolias creando una melodía. La humedad del aire hace destapar los tarros de esencias y los olores se propagan con gran eficacia. Lo mismo ocurre con los sonidos y mientras en la nariz se entremezcla el aroma dulzón de las hojas caídas con el olor de las picudas hojas de los pinos, en el oído se funden los sonidos del agua con el tañer de una campana.
El olor y la memoria parecen estar íntimamente ligados. Los paisajes suelen tener olores característicos, así antes de que llueva somos capaces de detectar el olor de la lluvia sin que haya empezado a llover. Hay que añadir los vientos frescos y húmedos que vienen de las montañas y esparcen a través de las calles los aromas de las plantas y las flores arrastrando la brisa de la lluvia que escurre lentamente sobre los muros y los árboles, así como la niebla que envuelve apaciblemente a la ciudad con un manto de silencio y hace difusas las luces.
La globalización hace que las ciudades pierdan su personalidad haciéndolas caer en el anonimato, se va desvaneciendo poco a poco su temperamento haciendo que los ciudadanos no miren más al horizonte ni al cielo, las personas bajan la vista y ven lo que tienen más próximo haciendo que su vida se vaya encajonando entre los edificios que se construyen cada vez más altos entre anuncios espectaculares que recortan el espacio vital y ocultan el horizonte.
Se ocultan las montañas que ofrecen la mayor diversidad posible de tonalidades, se deja de lado la presencia y el canto de los pájaros, el volar de mariposas y libélulas. Parece que todo conspira contra ella, el tráfico requiere de toda la atención de conductores y transeúntes, la contaminación del aire, del ruido y de las luces aturden, abruman y ocultan el aroma de las flores, el brillo de las nubes y hacen que la lluvia y la humedad se conviertan en una molestia y una contrariedad.
"Cada ciudad, cada lugar dispone de sus paisajes olfativos, las fragancias tienen historias y se conectan con nosotros a un nivel emocional, trayendo al presente recuerdos de lugares, eventos y gente". Kate McLean.
Los celtas pensaban que algunos animales eran la reencarnación de seres que regresaban del mundo de los muertos. Los respetaban y se rodeaban de los que, por su comportamiento, podían representar un símbolo de los valores fundamentales de su cultura.
Pero de todos los animales, las aves, sin duda, eran las favoritas. Les impresionaba su vuelo, sus cantos y admiraban su forma de vivir sin sujeciones a la tierra y en absoluta libertad.
Cuenta la leyenda que tener en tu entorno el símbolo de alguna de las aves sagradas de la Cultura Celta, atraerá el beneficio de lo que representa ese pájaro que en este caso, aleja la enfermedad.
El mirlo despide el día cantándole al atardecer y lo recibe de la misma manera al alba, antes incluso de que podamos apreciar la salida del sol anunciando su llegada. Por esta razón se cree que los mirlos son animales del otro mundo y se ha dicho siempre que despiertan a los muertos y tranquilizan a los vivos para que puedan conciliar el sueño. Se le atribuye la comunicación con los espíritus.
Son animales territoriales que viven cerca del hombre, establece su territorio durante el primer año de existencia y lo mantiene toda su vida, por tanto si un mirlo construye su nido cerca de casa establecerá un vínculo contigo, tan sólo hay que ser lo suficientemente capaz de establecerlo con él.
Así es que después de conocer todo esto, me pregunto, un poco desazonada, porqué ha desaparecido Federico. Miro por todo el jardín, observo los setos y los árboles y me pregunto que ha pasado. No aparece ninguno, con su pico amarillo-naranja, de canto agradable y melodioso, que formaba parte del jardín y de mi vida. Es como si se los hubiera tragado la tierra. Hace tiempo ya, que noto su ausencia, antes incluso de que comenzara el otoño. No le encuentro explicación por muchas vueltas que le doy.
Otros años a estas alturas y más adelante, en lo más duro del invierno, eran los primeros visitantes de mi jardín por la mañana. Y ya después, con la llegada de la primavera alegraban la vida con un concierto permanente desde el alba hasta el anochecer. Habían anidado en el laurel del fondo, entre las hojas de la frondosa hiedra y también en los brazos de la magnolia.
Pues... han desaparecido todos.
Me he enterado de que son monógamos, leales a la pareja hasta la muerte, cosa poco común en los tiempos que corren. El macho y la hembra comparten el trabajo; el mirlo aporta el material y la mirla, construye el nido amorosamente. No tienen muchos amigos. Son aves solitarias. Nunca van en bandadas.
Comen de todo y ... yo les dejaba, hasta me gustaba ver la huella profunda de su pico en las manzanas, las ciruelas, las fresas...
