Según cuenta la leyenda, existe un camino en el cielo y otro en la tierra que conducen a un punto sagrado y místico, venerado desde hace mucho tiempo. Es conocido como “Campo de Estrellas”, hoy en día, Santiago de Compostela.
La historia cuenta que en torno al año 813 un ermitaño llamado Pelayo, que vivía en el bosque de Libredón - hoy las calles que rodean la Catedral Compostelana -, vio durante varias noches un enorme resplandor en el cielo, una estrella gigantesca que indicaba un punto determinado.
Y aquí fue, donde Pelayo encontró una extraña tumba de piedra, hoy la tumba del Apóstol Santiago. Y así fue como durante siglos los peregrinos miraron al cielo para seguir la Vía Láctea que lleva la misma dirección que la del caminante a Compostela.