Nadie se ha percatado de su ausencia. Sin embargo, yo si. Era mi amigo.
Si le hubiera cortado las alas
habría sido mío
no habría escapado
Pero así,
habría dejado de ser pájaro
Y yo...
Rosalía, una mujer introvertida que se ve atravesada por una larga y negra sombra de saudade. Representante de todas las mujeres gallegas de su tiempo, se duele de la escasa vida que tienen los demás en ese país olvidado que era Galicia.
Cuando pienso que te fuiste,
negra sombra que me asombras, a los pies de mis cabezales, tornas haciéndome mofa. Cuando imagino que te has ido, en el mismo sol te me muestras, y eres la estrella que brilla, y eres el viento que zumba. Si cantan, eres tú que cantas, si lloran, eres tú que lloras, y eres el murmullo del río y eres la noche y eres la aurora. En todo estás y tú eres todo, para mí y en mi misma moras, ni me abandonarás nunca,
sombra que siempre me asombras.
Morriña y saudade, dos palabras que están ligadas al alma de gallegos y portugueses que no tienen traducción en castellano porque nostalgia y añoranza, no trascienden la profundidad de sus sentimientos.Y, es que para poder explicarlas antes deben ser sentidas.
Es nostalgia pero también un sentimiento doloroso que nace dentro y que nunca termina de abandonarnos.
Una amargura siempre presente en la literatura gallega y en la música.
Rosalía de Castro, la trovadora de la morriña, la escritora del pueblo nos hace ver en sus poemas que la morriña no es exclusiva de la emigración gallega al exterior, ya que esta se puede sentir en la propia Galicia." De soidás morríase, na vila sospirando pola aldea" De soledades se moría, en la villa suspirando por la aldea"
No importa lo alejado del mundo en que se encuentre un gallego porque Galicia es donde él esté.
Miguel de Unamuno decía " Ha debido ser allí muy larga y muy entrañable la convivencia entre el hombre y la tierra; las lluvias lo han unido; se comprende lo doloroso del desgarrón al tener que desprenderse uno de ella y como ha de volver al cabo a comprar la tierriña "
-¡Ah!, no se comunican contigo, sin duda, los que vagan sin cesar en torno nuestro en invisible forma, o acaso no los entiendes; pero yo los siento, percibo y comprendo, aun cuando no pueda verlos. No sólo envueltos en las tinieblas los espíritus de los que fueron en el mundo vuelven a él, sino también entre las transparentes burbujas del agua cristalina, en las alas de la brisa o de la ráfaga tempestuosa; en los átomos que voltejean a través del rayo de sol que penetra en nuestra estancia por algún pequeño resquicio, y hasta en el eco de la campana que vibra con armoniosa cadencia conmoviendo el alma; en todo están, y giran a nuestro alrededor de continuo, viviendo con nosotros en la luz que nos alumbra, en el aire que respiramos.
Un velero bergantín
Bajel pirata que llaman
Por su bravura el temido
En todo el mar conocido
Del uno al otro confín.
.José Espronceda, contemporáneo de Benito Soto, compuso el célebre poema "La canción del pirata" en memoria y homenaje del forajido pontevedrés.. Dicen que Espronceda siempre se interesó por Benito soto al que le envolvía un halo de romanticismo y misterio.
Benito Soto era hijo de marinero: Un pirata al estilo clásico que cuentan las leyendas: valiente, agresivo, violento y sanguinario. Su historia es breve y tan solo duró cinco meses en una travesía desde el golfo de Guinea hasta la ría de Pontevedra. Se encuentra entre los piratas más famosos y sanguinarios de la historia junto con Barba Negra, Barbaroja, Frances Drake entre otros.
Un arrabal marinero de Pontevedra le vio nacer allá por el año 1805; entonces la ciudad de Pontevedra había entrado en una larga decadencia después de ser una de las villas marineras más pujantes de Galicia y el norte de Portugal.
Marinero desde edad muy temprana, llevó a cabo su trabajo en las costas de Galicia desempeñando diferentes cargos y variopintas funciones con su padre, algunas de ellas de dudosa legalidad. Estas actividades le llevaron a ser respetado entre los ambientes de los puertos donde se ejercía el contrabando.
Antes de llegar a los 20 años ya apuntaba maneras de pirata atacando barcos que se dedicaban a la trata de esclavos para robarles la mercancía.
Benito Soto se dedicó a surcar los mares destrozando todo lo que encontraba en su camino, especialmente barcos ingleses, convirtiéndose en un pirata temido en el Atlántico.
Su carrera como pirata continuó hasta atacar más de diez buques durante su viaje desde el sur de Africa hasta las islas de las Azores. Quería regresar a Galicia y vender sus tesoros para vivir de las ganancias en la zona de Cadiz.
Una gran cantidad de aventureros, pusieron rumbo a América, y se situaron sobre todo en el Caribe. Este era un lugar de paso obligado del comercio entre América y Europa. Poseían barcos veleros muy rápidos, ya que su misión era alcanzar y abordar a los grandes galeones cargados de mercancías que atravesaban el Atlántico concentrándose en el Caribe antes de iniciar su viaje a Europa.
Todo europeo soñaba con las riquezas del Nuevo Mundo.Y tanto el pueblo llano, como los señores con aspiraciones, hicieron sus proyectos para enriquecerse fácilmente. Unos financiaron expediciones, otros se embarcaron en ellas, pero fueron muchos los que partieron para el Nuevo Mundo con el sueño de la riqueza relativamente rápida como aspiración.
Fácilmente conseguían capturar barcos mercantes que acostumbraban a navegar solos, pero en la práctica capturar un Galeón con oro era casi un sueño, solo una pequeña parte de los Galeones Españoles con oro fueron capturados, ya que la norma era que navegasen en convoyes fuertemente escoltados por barcos de guerra. Muy pocos se atrevían a atacar de frente a un galeón de guerra Español.
Todo un mundo y una manera de vivir y morir. Un gran número de circunstancias, hicieron que muchas personas acabaran llevando una vida tan arriesgada y corta. Una vida dedicada al robo y a la violencia. No dependían de nadie, no tenían que rendir cuentas a nadie, pero tampoco tenían la protección de ningún país y eran perseguidos por todos aquellos cuyos barcos habían sido atacados.
Su método de lucha era fundamentalmente destruir el velamen del barco, impidiendo su capacidad de maniobra para a continuación realizar una abordaje y la victoria en la mayor parte de las ocasiones.
La mañana está blanca de niebla, paso a paso, descalza sobre la arena húmeda, camino por la arena de la playa, sin rumbo, junto al mar. A lo lejos aún, entre la niebla fría, se pueden distinguir las barcas de los pescadores casi besando el horizonte donde el mar parece desaparecer.
Aroma a caracolas y a conchas marinas, anacaradas, rosas y grises, me sigue en la caminata. Sobre la arena algas rojizas, castañas y verdes. Sobre la arena conchas y caracolas a las que el viento, jugando dentro les arranca un sonido. que como un suspiro sale del fondo del mar. El mar engalana a la playa ahora que la ha recuperado. La adorna con mantillas de espuma blanca mientras las gaviotas sobrevuelan a escasa altura sobre un mar gris verdoso.
Una caracola silba, susurra a solas
la melancolía
que traen las olas
Me gusta el mar, necesito verlo, necesito ver las olas arrastrarse hasta la arena en los días de calma pero también verlas estrellarse estrepitosamente contra las rocas cuando el viento las irrita. Puedo dejar que el tiempo se muera mirando como las olas se levantan sobre la superficie, incansables, como abandonan en la orilla de la playa trozos de objetos que en algún momento guardó en sus profundidades. En la época de las mareas vivas, cuando el mar se retira, el arenal casi desaparece para convertirse en un espejo donde mirarse A veces, la playa, hace que me sienta como una intrusa, una forastera a la que tarde o temprano acabaría expulsando de su reino de agua y sal. Como diría Benedetti: " Nunca sabré qué espero de él ni qué conjuro deja en mis tobillos, pero cuando estos ojos se hartan de baldosas y esperan entre el llano y las colinas o en callesque se cierran en más calles, entonces sí me siento náufrago y sólo el mar puede salvarme.
Sobre la arena desnuda encuentro una caracola, su sonido que viene de lejos es similar al del antiguo cuerno que llamaba a la batalla, se hacía sonar para espantar a los enemigos, tanto humanos como sobrenaturales y por eso los héroes llevaban a las batallas caracolas blancas en las que habían escrito su nombre
Te me acercas
contándome al oído milagros
de miles de leyendas
que quedaron entre tus aguas.
Me salpicas
con espumas inundadas de misterios
de otros tiempos y distancias
con lamentos de promesas
en tus bajamares intensos..,
Y yo me acerco y te salpico
Sabiéndome tan pequeño
tan desconsoladamente chico
tan solo entre mis gentes cotidianas
que me apabullan tus mareas
tus olas y tus resacas.
A veces me respondes...
pero de continuo callas y me resbalas
en las arenas de mi playa
que esperan impacientes tus respuestas.
A veces me arrastras
me llamas desde tus corrientes
escondidas y falaces
susurrándome con tus resacas
promesas de sirenas y jardines
mar adentro...
Y a veces, estoy a punto de creerte.
Berna Lázaro
En Cabo Home, un lugar para encontrarse con uno mismo y con Dios existe una caracola gigante que según; Lito Portela, el escultor de la obra, está hecha para que la gente pueda escuchar el mar desde dentro y sentirlo en uno mismo como una música que viene desde muy lejos.
DIEZ
Un lugar imprescindible a visitar para todos aquellos que deseen cazar atardeceres.
Aquí está la magia de un territorio envuelto en aromas y colores que cambian en cada estación. Aquí están los viñedos distribuidos en bancales. Una tierra excavada poco a poco por el río, incansable escultor de paisajes, que hizo la primera parte del trabajo tallando cañones de hasta 500 metros de profundidad.
Lo que hoy se llama Ribeira Sacra, ya desde el siglo doce se conocía como Rovoyra Sacrata - el robledal sagrado- por los "carballos"- robles- que poblaban sus laderas y por los cenobios dispersos que albergaba la zona hasta el punto de disponer de la mayor concentración de monasterios e iglesias románicas de Europa.
Se trabaja, prácticamente, como se hacía en tiempos de nuestros abuelos, la orografía del terreno es extremadamente complicada. Todo el trabajo en la viña es manual. Los racimos se van cortando uno a uno de las cepas. El calor ha sido el aliado en esta campaña. Las altas temperaturas, el desnivel del terreno, la belleza del paisaje, las charlas entre los vendimiadores, la prueba de la uva, la carga de cajas...La misma sinfonía durante dos semanas para sacar adelante una vendimia única, la más espectacular de España.
Una catedral es un templo cristiano donde tiene sede el obispo; desde allí preside la comunidad cristiana, enseñando la doctrina de la iglesia. A mí, particularmente, sin menospreciar para nada las catedrales, faltaría más, me gustan mucho más las que han sido creadas por Dios y esta zona, la Ribeira Sacra, llena de monasterios y bellísimos paisajes, podríamos denominarla como tal. Una tierra donde el vino dibuja el paisaje y donde no entiende de prisas. En la viña las prisas son inviables, con el desnivel del terreno y la disposición en las estrechas terrazas de piedra, el vendimiador no puede asumir más que una lenta y constante cadencia en el trabajo Comprende las riberas de los ríos Sil, Miño y Cabe, se encuentra entre el sur de Lugo y el norte de Orense. En las laderas escarpadas de estas riberas, los romanos plantaron las primeras vides y después, los monjes fueron perfeccionando la técnica.
Ahora, hay que imaginar vendimiar en una ladera de un 85% de inclinación con suelo de pizarra y granito, después cargar a base de acrobacias varias, las pesadas cajas con uvas, esquivando las vides hasta llegar al camino para luego cargarlas en una barca que las transporta a tierra firme.
Los dolores de espalda, la pesadez en las piernas, las manos teñidas de uva tinta, los dedos perdidos entre los racimos, el vértigo de los bancales, el sol en la cabeza, la ropa sucia...
Las cajas, después de horas parecen pesar el doble pero esto no impide contar la anécdota del día anterior que provoca la risa entre quienes vendimian. Parece que no pasa nada y, sin embargo se está ya gestando un nuevo vino que después en una copa contará o acompañará a alguien contando una historia que si se sabe escuchar se volverá la vista hasta hace unas décadas, a un paraje casi virgen donde se pueden ver restos de monasterios e iglesias en cualquier rincón hacia el que se mire, donde hay que aprender a vivir con el vértigo y el esfuerzo. El resultado es un cúmulo de sabores que impregnan los vinos de esta zona que se va elaborando sin prisas hasta que está perfecto.
Es un trabajo duro, como muchos, y agotador. En las laderas se ven pequeños refugios donde dormían las familias en la época de la vendimia. Muchas de estas tierras se abandonaron y los jóvenes dejaron los pueblos para ir a la ciudad, no obstante, un buen número de paisanos retornaron a la Ribeira Sacra a finales del sigloXX y los viñedos han vuelto de nuevo a florecer.
El lobo, en la mayor parte de Europa, es una especie protegida y en Galicia "se caza, pero solo se autorizan batidas en caso de que provoque daños" algo que no ocurre en los últimos años.
La caza masiva en la Edad Media se debió a motivos religiosos pues la iglesia siempre vinculó al lobo con la presencia del demonio. Unido a esto los ataques del animal al ganado llevó a la "fiebre" medieval de caza masiva"
Pocos animales tienen tan mala fama como el lobo.
El lobo al igual que el hombre, es un ser eminentemente social. Un alto porcentaje de su comportamiento está determinado por sus relaciones con otros miembros de su especie con los que forma manadas con el fin de obtener ventajas frente al medio en el que se encuentra con el fin de preservar su supervivencia. La principal actividad de la manada, la caza, se hace en grupo. Durante las cacerías el trabajo está perfectamente distribuido. El lobo es un animal en que la resistencia prima sobre la potencia, por esta razón la táctica de la caza consiste en agotar a la presa, persiguiéndola hasta que su captura se hace posible.
El control y la disciplina en la manada es fundamental para que la caza en equipo tenga éxito.
El parque natural de Castrelo do Val vive encaramado a más de mil metros de altitud, allí se vuelve a la carballeira milenaria, a la fruta silvestre, al acebo. A la música de los pájaros escondidos entre la frondosidad del paisaje. Al reino del lobo, el ciervo, la cabra montesa, el jabalí...
Existe una policromía invernal provocada por los ríos que descienden rápidos de la montaña para conformar el bosque encantado al que se le llama "O Invernadeiro"
A medida que nos adentramos entre los frondosos árboles aparecen esos lugares secretos de Galicia habitados por hadas, druidas y meigas.
Los árboles autóctonos trepan por la laderas de estos montes entre profundos valles formados por la erosión del agua y más allá, la cumbre de los antiguos glaciares y las "fervenzas" saltan libres buscando, desde el precipicio, el destino final en el río Cenza.
Los bosques son de robles, abedules, fresnos y álamos negros y entre ellos destacan las mimbreras de color ocre dorado separando las tierras.
El aullido de los lobos que puede escucharse a kilómetros de distancia en el silencio de la noche, produce escalofríos.
El aullido, es un reflejo de la calidad de las relaciones entre los miembros de la manada.
Los lobos aúllan para unir a su manada, atraer a su pareja, marcar el territorio, ahuyentar a los enemigos, dar una señal de alarma o comunicar su posición. Pero los lobos aúllan más cuando un compañero al que aprecian o un miembro poderoso de la manada se aleja del grupo.
Según parece el aullido no es una respuesta ante la separación de los allegados sino que se puede utilizar para mantener el contacto y para reunirse con otros.
A principios de la Edad Media, entre los celtas, el guerrero envidiaba a los lobos por su poder y atrevimiento. Algunos soldados galos, recubrían su casco con una cabeza de lobo después de comer su corazón. Pero el lobo es también un animal inteligente y paciente, capaz de esperar horas antes de atacar a su presa.
Los lobos empujados por el hombre llegan incluso a entrar en las ciudades y los pueblos. Muy rápidamente la imagen del lobo aparece como algo diabólico, llegando, en el siglo XII, la mera idea del lobo a aterrorizar al pueblo, su imagen de monstruo, de bestia, ha anclado en las mentalidades.
Nacen rápidamente oscuras leyendas contadas en las noches cerradas y oscuras de invierno.
La iglesia omnipresente en el mundo medieval, tiene una parte de responsabilidad en esta sombría imagen del lobo. El lobo no sería otro que el diablo, o su servidor que, devorando los cuerpos, se apropiaba de las almas.
En la iconografía cristiana, el lobo aparece como un símbolo de las fuerzas diabólicas que amenazan al rebaño de fieles representados por corderos. El lobo era, pues, para los cristianos, una amenaza tanto para su cuerpo como para su alma. Esta imagen de la pura e inocente oveja puesta en peligro por la sombra del lobo permanecerá por largo tiempo en nuestro inconsciente colectivo.
En los Misterios, obras representadas en las plazas de las catedrales, que encarnaban al diablo estaban recubiertos por una piel de lobo, reforzando la imagen popular del animal diabólico.
En la Edad Media, el lobo fue, pues, el chivo expiatorio del Maligno. Capturados en vida, algunas veces fueron juzgados y condenados a la hoguera. Las habladurías sobre los pactos con el Diablo, su presencia junto a las brujas que los cabalgaban para ir al aquelarre, sus ataques contra los niños asustados; son historias que se extendieron de pueblo en pueblo.
No obstante, los hombres lo temen por su fuerza, su resistencia o su inteligencia y no pueden evitar respetarlo y admirarlo.
Todas estas actitudes y prejuicios, deberían ser arrojadas de nuestras mentes gracias al conocimiento de lo que nos rodea. El valor de un ser racional no está en reclamar serlo, sino en ejercer como tal.
Otras culturas menos interesadas que la cristiana en mantener a las personas en la ignorancia y el miedo, han visto en el lobo un símbolo de la sociabilidad, la eficacia y la inteligencia.